Capítulo 3.

90 11 7
                                    

Alice;

Acabó la clase y sonó la campana indicando que era hora del descanso. Últimamente estaba algo ausente y no me enteraba de nada de las explicaciones de los profesores.

Cogí mi bolso, metí la carpeta y el estuche en el interior y me dirigí hacia la salida del aula sin esperar a nadie. No me apetecía ir acompañada de nadie más, me había acostumbrado a estar rodeada de gente y a lidiar con ser una cara bastante conocida en Rutgers, pero esta vez quería romper con eso e ir más a mi aire.

—Hey, ¿qué tal? —me sonrió Bonnie justo cuando llegué a las taquillas, dónde había quedado con ella.

—Cansada —respondí con total sinceridad, considerando que por las noches me costaba mucho dormir—. ¿Y tú?

—Yo bastante animada, así que tengo que contagiarte mi energía —dijo acercándose para fundirme en un abrazo.

—Espero que funcione —deseé con todas mis fuerzas—. Va a estar complicado.

—¿Por qué? —me miró alzando su ceja—. ¿Qué ha pasado?

Dejé varios libros en la taquilla y a continuación la cerré con desgana.

—Nada... —no me apetecía hablar del tema.

—Alice Evans, a mí no puedes mentirme.

Eso era verdad.

—¿Podemos ir a un sitio a hablar más tranquilas?

Bonnie enseguida asintió con la cabeza.

—Claro, vamos —respondió con una sonrisa.

Pasamos primero a por nuestro habitual café bien cargado, que precisamente en ese momento lo necesitaba en exceso, y después nos sentamos en uno de los bancos del campus.

—Dispara —me señaló con su dedo índice mientras bebía de su vaso desechable de cartón.

Cogí aire y crucé mis piernas, colocando una encima de la otra.

—Ayer vi a Luke —en cuanto escuchó ese nombre salir de mi boca fue a decir algo, pero un gesto la silencié—. Ya sé que tengo varias clases con él y lo normal es que lo tenga que ver día a día, pero no lo vi aquí en la universidad —le expliqué antes de que se anticipara—. Fui a comer con Jack después de las clases y me lo crucé. Pero me lo crucé tal cual, de chocarme con él y todo —tragué saliva.

—¿Como en las películas? —preguntó con cara de sorpresa.

—No, en las películas todo es maravilloso —negué con mi cabeza—. Y esto es la vida real, aquí no existen las cosas ideales.

—¿Qué pasó para que no fuera ideal? Espera... —frunció su ceño—. Pero si no querías saber nada de él.

—Pero tampoco quiero que me ignore —espeté—. Me sentí como una completa estúpida, ni siquiera me miró a la cara.

—A ver, corazón... —Bonnie juntó sus manos—. ¿Te recuerdo cómo terminasteis? Tú te fuiste con Jack y le dejaste con la palabra en la boca rogando explicarte todo lo que había pasado.

—Lo sé —desvié mi mirada—. Tampoco tenía mucho que explicarme, lo que hizo no puede cambiar.

—¿Entonces de qué te estás quejando ahora?

—De nada, no debería quejarme de nada —suspiré con frustración—. Pero no me gusta que me trate con indiferencia, parece que no haya significado nada para él —dije apenada.

—¿Y qué querías que hiciera? ¿Cómo fue vuestro encuentro? —se rascó la barbilla—. No me lo has contado.

Dejé mi vaso a un lado y empecé a jugar con mis dedos nerviosa.

Hasta encontrarnos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora