Se sentía cálido en aquella cama,como si estar debajo de esas sábanas lo protegieran de todo lo malo del mundo y sobretodo de su padre, se había enterado por el chico rizado que aquella habitación en la que descansaban era de hecho la de su madre, él dio por sentado que nadie lo quería hasta que en aquella foto vio como lo miraba su madre, con tanta amor y adoración, que aunque no la recordaba de nada, sentía que la amaba.
- No , para, por favor.
Vio que el chico pataleaba logrando quitarse la sábana , pudo ver que también daba manotazos, sintió un ardor en el estómago, quizá era culpa, estas eran las secuelas del trauma que su padre le había dejado al pobre chico, si bien no había logrado hacerle nada, había estado a punto y eso era suficiente para dejar traumatizado a cualquiera, sin hacer mucho ruido se levantó de su cama para acercarse a la del joven rizado, el chico estaba sudando y mordía su labio con fuerza, suspiró y con un poco de pesar movió suavemente al chico, tratando de despertarlo.
- Estoy tan solo, mamá vuelve.
Su corazón dio un vuelco cuando el chico comenzó a sollozar, despacio tomó la mano del chico acariciándola suavemente, este recibió la mano y la abrazó, aún seguía dormido.
- Ey , pequeño, tranquilo, estoy aquí.
Lo había dicho tan despacio que pensó que el chico seguiría durmiendo, se equivocó, el chico se levantaba con cuidado sin soltar aún la mano ajena, primero lo miró confundido y después como si comprendiera todo empezó a llorar, él no hallando que hacer se encontró abrazando al chico y acariciando su espalda, susurrando palabras que nunca pensó decir.
Cuando el chico pudo calmarse y su respiración empezaba a regularse pensó en volver a su cama, pero el joven rizado aún no lo soltaba.
- Sé que es una petición extraña, pero ¿ puedes ... podemos dormir juntos?
- Estamos en la misma habitación.
- No, no es eso, solo... olvídalo.
Él sabía perfectamente a lo que se estaba refiriendo, sonriendo posó su mano en la cabeza ajena, haciendo que el otro chico se sintiera aliviado y también le devolviera la sonrisa, el chico estando a su costado se durmió al instante con las caricias en la cabeza proporcionadas por el mayor, esto se estaba sintiendo muy íntimo pero la culpa lo estaba carcomiendo, protegería al chico hasta que lograran escapar de ahí, necesitaba sacar al chico, necesitaba él mismo salir, pero aún no hallaba el cómo.
El toque constante de la puerta lo había despertado, pero aún no estaba en sus cinco sentidos como para recordar la situación en la que se encontraba, se sentía cálido el estar tan cerca de otra persona.
- Por una mierda que si no despiertas ahora mismo romperé la puerta.
Le cayó como un balde de agua fría, sus ojos abriéndose exageradamente, la comodidad y la calidez de la cama le habían hecho creer que estaba seguro y por un momento le habían hecho olvidar que estaba secuestrado, con movimientos algo bruscos despertó al chico grande que anteriormente lo había consolado,Le dieron ganas de burlarse al ver su cara recién levantada, solo señaló la puerta y con eso el otro entendió, no era así como quería agradecerle pero creía capaz de todo a aquel horrible señor.
- Saldré a ocuparme de unos asuntos, te quedas cargo, está de más decirte que no cometas ninguna estupidez.
Asintió como siempre lo hacía, cuando su padre se fue empezó a hacer el desayuno, pero se sentía demasiado solitario y no se le ocurrió otra idea que prender el televisor, le sorprendió que la señal aún llegara, estaba por apagarla al ver que solo estaban transmitiendo noticias, cuando escuchó que nombraban al papá del chico.
Un reportero estaba entrevistando a un tal señor Lee, el cual abrazaba a una chica que al parecer estaba llorando.
- Haremos hasta lo imposible para encontrar al asesino del señor Yoo, estoy seguro que mi amigo está con nuestro señor ahora en el paraíso, moveré cielo y tierra para encontrar a su hijo, estoy seguro de que eso era lo único que quería mi amigo.
- La señorita Dior debe estar devastada, después de todo estaban comprometidos.
- Lo extraño demasiado, pero sé que lo encontraremos, la esperanza es lo último que se pierde.
Con algo parecido a ira apagó el televisor, no podía ser lo que estaba pensando, pero nuevamente su padre era capaz de todo, pero por más que lo pensaba y lo pensaba no hallaba el porqué de su acto, su padre solo quería dinero y no le convenía matar a quien se lo proporcionaría, todo esto era extraño.
- Solo tienes que hallar la manera de escapar no intentes hacerte el detective ahora.
Cuando le llevó el desayuno no sabía que cara ponerle ¿era necesario decirle que su padre había muerto? quizá eso solo lo deprimiría más,no tenía corazón para eso, sí eso es, se lo diré cuando escapemos, se propuso, aunque su cabeza decía lo contrario.
- ¿Podemos hacer algo? cualquier cosa, estoy demasiado aburrido.
Sabía que el señor horrible se había ido, así que al menos esperaba poder caminar un poco, estaba cansado de esas cuatro paredes, se había resignado al no escuchar respuesta alguna y esta por volver a recostarse cuando el chico serio lo tomó del brazo y asintió.
Ahora se encontraba caminando entre los árboles, le sorprendía el lugar donde lo habían traído, grandes árboles se levantaban alrededor y la casa antigua se veía hermosa entre todo eso, levantó la cabeza dándole la cara al sol, antes lo odiaba, pero ahora se sentía como una flor en plena fotosíntesis, se sentó en la barandilla que había ahí, decidido a disfrutar lo máximo aquel hermoso sol, empezó a mover descuidadamente sus piernas, sintiéndose un acróbata profesional.
- ¿Quieres a tu padre?
Le preguntó de repente aquel joven, por el que estaba empezando a desarrollar una especie de gusto o cariño, no sabía como llamarlo, pero el ser cuidado y protegido en un momento difícil le servía como escusa para no sentir que estaba desarrollando una especie de síndrome de estocolmo, aunque si lo pensaba bien aquel chico también estaba secuestrado, solo que no de la manera tradicional.
- No lo conozco como para quererlo.
Su voz había sonado demasiado dolida y se molestó con él mismo, porque no quería mostrar ese lado suyo, no se dio cuenta cuando había perdido el equilibrio, haciendo que su cuerpo cayera hacia atrás, cerró los ojos esperando el contacto de su cabeza contra el pasto, nunca llegó. Aquel joven lo tenía agarrado de la cintura y la espalda, sintió su cara arder al sentir la respiración acelerada del contrario, cuando se decidió a abrir los ojos se encontró con unos ojos café oscuros mirándolo, estaba demasiado cerca.