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2010.
Paige me toma de la mano y me lleva con ella hasta el patio de atrás. Corro poniendo los ojos en blanco, siguiendo sus torpes pasos y apenas la luz del sol choca contra mi cara, también lo hace un cuerpo que me abraza y luego me empuja. Yugyeom se ríe ante su travesura y le devuelvo el gesto haciéndolo caer al piso. Paige se burla de él y el chico vuelve a empujarme, se lo devuelvo aún más fuerte y luego lo señalo para que sepa que el juego se acabó. Mi hermana no puede controlar sus carcajadas y entonces Yugyeom la abraza, presionándola a su cuerpo de una forma que no me agrada para nada.
—Aléjate de ella —ordeno y tiro de su brazo, trayéndola hacia mí—. Ya te dije que no los quiero cerca.
—Ah —se queja la adolescente de trece años—, suéltame tú. Eres muy anticuado.
Paige se zafa de mi agarre y corre a los brazos de su amigo mucho más alto. Inspiro profundamente por mi nariz, dedicándole a ambos mi mejor expresión de desaprobación. Los detesto juntos.
—Él es como mi hermano —justifica—, puedo estar tan cerca de él como de ti.
Y también detesto tenerle tanto cariño a Yugyeom. Parece un niño tan inocente que me duele pensar que algún día se convertirá en un hombre igual a su padre. Y Paige lo quiere tanto, y él a ella.
—¡Chocolatada! —grita Bambam detrás de mí.
Cuando volteo tiene una bandeja con cuatro vasos repletos de chocolate, temblando debido a la fuerza que está haciendo. Pero mi atención rápidamente va más allá, donde la ventana de vidrio que da hacia adentro, me enseña un Dongjun completamente perdido, admirando a su hijo y a mi hermana. El corazón me late en el pecho amenazando por salírseme por la garganta, y entonces él suspira.
—Faltan las galletas —dice ella entonces, obligándome a ponerle atención.
Se pone de pie, lista para ir en busca de lo que quiere, pero la tomo de la mano.
—Yo iré.
—No, yo voy.
Testaruda de nacimiento, pongo los ojos en blanco cuando me suelta y se encamina a la casa. Dongjun endereza su cuerpo, siguiéndola con la mirada. Yo tenso mi mandíbula y corro cuando veo que él la sigue cuando ella pasa por su lado. Temo por demás el día que ese sujeto esté aquí y yo no, o peor, el día que ella sola vaya a la casa de los Kim y yo no pueda estar ahí por algún motivo. Desde que tengo memoria, cada vez que ella se quedó a dormir, yo estaba allí. Cada vez que ellos vinieron de visita, yo estoy aquí. No importa la hora. Desayuno, almuerzo, cena. No me interesa. Porque es siempre la misma historia. Nunca he olvidado aquel día, y yo pienso que él tampoco, pero ese espécimen me trata como si nada, ni siquiera sé si sabe que le estoy todo el tiempo con un ojo encima. Cuando se trata de Paige parece desconectarse de este mundo, no se da cuenta de qué es lo que tiene alrededor. Y ella está tan ajena... tan ajena que lo adora como si fuese un tío, o incluso un padre.
Cuando llego a la cocina él está a punto de acariciarle el cabello, mientras le sonríe al preguntarle:
—¿Quieres que te ayude con eso, preciosa?
—No, está bien, gracias.
Ella sonríe tierna e inocentemente, con él devolviéndole una expresión genuinamente maravillada.
En más de una ocasión me pregunté si lo que yo estaba viendo era correcto, después de todo, el día que se convirtió en un inicio todo esto para mí yo tenía tan solo siete años. He pasado noches preguntándome qué demonios era lo que había visto, y si era cierto. Un día lo hube comprendido, la ira creció dentro de mí como si hubiese creado una nueva persona. Un nuevo Mark que albergaba cada comentario, cada recuerdo y cada mirada que Dongjung tenía para con ella, esperando por el día que tuviese la señal correcta para dejarlo salir.
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Deuda Pendiente #3
ActionSi pudiera describirte en en cinco simples palabras: Tú eres mi deuda pendiente. Puede contener errores ortográficos o de narración. Primer copia/borrador, en el futuro o actualmente estaría bajo constante edición para ser corregida. ©Todos los dere...