Más vale malo conocido que bueno por conocer
─Si tuvieras que escoger entre ser secuestrada por un grupo de terroristas traficantes de órganos o pasar un mes encerrada con una manada de perros muertos de hambre. ¿Qué erigirías?
─ ¿Qué clase de elección es esa? Parece que tu creatividad se ha disparado luego de unos cuantos cafés. Extraño las preguntas del tipo: que escogerías, ¿escalar la montaña descalza o escalar la montana con botas pero sin pantalones?
─Deja de cuestionar mis conjeturas. Simplemente apareció la posibilidad en mi cabeza.
─ ¿La posibilidad de verte encerrada con una manada de perros o de encontrarte con un grupo de traficante de órganos? Sinceramente, no creo que los terroristas busquen en la escaza población de Dawson City, Riley. Somos el último orejón del tarro. Además de que tenemos anulado cualquier inclinación a la supervivencia o al sentido común. Y con respecto a los perros...
─Ay, ya. Me has arruinado la pregunta con toda tu lógica manipuladora. Olvídalo.
Lisa Starling ocultó la sonrisa detrás del vaso de cartón que contenía los últimos vestigios del único cappuccino que se permitía cada mes. No creía en la posibilidad de que un capricho la llevase a la ruina. Nadie podía hundirla más de lo que ya estaba. Para alguien que pisaba los últimos escalones de la pirámide de la jerarquía social lo único que podía hacer era levantar la cabeza y mirar hacia arriba.
En el ambiente, luego de escuchar las quejas de Riley sobre los dolores de cabeza que producen la racionalidad extrema, flotaban los murmullos de los turistas que recorrían las tiendas y escaparates de la pequeña galería. Era plena temporada invernal y el jaleo no se hacía esperar.
─La justicia puede ser paradójicamente injusta, ¿no?
Su mejor amiga, Riley Roy, sentada a su lado se encogió de hombros.
─Teniendo en cuenta que es una labor llevada a cabo por humanos, diría que no existe actividad moral alguna a salvo de ser corrompida.
─Me siento como Jack en la pareja de El Titanic. Definitivamente Rose no me quería hacer espacio en la tabla.
Su amiga lanzó una carcajada que llamó la atención de unos cuantos turistas que paseaban detrás de ellas. Riley Roy podía ser realmente escandalosa.
─La historia del mundo se basa en un ochenta por ciento traiciones y un veinte por ciento corazones rotos. No hay esperanza en el mundo para los ilusos, pequeña Lisy.
─Odio que me taches de pequeña cuando solo soy tres meses menor. Estoy segura de que si fuéramos gemelas alardearías de los dos minutos con anterioridad de nacida.
─Los privilegios son para la minoría, Lisy. Al menos en este mundo. Y una tiene que saber cómo aprovecharlos.
Lisa negó con la cabeza sin poder evitar que una sonrisa estirase las comisuras de sus labios. Riley Roy era conocida por ganar discusiones a costa de tergiversar las palabras de su adversario. Por suerte nunca había sido objeto del talento de su mejor amiga pero tampoco inflamaría su ego aceptando su razonamiento.
─Estoy comenzando a aburrirme de Thai. Ni siquiera sé por qué estoy con él. Quiero decir ¿qué futuro le ves a nuestros hijos si su padre tiene nombre de rollito de sushi?
Lisa Starling despegó la vista de uno de los profesionales de la pista enfrente de ella para posarla en su amiga. Frunció aún más el ceño cuando descubrió que hablaba en serio. Los ojos rasgados de Riley, con su clásica expresión risueña, se mantuvieron en la pista de snowboard frente a ellas.
ESTÁS LEYENDO
Perspectiva
RomanceVivir en Dawson City se reduce a vivir con nieve la mayor parte del año. Desde pequeña, Lisa Starling se escabulle a su mundo de ensueños donde solo es ella y un par de esquíes prestados. Pero cuando se ve involucrada en un problema no le queda otra...