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                    ஜ۩۞۩ஜ Ҝιᶰ𝑔 ஜ۩۞۩ஜ

Narrador Libre:

Caía en lo más profundo del abismo, su dolor no tenía comparación con el de otros. En sus ojos brillaba la luz más triste que se pudiera encontrar en un ser humano, mezclada con el miedo que todos aborrecemos.

Su mente se deslizaba sin control. Lo que quedaba de ese ser tan puro se fracturaba lentamente. La locura latente en lo más oscuro de su ser comenzaba a emerger, mientras su cordura se agrietaba poco a poco. Un grito de dolor escapó de sus labios.

Nadie lo escuchó, nadie lo ayudó, nadie le brindó consuelo. Nadie estuvo allí para ella cuando ella estuvo para todos. Así era el mundo, una contradicción oculta bajo lo que se llamaba pureza. ¿Pureza? ¿Qué era eso? Esa palabra ya no tenía significado en este mundo, al menos no como solía tenerlo.

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Leyó lentamente las palabras escritas en las hojas del libro de tapa azul marino. Estaba sentado en la sala de su casa, donde el aroma de la comida recién preparada llenaba el lugar. Las risas de una pequeña niña de dos años llenaban de calidez el ambiente, mientras el silencio característico de su hermano mayor indicaba que probablemente estaba encerrado en su habitación, inmerso en sus propios intereses.

Cerró el libro y lo dejó sobre su regazo, observando a la pequeña correr y reír. Amaba profundamente a esa niña.

Si dependiera de él, abandonaría todo y se dedicaría a recuperar todas las horas de sueño que había perdido en los últimos cuatro años. Sin embargo, disfrutaba de lo que hacía, aunque ansiaba desesperadamente el descanso que tanto necesitaba.

— Cariño, llama a tu hermano, es hora de cenar —la voz dulce de su madre lo sacó de sus pensamientos.

Asintió levemente y se levantó de la cómoda silla. Atravesó la sala y el comedor, llegando al pasillo que llevaba a las habitaciones. Frente al baño se encontraba la puerta de la habitación de su hermano menor.

Tocó la puerta de madera oscura y esperó unos momentos, sin recibir respuesta. Supuso que su hermano estaría usando audífonos. Abrió la puerta con cautela y la encontró entreabierta. Allí estaba, sentado frente a una pequeña mesa de madera, concentrado en la pantalla de su portátil azul y con auriculares blancos cubriéndole los oídos.

El chico, recién cumplidos sus 18 años, giró la cabeza hacia la puerta al ver a su hermano mayor haciendo señas hacia el comedor. Entendió el mensaje implícito.

Se levantó de su silla cómoda, dejó los auriculares a un lado y se acercó a su hermano mayor con una sonrisa. Este último pasó un brazo sobre sus hombros y ambos caminaron en silencio hasta el comedor.

— Hijo, ¿podrías ayudarme a poner los platos en la mesa? —preguntó la madre con su voz cálida y una sonrisa hermosa al ver llegar a su segundo hijo.

— Sí, señora —respondió él, yendo hacia ella para recoger los platos ya servidos.

Con cuidado, llevó los platos a la mesa de madera oscura con base de vidrio, creando un espacio elegante y moderno. Colocó cada plato en su lugar correspondiente y se sentó al lado de su hermano.

— ¿Cómo te ha estado yendo con eso...? Bueno, ya sabes —intentó iniciar una conversación, pero le costaba encontrar las palabras adecuadas.

— ¿Así es como empiezas una conversación con tu hermano? —respondió el menor con tono divertido.

— Como si tú tuvieras una mejor forma —se defendió un poco indignado, cruzando los brazos.

— Cariño —intervino la madre dirigiéndose al mayor—, ¿no le has dicho a tu hermano?

— No, todavía no —respondió el famoso, volviendo a su típica faceta.

— ¿Decirme qué? —preguntó el menor confundido.

— Voy a viajar a Inglaterra para empezar el rodaje del MV de la primera canción de mi nuevo álbum —anunció con sencillez, aunque sabía que la noticia no sería bien recibida.

— ¿Qué? —exclamó incrédulo—. Pero volviste hace solo dos semanas. ¿Vas a irte de nuevo?

— Me temo que sí —respondió, mirando a su pequeño hermano con una expresión algo triste.

— ¿Cuándo te vas? —preguntó mientras se rascaba el brazo nerviosamente.

— Aún no lo sé. Mañana hablaré con el manager al respecto. Por cierto, Sara está muy callada —añadió con un tono divertido.

— Oh, no —murmuró la madre—. ¡Sara! —y corrió hacia la habitación de la pequeña.

— Sara ha vuelto a meterse en problemas —comentó el hermano mayor mientras se servía una tostada.

— No es algo raro que suceda —dijo con una sonrisa—.

La noche transcurrió con una cena cargada de calidez, entre bromas y risas, con regaños de la madre hacia la más pequeña por no querer comer adecuadamente, mientras el mayor de los hermanos se preparaba para partir de nuevo, esta vez por un período indefinido.

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Lejos de allí, dos chicos miraban con asombro y admiración la pantalla de un dispositivo. De este emanaba una voz masculina, delicada y sin imperfecciones.

— Es... ¡increíble! —exclamó emocionado el rubio.

— Lo sé, lo he estado siguiendo durante mucho tiempo —respondió el menor de los dos.

Ambos se miraron emocionados. La voz que salía del dispositivo era conocida, no solo nacionalmente, sino internacionalmente. Era KING, un joven latino cuya apariencia era un misterio para sus fanáticos, pero no para STAR.

¿Quién habría pensado que dos de los artistas surcoreanos más reconocidos a nivel internacional serían fanáticos apasionados de la estrella colombiana, KING?

K̸̪̪͉̪̍͗I̴͉̠̳̤̬̻͌N̷̙͙̹̦̤͆̊̾͜G̴̨͈̻͖̣͉͇̀̈̾̀ | BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora