Brindemos

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Sonreí. Sonreí para mi propio reflejo.

Nunca me había fijado en que lo que decían los demás era correcto. Era cierto que cuando sonreía parecía un niño pequeño, se me abultaban las mejillas desvelando mi hilera de dientes blancos y se me cerraban los ojos casi por completo. Todo el mundo lo calificaba de adorable, pero yo lo veía como una expresión demasiado infantil.

-Vamos, Jimin, ¿ya te has cambiado? -dijo una voz femenina a mi espalda.

Asentí girándome para verla.

Chaerin acababa de entrar a mi habitación y estaba jodidamente espléndida. Hoy era su cumpleaños número dieciocho y sus padres habían preparado una elegante y tranquila fiesta de celebración, invitando a sus familiares y amigos.

-Dios, estás guapísima.

-¿Perdona? ¿Y tú? En mi vida te había visto con esmoquin.

Sonreí algo avergonzado. Se acercó a mí y me tocó el pelo, ahora rizadito.

-Pero espero que ya sepas que la verdadera fiesta no es esta -me guiñó un ojo- esto sólo es para complacer el capricho de mis padres. Pero date prisa, que llegamos tarde.

Chaerin se dio la vuelta para salir de mi habitación. Ella y yo solíamos ser muy cercanos, pero nos distanciamos con el cambio de clases, puede parecer una tonta razón que dos amigos se distancien por este motivo.  Aun así, nunca habíamos dejado de llevarnos bien y de salir de vez en cuando, por lo que ambos estábamos dispuestos a reforzar nuestra amistad a como era anteriormente.

Por ese motivo era por lo que se encontraba arreglándose en mi casa, queríamos recordar viejos tiempos, y en breve vendría Seungcheol, su novio, a buscarnos.

-¡Vamos, Jimin! ¿Cómo puedes tardar más que yo en prepararte? -gritó desde algún lugar de la casa.

-¡Hey, que no he tardado tanto!

-¿Cómo? Son las ocho y media y vine a las seis. Venga.

Salí de mi habitación y me encontré de nuevo con ella en el pasillo, me dio una colleja y me reí fuerte, cerrando la puerta.

Bajamos y lo que nos encontramos enfrente nuestro no era el Mustang Boss 302 de Seungcheol, sino un flamante Trans Am 2002 que me sonaba de algo.

La ventanilla delantera se bajó lentamente y nos dejó la vista de unos rizos morenos que ya conocía.

Hoseok nos guiñó un ojo y nos hizo un gesto con la cabeza animándonos a subir.

Chaerin y yo nos miramos pero ninguno comprendía nada. Nos acercamos al coche y me apoyé sobre la ventanilla.

-¿Qué haces aquí?

-Al parecer ha habido un cambio de chófer. Vengo a buscar al niño inocente que me compró droga y a la anfitriona de la fiesta. ¿Les has visto?

-Ja, ja, ja, muy gracioso Hoseok.

-Lo sé, subid. El taxímetro corre.

-Esperad, ¿cómo que droga...? -comenzó a decir Chaerin.

-Sube -la interrumpí. Abrí la puerta trasera y la dejé pasar para después entrar yo.

-¿Me estás diciendo que le has comprado droga?

-No, nada de eso. Es sólo que le gusta liar las cosas.

-Para el carro rubio, yo sólo lío cigarros.

Ella me miró seriamente y yo puse los ojos en blanco.

-Al final no hice nada, no lo tomé.

Apartó su mirada de mí como cuando una madre regaña a su hijo.

Sweet Chaos - YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora