Deuda Pendiente #3

13• No estás sola.

El silencio se ha vuelto amigo nuestro durante varios minutos. Los ojos de Jinyoung se mueven desesperados sobre los míos mientras se sostiene a sí mismo para frenar la hemorragia. Dentro de mí miles de sentimientos están explotando haciéndome pedazos. Creí que durante mucho tiempo ya lloré lo suficiente por Park Jinyoung, por aquel chico que conocí durante mis vacaciones, por quien se convirtió en mi profesor de biología y por quién creí estar cayendo tan profundamente enamorada hasta que lo vi en su propia aula con la misma persona por quien me había sentido amenazada. Su sola presencia en mi vida desató un caos a partir de ese momento, jugando con mi mente desde el momento en el que lo conocí. Dejé mi vida siendo su rostro lo último conocido que vi, bajo unas promesas que hasta ahora nunca tuve la certeza de si eran ciertas, y ahora sé que no.

Abandoné mi vida en Los Ángeles creyendo que él estaba muerto, abandondé mi vida en Los Ángeles por proteger una familia que ya no sé si tengo, abandoné Los Ángeles por conservar mi vida, mi vida que se volvió una mierda. Una vida que ahora, luego de todo lo que pasó, luego de que acabo de matar a una maldita hija de puta e incendiarle la cara al primer sujeto que arruinó mis jodidas vacaciones hace dos años atrás... una vida que ahora sé que no quiero. No me interesa si no hay nada en este mundo que quiera. No me interesa esta vida si estoy lejos de mi familia, de mis amigos, si estoy rodeada de mentiras.

No me interesa esta vida si no puedo estar a salvo.

Mis lágrimas caen unas tras otras ahogándose en mi garganta, cerrándomela a tal punto que no puedo emitir ningún sonido. Estoy furiosa porque tener a este hombre justo frente a mis ojos me está destrozando de mil maneras posibles. De maneras que creí que ya no era capaz de hacerlo. Todas estas situaciones han sido una mierda, pero la cúspide de la locura que me espera, es más que nada porque él está detrás de todo esto. Jinyoung ha sido una montaña rusa de confianza para mí. Creí saber quién era hasta que después no lo supe más y continué mi vida creyendo que sería una incógnita para siempre. Aquí tengo la respuesta y hubiese preferido tener la duda por el resto de mi maldita existencia en vez de saber esto. Viviendo en un país y otro continuamente, manejándome con la identidad que él me dio, guardando el dinero que él me proporcionó, tuve mil conversaciones en la noche conmigo misma, convenciéndome de Park Jinyoung.

Convenciéndome que, si existía la mínima posibilidad de que este ser humano esté vivo, sería la única persona en la que podría confiar.

Ya le estaba confiando mi vida. Mi familia. ¿Qué podría salir mal?

Todo.

Hoy el corazón me explota en el pecho por millones de razones que sí soy capaz de entender, pero no de aceptar. Hoy, aquel camino que yo creía que era incierto, en el que no sabía a dónde iba ni de dónde venía, dejando cada parte de mí, se acaba de transformar en un callejón sin salida. Estoy rodeada de hipócritas, hijos de puta y mentirosos. Estoy rodeada de gente que está sedienta de poder. Estoy rodeada de gente que no le importa derramar sangre inocente por sus propios motivos egoístas de... noséqué.

Hoy es el día definitivo.

La pared es alta, las esperanzas son bajas y no puede haber dos sobrevivientes. El más fuerte se come al más pequeño y yo estoy sola. Tengo una sola oportunidad y puede que ni siquiera funcione.

¿Luchar o rendirme?

Hay dos formas de exponer la bandera blanca. Plantarla en el suelo, en señal de éxito, o elevarla en los aires, manifestando que me rindo.

Trago saliva, y apunto más firmemente hacia su frente con ambas manos.

—Llévame a la salida —sollozo.