Epílogo.

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El cielo tiene un bonito color azul, las nubes son casi inexistentes y el sol brilla, asomando sus rayos por alguna de las hojas de los árboles. Yugyeom me está tomando de la mano, yo estoy haciendo presión en nuestra unión y creo que puedo llegar a lastimarlo, pero él no parece inmutarse.

Ante cada parpadeo, una nueva lágrima forma una pequeña gota en mis pestañas. Mis pupilas siguen el movimiento de ambos ataúdes mientras desaparecen en el hueco que hay en la tierra. Observo un segundo a Cian, ella está en silencio, con una expresión que no dice absolutamente nada con la mirada perdida en el sarcófago que le corresponde a Matthew. A cada uno de sus lados, tiene sus manos entrelazadas con un niño y una niña, rodeada de la familia de Matt.

En diagonal, hacia mi izquierda están Jaebeom, Youngjae y Jinyoung. Mis ojos se encuentran con los de este último, mirarlo solo me recuerda a hace una semana, cuando, todavía en Corea, hicimos una pequeña despedida para Jackson.

Siempre he odiado viajar en avión, y si bien he pasado los últimos años haciéndolo sola, no fue lo mismo esta vez hacerlo sabiendo que podría haber tenido en mi oreja los quejidos de Mark exigiendo que me calle. Volver a Los Ángeles no ha sido tarea fácil, y quedarme todavía lo es menos, pero no volveré a Corea nunca más. Mis padres ya se instalaron allí, y ya tienen claro que mis planes son otros.

La mandíbula de Jinyoung se tensa y luego traga saliva. Sus párpados se mueven de mí hacia mi agarre con Yugyeom en un movimiento demasiado sutil como para que pueda estar tan segura, pero puedo jurar que sé lo que está pensando. Han pasado tantas cosas y una sola semana, aún no tuvimos la oportunidad de hablar tranquilamente, pero tampoco estoy segura de si quiero. Durante este tiempo Cian, Yugyeom y yo nos hemos mantenido juntos como si fuésemos lo único en el mundo que tenemos, y a mi parecer, no podría estar más alejado de la realidad. A lo lejos diviso a Oliver, quien no se atreve a acercarse a la ceremonia porque no se siente parte. Yo le sonrío vagamente, incitándolo, pero el muchacho niega con la cabeza.

Resisto el llanto cuando la tierra comienza a cubrir los cajones. No quiero quedarme. No quiero pasar un segundo más aquí. Ni siquiera soporto la idea de que Mark y Matthew ni siquiera están exactamente allí dentro. Siento la mano de mi madre hacer presión en mi hombro, pero lo último que necesito ahora es que me toquen. La culpa me consume porque no debí haber dejado a Mark. No debería haberlo dejado nunca.

Una vez la reunión en el cementerio llega a su fin, toda la gente alrededor se toma varios segundos antes de permitirse dar un paso para alejarse.

—Aún no nos iremos —susurra mi madre—, ¿qué harás?

Elevo mi barbilla para intercambiar una mirada con Yugyeom, pero este tiene la cabeza ladeada hacia un lado, dispuesto a hacer contacto visual con nadie.

—Quiero caminar —respondo, e intento soltar la mano de mi amigo, pero este me sujeta con fuerza, saluda a mis padres con un leve movimiento de cabeza y se posiciona para hacerme saber que a donde sea que vaya, él también irá.

Es Tuan padre quien nos besa en la frente a cada uno y rodea a mi madre por los hombros para acercarse a las lápidas una vez que todo el mundo se empieza a dispersar. Cian aún no se mueve de su lugar y yo me distraigo con la silueta de Oliver acercándose a mí, directo para abrazarme. Él presiona sobre su pecho mucho más tiempo del que puedo tolerar antes de romper en llanto, pero hago mi mejor esfuerzo para no volver a romperme.

—Dime que te quedarás —pido alejándome.

—No lo sé. No sé qué haré a partir de ahora.

—Es increíble como la vida de todos los involucrados perdió sentido luego de todo esto.

Él presiona sus labios.

Deuda Pendiente #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora