Capítulo Nueve

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Cada palo aguante su vela

Resultó que todo aquello era producto de su imaginación.

Era lógico.

Lisa sabía que era una persona que gozaba de una creatividad sin límites aunque formar todo aquel escenario era pasarse de veras. El cobertizo, el escape por el hueco, la caída de culo al saltar la reja, el cuartucho de limpieza... y Readen.

Excepto que no había imaginado todo aquello. No había abierto los ojos de golpe y despertado en su incómoda cama con la respiración agitada y el corazón latiendo a mil por hora. Su mente tardó en procesar la nueva información. Si no estaba soñando... entonces realmente tenía a un desconocido, potencial psicópata tal vez, con el que había firmado un trato de dudosa legitimidad, pegado a sus labios. La situación sobrepasaba los límites de lo objetivamente aceptable y por temor a aquella realidad demasiado utópica permaneció con los ojos cerrados. Se encontraba en un estado de sorpresa tal que se vio respondiendo al beso. Un par de manos se posaron en su nuca pegándola más a su cuerpo. Ella sujetó los brazos para no caerse.

Debía ser el sueño más eróticamente extraño que hubiese tenido.

Cualquier explicación coherente que quisiese encontrar ante el impulso de Raeden quedó acallada por un estado de adormecimiento total. Alguien se acercaba por el pasillo, muy posiblemente el viejo Blossom y, por alguna razón incomprensible, su cómplice en aquella misión de vida o muerte se había lanzado e cabeza a buscar una solución en sus labios. Ciertamente nunca nadie la había besado tan bien. Si besar era un talento, Raeden sabía explotarlo. Lisa Starling había besado solamente a dos chicos en toda su vida: la primera fue bastante vergonzosa pues Riley la había convencido para reunirse con dos amigos y, cuando llegó el momento en el que su amiga consiguió atrapar a su objetivo, el amigo sobrante decidió lanzarse sobre ella para eliminar la incomodidad del silencio; y la segunda vez resultó aún peor, una interesante anécdota que acabó con un rechazo y comenzó con el histórico odio de Dante hacia ella. Por lo que el repertorio de experiencias amorosas no era muy basto.

Excepto ahí. Esa era la razón por la que Riley continuaba besando a diestra y siniestra.

Sus labios eran suaves y los movía de una manera exquisita, con exigencia pero sin resultar salvaje. Casi parecía contenerse. Las manos del desconocido se trasladaron desde sus hombros hacia el sur dejando una estela de escalofríos que le recorrieron la columna. Lisa apretó aun más los brazos apoyados en los antebrazos de él. Tenía que detener aquello... era una locura. Estuvo a punto de separarse cuando un ligero mordisco en el labio inferior la instó a abrirlos y el contacto de su lengua borró cualquier vestigio de cordura que pudiese quedarle. «Dos locos hace un cuerdo» había dicho. Cuánta verdad en una frase.

Ninguno fue consciente del nuevo sujeto en la habitación el cual se asomó para echar un vistazo detrás de la puerta.

─ ¡Raeden, maldito bastardo!

Cualquier hechizo se rompió como si los hubiese atropellado un tren bala por estar en el medio de las vías. Con el cuerpo tenso como una cuerda, Raeden le tapó la boca a una conmocionada Lisa quien no acaba de bajar al mundo real. El cuerpo de él era o bastante ancho como para que ella no pudiese ver al otro lado de quién se trataba. Los ojos se ella subieron hasta el rostro inquieto de él, no le devolvió la mirada pero apenas volteó la cabeza rápidamente estrechando los ojos y distinguió la figura recortada bajo el foco amarillento de luz, se relajó visiblemente. Por la voz se trataba de un chico, nada similar al ronco tono de la voz del viejo Blossom.

La confusión en la que se había visto consumida a causa de las sensaciones parecieron desparecer como humo ante la adrenalina que le recorrió el cuerpo: aún no estaba a salvo, continuaba allí, atrapada y con un malestar que comenzaba a crecer. Golpeó la mano que le tapaba la boca, atrayendo la atención de un ceñudo Raeden, y lo apartó empujándolo con las manos en su pecho.

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⏰ Última actualización: Sep 19, 2020 ⏰

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