Capítulo 9.

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¡Hola mis bonitos lectores! Mi favoritismo por este fic pega fuerte en estos capítulos porque me gustan mucho, no sé si es por el mundo interno y desastroso de los personajes o por las relaciones, pero el masoquismo llama acá. Muchas gracias a quienes se tomaron el cariño para leer. El capítulo de hoy lo narra Ash.

¡Espero que les guste!

Amarlo era un dulce océano de remembranza en el que pescaba sueños iridiscentes

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Amarlo era un dulce océano de remembranza en el que pescaba sueños iridiscentes. Temía que la caña se me cortase en este barco de papel.

El atardecer se coló por las viejas cortinas de nuestro cuarto en un tenue bamboleo de seda, la atmósfera chispeó con una adicción efervescente, su respiración me cosquilleó el cuello, su cuerpo encajó entre mis brazos a la perfección, sus piernas se enredaron a las mías, sonreí. Él estaba dormitando encima de mi pecho. Había una línea entre nosotros dos, si me atrevía a cruzarla y la rompía él se iría sin dedicarme un último adiós, sino la borraba tendría que resignarme a tener pedazos por corazón. ¿No era irónico? El destino me presentó al primer amor y aunque fuese correspondido nos hallábamos ahogados en las mentiras. Quizás si lo sostenía lo suficiente podría acunarlo hasta mi siguiente vida, estaba atrapado en esta densa niebla de incertidumbre en altamar. Me deslicé por sus mejillas, eran regordetas y esponjosas, las adoraba, todo acerca de él en realidad. Pero amarlo era cruel, me había dejado vacío.

Onii-chan. —Lo removí con suavidad—. Vas a llegar tarde a clases sino te despiertas. —Él se estremeció cuando le susurré en la oreja. Que se restregase contra mi camisa fue un estrago para mi alma, me pregunté si él era consciente de los delirios que provocaba. Tan tentador, como un conejito esperando ser devorado.

—Solo un poco más. —Me tembló la respiración en estos toques de terciopelo. Le acaricié la cabeza, memorizando la suavidad que esa rebelde matita abenuz me confería, ¿no era injusto? Él iba encendiendo ilusiones como si fuesen cigarrillos—. Me gusta descansar a tu lado. —Cenizas eran sus promesas y nicotina sus besos. Esta relación sería letal.

—Tienes que terminar la tesis. —Él chasqueó la lengua, apretando los párpados con aún más fuerza. Suspiré, perdiéndome en tan deliciosa esencia. El aroma de Eiji Okumura era más seductor que el tabaco, pero no se lo diría—. Sino te despiertas te comeré a besitos. —Él se tensó al percatarse de la situación en la que nos encontrábamos.

—¿Q-Qué? —Él despertó de golpe, el hálito se le escapó entre los labios, sus mejillas se mancharon de escarlata. Lindo.

—No puedes pedirme que me controle si despiertas así de bonito. —Apreté sus mofletes para repartir pequeños besos alrededor, desde su nariz de botón hasta su mentón, su carcajada fue adorable, este jugueteo una calada de felicidad.

—¡Ash! ¡No seas infantil! —Pero no me detuve—. ¿Qué fue lo que pasó? —La tensión fue insoportable.

—¿No lo recuerdas? —Apoyé los codos contra la cama, mi mundo pereció dentro de esas obsidianas—. Nos besamos tanto que te desmayaste. —La vergüenza se manifestó en cada una de sus facciones como un bello carmesí—. Creo que deberíamos practicar más para reforzar amistad. —Él me arrojó un cojín, humillado. Él era tan divertido de molestar.

La tentación del lince.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora