Su rostro cautibava a la gente, su mirada era penetrante, su rostro era encantador, su voz era simplemente perfecta, su personalidad fría y misteriosa atraía a más gente, su cuerpo era exquisito.
su edad, su verdadero nombre, su vida por fuera de la...
Su respiración agitada llenaba la sala llena de espejos gigantes, mientras Jay se sentaba en el cálido piso de madera, intentando recuperarse. Sus mejillas levemente sonrojadas y el sudor que corría por su rostro marcaban el esfuerzo de varias horas practicando la nueva coreografía.
El pensamiento de ver a su familia era lo que le daba fuerzas para seguir adelante. Imaginar las delicias preparadas por su madre, el ambiente cálido creado por su hermana menor y la comprensión de su hermano menor lo motivaban a dar lo mejor de sí mismo.
Con paso lento, se levantó del suelo impregnado con el calor de la habitación. Soltó un suspiro cansado y se acercó a una mesa en un rincón, buscando su celular en una bolsa deportiva negra. Al encender la pantalla, sus ojos café claro se encontraron con la hora: apenas eran las 4:30 de la tarde. El sonido de la puerta lo hizo voltear.
Un hombre de mediana edad se asomó por la puerta y se acercó a Jay con paso firme.
—Jay, es mejor que regreses a casa por el momento. Continuaremos mañana —dijo el hombre, llamándolo por su apodo.
—Sí, gracias, Víctor —respondió Jay mientras cogía su bolso. Víctor le dio unas palmadas reconfortantes en la espalda antes de sonreírle.
—De nada. Los miembros del staff te esperan frente al ascensor. No quiero escuchar que los has evadido de nuevo. Es por tu bien —añadió con un tono de regaño, apretando los labios como era típico en él.
—Entendido —respondió Jay con seriedad y serenidad en su semblante.
Se dirigió hacia la puerta de la sala a paso lento. Antes de que saliera, la voz de Víctor lo detuvo.
—Llega temprano mañana. Tenemos que hablar sobre la próxima gira —indicó antes de que Jay saliera por completo, recibiendo un asentimiento del joven.
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Apoyó la cabeza en la ventana del auto, observando las calles de Bogotá iluminadas por los últimos rayos de sol. El frío exterior ayudaba a despejar su mente. Los días recientes habían sido agotadores; lanzar varias canciones y un nuevo video musical no era tarea fácil. Aún quedaba completar el próximo álbum en desarrollo.
La ropa deportiva acentuaba su delgada complexión y abdomen marcado. Soltó un suspiro de cansancio y apoyó el codo en la parte baja del vidrio mientras el auto avanzaba.
Las calles de Bogotá eran un caos, pero Jay estaba perdido en sus pensamientos, cerrando los ojos por un momento, sintiendo el cansancio invadirlo lentamente.
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Abrió los ojos con pesadez, aún en movimiento dentro del auto. Sabía que no habían llegado a casa todavía. La oscuridad del cielo y las luces de la ciudad eran reconfortantes.
Secó con delicadeza un ojo húmedo y soltó un suspiro somnoliento. Observó por la ventana del auto, reconociendo las calles que indicaban que estaban cerca de casa.
Miró al conductor, un hombre de mediana edad con algunas canas y una barba en forma de candado que le daba un aire distinguido.
El sonido de su celular rompió el silencio. La melodía suave y familiar lo reconfortó. Sacó el teléfono de su bolsillo y vio el nombre de quien lo llamaba, soltando un suspiro de agobio antes de contestar.
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—¿Sí? —dijo con voz notablemente cansada.
—Jay, parece que el tour se adelantó —informó la voz al otro lado de la línea.
—¿Para cuándo? —preguntó Jay con semblante serio pero frustrado.
—Salimos en una semana. Tenemos que adelantar la producción del MV y la grabación de tu voz.
—¿No podemos hacerlo en Londres?
—No, Jay. Sabes que si dependiera de mí, lo haríamos ahí, pero el CEO quiere que terminemos esto pronto. Grabaremos tu voz temprano mañana y luego continuaremos con el MV.
—De acuerdo —respondió Jay, notándose la frustración en su tono.
—Hablamos mañana. Descansa, Jay.
La llamada terminó abruptamente. Estaba exhausto y solo quería un poco más de tiempo con su familia, pero parecía que eso tendría que esperar.
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