Capítulo 21

3.4K 428 224
                                    

|No confíes en nadie, ni si quiera en quien más quieres|

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

|No confíes en nadie, ni si quiera en quien más quieres|

Silencio.

Después de mi incómoda y abrumadora pregunta entre Ian y yo se creó un halo de impenetrable y espeso silencio.

Este había desviado sus ojos hacia el suelo evadiendo mi mirada, no podía lograr descifrar la expresión en su cara pero su pierna moviéndose de manera intranquila me llevaba a pensar lo peor.

Ian sabía más de lo que me había dicho.

¿Pero porqué?

—Ian, respondeme. —titubeé las palabras unos segundos entre mis labios.

—Es complicado. —se limitó a responder sin aún devolverme la mirada.

Tomé una larga respiración sintiendo como cada músculo de mi cuerpo se tensaba ante la incertidumbre.

¿Qué es lo que era complicado?

¿F.A.R.G o decirme la verdad?

No podía creer que el también me estuviese haciendo esto.

—Confiaba en ti, Ian Koch. —casi escupí sintiendo mi rostro arder.

—Galilea, yo... —trató de hablar pero antes de que cualquier palabra relevante saliese de su labios se calló.

Creando nuevamente un abismal silencio entre nosotros.

—Entonces es cierto... —murmuré. —No me dijistes todo lo que sabías. —sentí como mi voz se quebraba.

El silencio seguía haciendo eco de manera ensordecedora.

El nudo en mi pecho se hacía más grande  a cada segundo que pasaba.

—I.K tenía razón, no puedo confiar en nadie. —susurré con rencor.—Ni si quiera en ti.

Me levanté sintiendo como las piernas aún me temblaban debido a las contusiones pero a pesar de que aún me sintiese débil estaba dispuesta a irme.

No quería seguir ni un solo minuto más ahí, no quería seguir viendo como me mentían en la cara.

Antes de que pudiese atravesar el marco de la puerta Ian sujetó mi mano con fuerza girandome hacia él.

—No te vayas. —sus ojos grises me analizaron con cautela.

—¿Por que debería quedarme?
—exclamé soltándome de su agarre. —¡Me has mentido! —enfaticé sintiendo como mi respiración se agitaba a causa del enfado.

—Déjame explicartelo... —suspiró tratando de mantener la calma.

—¿Explicarme qué? —escupí con rencor—No hay nada que explicar, está todo claro.

Mentiras Peligrosas ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora