Capítulo 6.

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Alice;

Acababa de llegar a casa después del maldito trabajo. Por supuesto, había grabado la escena final con Luke con toda la desgana del mundo y ahora me encontraba de un mal humor tremendo.

Entré en casa y supe que mi padre no estaba debido a que todas las luces se encontraban apagadas. Dejé las llaves en el recibidor, me quité la chaqueta y me fui directa a la habitación.

Ni siquiera me vi con fuerzas de ponerme el pijama, me tumbé en la cama tal y como iba vestida. No es que fuera lo más cómodo del universo pero me daba igual.

Coloqué los auriculares en mis orejas tras conectarlos al móvil y buscar en Spotify mi lista de reproducción hecha única y exclusivamente para momentos tristes.

Hay días en los que la tristeza se cura con más tristeza.

Enseguida comenzó a sonar 'Jealous' de Labrinth. Cerré mis ojos y me perdí en la música que sin pedir permiso invadió mis sentidos. 

Menuda mierda de sábado, ¿no?

Antes mi vida no era así, de repente todo había cambiado y no me cabía duda que era para mal.

¿Por qué?

En menos de un año me había convertido de ser la chica más popular y admirada de Rutgers a ser una más. Ahora la gente pasaba de mí, ya no me miraban por los pasillos, las chicas no cuchicheaban cuando pasaba por su lado ni los chicos me piropeaban como si fuera la mismísima Gigi Hadid. A veces incluso me habían sacado algún parecido.

Estar con Jack era brillar más que nunca, pero no con luz propia. Yo no era la estrella, era él. Y desde que no estábamos juntos yo era la indiferencia personificada.

Me habían abandonado hasta las que consideraba mis amigas, excepto Bonnie que siempre estaba para mí y me quería de verdad. Ella era el claro ejemplo de una amistad pura, no me veía como un interés sino como la persona que era.

Me paré un tiempo a reflexionar sobre todo, sobre los giros que da la vida, las personas que vienen y se van...
Si algo estaba claro era que no podemos hacer planes de nada, porque cuando menos lo esperas sucede lo que nunca imaginabas. Y yo tenía que estar preparada para afrontar tantos baches y tormentas, tenía que sentir que nada podía conmigo.

Cuando me cansé de estar todo el rato en la misma posición, mi cuerpo y me coloqué de lado para llamar a Bonnie.

Necesitaba hablar con ella. Siempre que me entraban estas crisis existenciales ella era mi mejor aliada.

Pausé la canción que estaba escuchando y al segundo pitido lo cogió.

—Oh, Ali —dijo como si mi llamaba le hubiera pillado de sorpresa—. Justo iba a llamarte yo.

—¿En serio?

—Así es, tenemos telepatía —pude imaginarme su cara.

—Wow —dije en un tono gracioso.

—Resulta que iba a preguntarte qué tal habéis quedado con el trabajo y si te apetece cenar chino esta noche —explicó—. He merendado tortitas y aunque pensaba seguir la dieta no sé por qué se me ha antojado comida china y ahora no puedo quitármelo de la cabeza, ¿sabes? —preguntó cogiendo carrerilla—. Lo primero puedes omitirlo ahora y contármelo después porque no acepto un no por respuesta a nuestra cena, a no ser que hayas quedado con un buenorro... en ese caso me lo pensaría.

Hasta encontrarnos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora