3• Desde aquel día.

80 15 18
                                    

4 años antes...

Febrero, 2018.

El invierno nunca fue mi estación favorita desde que tengo memoria, sobre todo porque aun cuando termina, el frío no se va del todo. Aun así, las reuniones, o fiestas (como le llaman algunos) en la playa, no dejan de hacerse presente durante esta temporada y esa es una de las cosas que me agradan, porque con el frío, el alcohol, la música y la fogata sientan realmente bien.

Me subo a mi auto y rápidamente me adentro a la carretera, otro punto a favor del invierno es que en las noches no suele haber demasiado tránsito, por no decir nulo. Hace bastante frío como para estar a la luz del fuego bajo las estrellas junto a la orilla, donde el viento sopla más fuerte debido a las grandes olas que se forman, pero cualquier excusa está bien para mí, con tal de acercarme al mar.

Debato conmigo mismo que quiero poner música, pero las opciones son tantas que no sé por cuál empezar y no identifico estado de ánimo que tengo como para escuchar qué. Tarareo una canción que escuché en algún lado y ahora no recuerdo cuál es mientras doblo en la esquina para llegar a la siguiente calle. Al estar todo tan desolado, no tardo nada en llegar al puente que finalmente me conecta con aquel sector de la playa donde se encuentra esa fantástica reunión de invierno. Por el retrovisor diviso un auto que viene con tranquilidad a lo lejos, y por delante parece venir otro vehículo que no puedo reconocer debido a que es un punto de luz blanco a lo lejos, y frunzo el ceño porque se agranda con rapidez, moviéndose de un lado a otro. ¿Es un auto?

El zigzagueo es constante y demasiado rápido como para que pueda detenerse a tiempo, y entonces diviso la moto descontrolada que se acerca a toda velocidad. Piso el freno con fuerza, teniendo al segundo el corazón en la garganta porque mi vehículo no cede. Presiono el pedal con ímpetu, de forma continua, ¡pero esta cosa no se detiene! Mis ojos viajan de aquellas ruedas incontinentes a los controles de mi auto, buscando una solución. Giro el volante hacia un lado, luego al otro, pero tampoco puedo hacer lo que quiera, detrás viene otro coche, hago parpadear las luces para que sepan que está ocurriendo algo, toco la bocina una, luego otra y otra, hasta que mi mano se pega a ella. ¡Por favor, alguien deténgase! Mi pierna se mueve frenéticamente de arriba abajo, ¡por favor responde! ¡Por favor!

—¡Detente! —grito golpeando desesperadamente el volante, ya sin saber qué más hacer.

Y todo pasa demasiado rápido. Aquella luz blanca se expande frente a mí, dejándome en la nada misma. El alrededor es puramente blanco, todo está en silencio, y ahora tampoco puedo moverme. Siento que no puedo respirar, pero tampoco me molesta. Y poco a poco todo se oscurece, de forma tranquila, indolora, y plenamente en paz, ni siquiera me doy cuenta.

¿Alguna vez han experimentado una situación cercana a la muerte?

Tengo que admitirlo, creí que sería más emocionante, pero en el momento en el que llega, ni siquiera lo notas. Todo aquello a lo que creemos temer, todas esas preguntas que nos hacemos continuamente no existen, porque nosotros no existimos más, ya no estamos aquí. Es solo un simple segundo. No cambia absolutamente nada.

Despierto aburrido, como si simplemente mis ojos se abrieran luego de una siesta diaria, acostumbrados a la sensación, al sentimiento y al dolor.

—¡Matt! —mi hermana Tammy es la primera en verme y ponerse de pie al darse cuenta que estoy despierto, bueno, vaya, en realidad es la única que está aquí.

—Hola —sonrío como si nada, pero adolorido en alguna parte de mi cabeza.

Ella suspira, como si se hubiese quitado un gran peso de encima.

Deuda Pendiente #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora