16• A un solo paso.

76 10 67
                                    

Moscú, Rusia.

Esa misma noche.

Camino agarrada del brazo de Bambam, directo hacia la mesa que nos corresponde. Detrás de nosotros vienen Arvo y Jackson, el primero teniendo más inclinación hacia Bambam y el segundo dispuesto a protegerme a mí. Este lugar no es de mis favoritos, de hecho, es de los peores lugares a los que me agrada concurrir, pero para este momento ya me he acostumbrado. El día que Bambam fue a buscarme no sé por qué sentí una pizca de esperanza. Él ha decidido quedarse con todas las pertenencias de Markovic, y eso incluía su mansión, su casino, su dinero y sus secuaces. Y si bien Bambam no ha decidido, esta vez, no ser un hijo de puta, no me es permitido salir de la casa más que para venir aquí. Qué bien, aún no me han entregado mi libertad, pero al menos puedo dar muchos más pasos alrededor que dentro de cuatro paredes.

Una vez llegamos al bullicioso centro, Bambam me extiende su mano y me desliza una silla para que me coloque a su lado. Si tengo que comenzar a decir verdades disparatadas, la convivencia con él es mucho más divertida de lo que era con aquel ruso. Bambam ha estado tan ocupado desde que llegó aquí que no tiene ni un minuto para ponerme una mano encima, si soy sincera no sé si lo haría, pero todos aquí sabemos que es capaz. Sin embargo, se las ha arreglado para convencerme del poder que tengo, me ha enseñado a manejar armas practicando con víctimas de verdad, me ha prohibido meterme en sus asuntos y cada vez que puede se asegura de que entienda que en cuanto resuelva los problemas que está teniendo su negocio, me enviará a algún lugar porque, según él, el tema que tiene conmigo todavía no está resuelto y él es un hombre de palabra. Mientras tanto, yo suspiro y aprovecho lo que me queda, al poder circular por la mansión tengo acceso a juegos de ingenio como el ajedrez, dispongo de más de una vista para poder pintar y, lo más importante, la cantidad de libros que hay a mi merced es impresionante. Libros de economía, de historia rusa y negocios. Y, lo que es aún más entretenido, Jackson, por órdenes de Bambam, me ha enseñado a jugar al Blackjack, Ruleta Rusa y el más importante, Pase Inglés.

Me acomodo de forma elegante cuando mi acompañante se pide un whiskey para él y un vaso de agua para mí. El corazón me late fuerte, porque sé que mañana iremos a Corea, y la simple idea de todo lo que está a punto de pasar me revuelve el estómago.

Le doy un trago a mi vaso, paso la lengua por mis labios buscando no parecer demasiado obvia y coloco mi mano sobre el hombro de Bambam. Él me mira, dedicándome una mirada fría pero alegre y entonces susurro en su oído:

—Antes de empezar, quisiera ir al baño.

—Ve —concede—. Wang, acompáñala.

Respiro con seguridad y asiento antes de ponerme de pie. Me dirijo con seguridad, sintiendo el cuerpo de Jackson a menos de un metro de mí. Me detengo frente a la puerta del tocador de damas y le sonrío falsamente a mi guardia, que se ha vuelto personal, mientras me quito mi abrigo para que lo sostenga. En ese ligero movimiento él pasea sus ojos por el alrededor, haciendo un pequeño intercambio conmigo, entregándome su teléfono. Asiente de forma casi imperceptible, sin mirarme, cuando se da cuenta de que ya tengo el aparato entre mis manos y entonces me doy la vuelta para adentrarme al único lugar en el que puedo tener privacidad.

Mantengo la calma con la frente en alta al cruzarme con dos mujeres allí dentro, una está lavando sus manos y la otra está delineando sus labios. Me introduzco en un cubículo a sabiendas que puede que se vayan en seguida, y al escuchar sus pasos me asomo nuevamente para cerciorar. Lo que me encanta de este casino es lo sumamente íntimo que es cada aposento, ya que es completamente íntimo.

El móvil que tengo entre mis manos es mío, Jackson lo ha conseguido para mí hace un tiempo. Lo desbloqueo con mi huella digital y rápidamente busco el número al que quiero llamar.

Deuda Pendiente #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora