Capítulo 4.

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Luke;

Me aflojé la corbata que estaba apretando mi cuello y me sentí algo más liberado, aunque había una sensación que seguía apretándome por encima del pecho. Seguramente no era la corbata ni la vestimenta horrible que llevaba para la situación, lo más probable es que fuera este maldito lugar.

Ya había terminado el maldito juicio y no podía borrar de mi mente las caras de aquellos que querían joderme. Me costaría un tiempo hacerlo. Tampoco podía eliminar las paredes que se iban haciendo pequeñas a mi alrededor, el eco, los banquetes de madera...

—¿Sigues preocupado? —mi abogado se percató de que no estaba siendo algo fácil para mí.

'Me estoy enfrentando al padre de la chica que me vuelve loco, ¿cómo no voy a estar preocupado?' habló mi subconsciente, pero el Luke de fuera no podía ni acercarse un poco a esos pensamientos.

—Un poco —admití, bajando las escaleras mientras buscaba el paquete de tabaco en los bolsillos del pantalón—. Ahora mismo solo necesito fumarme un cigarro.

—¿No quieres hablar de nada? —insistió.

Agradecía que fuera así, que realmente mostrara interés en mí más allá de lo profesional, pero yo no me abría con facilidad a cualquiera.

—Prefiero despejarme un poco primero —respondí con claridad.

—Está bien, lo entiendo —asintió con su cabeza—. Voy un momento a preguntar una cosa en recepción —me hizo saber.

—Vale, te espero fuera.

Salí al exterior y llevé un cigarro a mi boca en busca de algún tipo de salvación. Nunca había presenciado algo como lo que acababa de vivir y necesitaba procesarlo lentamente. No quería tomar decisiones precipitadas, ni envolverme en suposiciones que tal vez no serían reales. Mucho menos quería exteriorizar la rabia, porque lo más seguro es que me arrepintiera después.

¿Sabes esa sensación de arrepentimiento, de querer volver atrás y modificarlo todo? Era lo único que deseaba, pese a ser totalmente consciente de que no se podía retroceder en el tiempo.

Las cosas hubieran sido tan diferentes...

Seguiría estudiando con la motivación de terminar la carrera y encontrar un buen trabajo. No me privaría tanto a la hora de conocer a gente nueva sin tener que ocultar que hay un lado oscuro en mí. Y, por supuesto, sin esa mancha en el expediente de mi vida estaría conociendo a una chica estupenda y me atrevería a arriesgarme por ella. Podría besar sus labios sin rencor, ser su segunda piel cuando necesitara refugio, admirar esos ojos azules desde cerca... e incluso podría conocer a sus padres sin que pensaran que era un intento de asesino fallido.

¿Por qué tuve que fijarme en Alice si ya estábamos condenados al fracaso absoluto?

—¿Ya estás terminándote el cigarro? —la voz de mi abogado me despertó de la voz en off que mandaba dentro de mí.

—Así es —le mostré lo poco que me quedaba.

Ahí me di cuenta de lo rápido que había pasado el tiempo sin apenas inmutarme.

—Entonces podemos ir yendo al coche —hizo un movimiento con su cabeza y sacó las llaves.

Fue el primero en moverse y después le seguí. Me costaba acercarme a él, me tenía que recordar a mí mismo cada rato que no era un amigo, era el tipo que cobraba por defenderme. Qué chungo sonaba eso y todo por los líos en los que inconscientemente acaba metido siempre.

Caminamos en silencio hasta la esquina donde se encontraba el vehículo y respiré tranquilo al sentarme en el sitio de copiloto. Eso significaba que volvía a casa, que no me llevaban preso ni nada por el estilo. Estaba sano y salvo, de momento.

Hasta encontrarnos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora