Su rostro cautibava a la gente, su mirada era penetrante, su rostro era encantador, su voz era simplemente perfecta, su personalidad fría y misteriosa atraía a más gente, su cuerpo era exquisito.
su edad, su verdadero nombre, su vida por fuera de la...
Ver a alguien de tu círculo cercano romperse era algo que dolía. Para Victor, ver el como Adam iba desmoronandese, era realmente doloroso.
Ver como los ojos del joven se veían cansados, las grandes ojeras, su rostro pálido y el descuido en su alimentación.
Adam era un joven de mente frágil en ciertas circunstancias, aun asi no quería que nadie le viera tan mal.
No podía dormir, en las noches las pesadillas se repetían en su mente, el. Miedo constante de volver a vivir lo mismo.
La lágrimas que desbordan de sus ojos claros todas las noches cuando nadie le ve, los gritos desgarradores que pegaba hasta que su garganta se desgarrara.
El como la ansiedad le estaba consumiendo lentamente y en silencio, sus manos llenas de heridas.
Adam ya no era el mismo, vivía con miedo. No le gustaba verse al espejo, no quería seguir viendo algo que no era él, quería salir del abismo en el que le habían sumergido entre llanto y dolor.
Notaba como su madre hacia de todo para ayudarle, su hermano y amigos, pero para él ya no había nadie, nadie que pudiera sacarlo de la oscuridad que en la que le habían sumergido sin quererlo.
Nuevamente estalló en llanto, jalando de sus cabellos con fuerza, apretando los dedos de sus pies con brusquedad. La habitación destrozada, nadie le juzgaba si para él la mejor forma de desahogarse es destruir todo le dejarían, más no dejarían que se lastimara.
Pero... Nadie estaba con él en ese momento, de sus manos la sangre escurria sin detenerse, los gritos se hicieron presentes.
Estaba mal, cada parte de su cuerpo lo gritaba.
—por favor. — Dio un suave susurro entrecortado por las lágrimas y el dolor de su garganta—. No quiero más esto, ya no aguanto más.
Rogó, sabiendo que posiblemente nadie le escucharía, rogando por su estabilidad mental y emocional, rogando por ser libre, rogando por salir de una oscuridad muy profunda.
Hasta el momento nadie podía hacer nada, nadie podía brindarle más ayuda de la que él mismo negaba.
Los sollozos inundaron la habitación. El sonido de la lluvia chocando su ventana era tan agradable, pero el espeso bosque que le rodeaba hacia que el miedo volviera.
Adam sabía que si no intentaba que esta situación parará, nada volvería hacer como antes, lo tenía en claro aún si lograba mejorar.
Sería difícil, estaba más que roto, aquel accidente realmente le lastimo de muchas maneras.
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—¿En que piensas?. — Pregunto el hombre sentado delante de él—.
—En nada en particular, simplemente me sumi en algo no tan importante.
—Yo no creo que sea algo sin importancia, Adam, estás llorando. — Dijo preocupado—.
El latino tocó con cuidado sus mejillas, era cierto, no es alguien que suela llorar mucho después de hacer la rehabilitación.
Aun así, no le afecto, siguió con su expresión neutral, aun con las lágrimas callendo y sus mejillas sonrojadas, desvío sus ojos a un punto del restaurante, sin saber él mismo que veía.
El hombre simplemente no dijo nada más, no quería presionarlo, todos tenían que darle su espacio y pensar muy bien en las palabras que solitarias antes de hablar con él. Sin preguntas inapropiadas que le recordarán algo de todo eso.
Adam ya no era el mismo, aun así habían cosas del antiguo Adam que seguían ahí, aun sin él darse cuenta.
Definitivamente el 2018 fue el año más horrible de todos. Suspiro aun con dolor, parece que el dolor era algo que ya todos lograban conocer sin brechas, pero el latino lo conocía mejor que nadie.
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