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-¿A dónde vas? -Johnny fue cuestionado por su amigo, Taeyong, luego de que este se levantara de su asiento.

-No puedo concentrarme, solo iré a tomar un poco de aire -explicó descolgando su abrigo de la silla para después colocárselo

-Bien, no tardes. Aún nos falta un poco para terminar esto.

Johnny asintió y después salió del aula. Realmente necesitaba tomarse un pequeño descanso, desde hace días que no había parado de estudiar arduamente, los exámenes se acercaban y, por lo tanto, la exigencia de la profesores se había endurecido. Johnny no podía dar un paso en falso ya que su estadía en esa escuela dependía de un promedio alto. A Johnny le pesaba mucho esta responsabilidad por lo que nunca bajaba la guardia con respecto a sus estudios pero a veces esto implicaba que se sobre exigiera a si mismo y había tenido que aprender a lidiar con el estrés que esto le causaba, aunque no fuera de la forma más adecuada.

Había un lugar recóndito en la escuela al que Johnny solía recurrir cuando la situación lo ameritaba y ese era el callejón donde se encontraban los contenedores de basura. Era el único sitio donde no había cámaras por lo que era libre de hacer lo que quisiera y... aquello era fumar.

Sí, Johnny fumaba, aunque no con mucha frecuencia, pero lo hacía. Realmente le ayudaba, lo calmaba, le hacía sentir bien.

Cuando llegó a su escondite, apoyó su espalda en una de las paredes y procedió a encender el cigarro que sostenía entre la abertura de sus labios pero, en cuanto apenas había podido quemar una pequeña parte del papel, un sonido lo interrumpió. Inmediatamente escondió los objetos que delataban sus actos "delictivos" temiendo ser descubierto. Inspeccionó el lugar desde donde estaba pero no vio a ninguna otra persona. De nuevo, el ruido volvió a hacerse presente, esta vez Johnny pudo identificarlo. Se trataba de un sollozo, lo que indicaba que definitivamente sí había alguien ahí.

Johnny se movió con sigilo queriendo encontrar el origen del sonido. Sólo tuvo que dar un par de pasos y asomarse entre medio de los contenedores para hallar lo que estaba buscando.

Y ahí, entre el medio de dos contendores se encontraba un chico que estaba sentado en tanto abrazaba sus piernas y escondía su cara entre las rodillas. Los hombros de la persona subían y bajaban en compás con los espasmos que su llanto manifestaba.

Johnny se quedó congelado sin tener mucha idea de lo que debía hacer al verse enfrentado con esa situación. Se preguntaba quién podría ser esa persona, quería saber cómo es que había terminado allí y por qué estaba llorando.

Se le ocurrió que podría tratarse de alguien que había sido molestado por bravucones, lamentablemente, eso era algo bastante común en la escuela.

De repente, el desconocido levantó la cabeza descubriendo su rostro. Johnny se enfrentó con un par de ojos oscuros y enrojecidos, nariz y boca también rojos y el resto de la cara humedecida en lágrimas. Este chico dejó de llorar al percatarse de que tenía a una persona en frente pero aún así no le quitó la mirada. Johnny no sabía cómo debía reaccionar así que simplemente se quedó como un bobo mirando al desconocido mientras éste lo observaba como si estuviera esperando que algo pasara.

Una fuerte ráfaga de viento pasó haciendo que el pelo y la ropa de Johnny se moviera y que el muchacho se estremeciera por el frío. Y allí fue cuando Johnny notó que apenas estaba vestido con la camisa y el pantalón que pertenecía al uniforme de la escuela.

Johnny tuvo la misma sensación de aquella vez que había encontrado a la que ahora era su gata, dentro de una caja de cartón justo al lado de un puesto de diarios abandonado cerca de su casa. Sentía como si aquel chico fuese un pequeño animal indefenso que fue dejado a su suerte en un callejón oscuro y mal oliente

Todavía el recuerdo seguía vivo en su mente, Mei era tan pequeña que cabía en la palma de su mano, su boca se abría y cerraba intentando maullar pero fracasando ya que apenas era una recién nacida. Johnny en ese instante supo que no podía dejarla sola, que necesitaba protegerla a como de lugar, que se merecía todo el amor que era capaz de darle.

Y su corazón volvía a revivir esas emociones, el chico se veía tan frágil y vulnerable que pareciera que era imposible tocarlo sin herirlo. Entonces, Johnny sintió que debía protegerlo, aunque quizá no podría lograrlo de la misma manera en la que lo había hecho con Mei.

Johnny se quitó el abrigo, poniéndose de cuclillas en frente del desconocido para poder hacer más sencilla la tarea de envonverlo con el mismo. El joven se había hecho más pequeño cuando sintió la cercanía de aquel intruso, pero permaneció quieto dejando que Johnny procediera a hacer lo que quisiera.

Luego Johnny volvió a ponerse de pie sin apartar la mirada de él, quién permaneció en silencio observando a Johnny cuál niño mira a su madre hacer algo que él cree que es maravilloso, con los ojos grandes y brillosos.

Después de unos segundos, Johnny simplemente se dio la vuelta para irse.

Ninguno de los dos dijo nada, pero aquel momento fue tan significativo que las palabras sobraban, tan significativo que marcaría un antes y un después en sus vidas.

prince || johndoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora