Capítulo 16

4.1K 554 550
                                    

Si no juegas con fuego te acabas muriendo de frío

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Si no juegas con fuego te acabas muriendo de frío.

Humo.

Todo lo que alcanzaban a divisar mis  confusos ojos verdes, era una gran e interminable masa gris cerniéndose de manera amenazante sobre nosotros.
La pequeña cabaña ya había comenzado a parecer un montón de recuerdos ardiendo bajo el recuerdo de lo que algún día solía ser, más que una estructura segura dónde poder estar.

Todo había sucedido muy rápido, desde que Ian había olido la gasolina y la madera ardiendo, tan solo habían pasado unos instantes, la cabaña había comenzado arder de manera automática después de aquello.

Estábamos tratando de caminar para salir de dónde estábamos, pero parecía una misión imposible.

Todo se encontraba lleno de fuego a cada metro que avanzábamos.

Además mis pasos cada vez se habían vuelto más débiles. Aquellos vapores producidos por la madera ardiendo no dejaban de invadir mis pulmones, haciendo que mi respiración fuese pesada ante el ambiente irrespirable.

Ian caminaba a mi lado tratando de sujetar mi cuerpo contra el suyo para que no cayese, las piernas no habían dejado de temblarme ni un solo minuto desde que habíamos emprendido el camino, perfectamente podía sentir como mi organismo me amenazaba con fallar en cualquier instante.

Apenas podía sentir como mis pulmones se llenaba de oxígeno en cada bocanada ya que este en el ambiente cada vez era más escaso.

Estaba siendo sumamente difícil mantenerme despierta.

—Galilea, aguanta por favor.—susurró con un hilo de voz mientras sostenía mi cuerpo como podía.

Sus ojos grises inundados de preocupación me examinaron.
Ian no había dejado de andar tirando de mi desde que la cabaña había sido incendiada, este había conseguido tirar la puerta abajo de la habitación en la que habíamos estado encerrados antes de que todo esto ocurriese.
Se había visto obligado a hacer eso, ya que en el momento que habíamos intentado salir el pomo ya estaba demasiado caliente como para tocarlo.

Las llamas ya hacia rato que se habían propagado por todas las habitaciones,  cada vez era más difícil caminar sin chocarte con el fuego que ardía sin descanso destruyendo todo a su paso.

—No puedo respirar.—La tos se apoderó de mis palabras.

La vista comenzó a volvérseme borrosa y los ojos a pesarme de manera exagerada obligándome a parar.

Parecía que en cualquier momento la consciencia iba abandonarme dejándome presa del incendio.

Mis mejillas comenzaron a sentirse húmedas, las lágrimas habían brotado hace ya tiempo sin mi permiso debido al profundo dolor que se había instaurado en lo más profundo de mi pecho, sentía que iba a desfallecer en cualquier momento, mis pulmones ardían en cada bocanada y las múltiples quemaduras en mis piernas me hacían casi imposible el poder andar.

Mentiras Peligrosas ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora