Me encuentro sentada a un lado de la ventana de mi habitación, estoy observando hacia el jardín delantero de el palacio, un jardín que también carece de colores más allá del verde y mientras observo el exterior, el cielo tiene un color que combina a la perfección con mi interior... Gris. Es extraño como muchas personas piensan que el dolor es efímero... Piensan que no dura por mucho tiempo en su interior y que sanar un corazón roto es tan fácil como curar una herida en la piel, pero yo creo que esas personas se equivocan... Yo creo que el dolor jamás se va, pienso que un corazón roto jamás se cura... Creó que lo que pasa es que solo se aprende a vivir con ese dolor constante en el pecho y un día parece que ha dejado de doler apesar de que la herida siga tan grande como al inicio.
De pronto mi mente se vio interrumpida por qué alguien tocó a mi puerta, planeaba levantarme a abrir, pero en ese momento la lluvia empezó a caer llenando mi ventana de pequeñas gotitas y preferí disfrutar un poco de eso.
Adelante... -dije lo más fuerte que pude sin llegar a gritar-
Escuché como la puerta se abrió, extrañamente a mi llegó el aroma de un perfume que se me hizo muy familiar, no voltee a ver a la persona que entró, solo me quedé observando las gotas caer en la ventana y de forma inmediata me encontré llorando como lo hace el cielo.
Princesa... -la escuché llamarme y mi llanto aumentó-
¿Que haces aquí, Rebecca? -dije sin poder contener mis sollozos-
Diría que estoy aquí por que el caballero siempre rescata a su amada princesa, pero no soy un caballero... y tú ya no eres una princesa -pude sentir su sonrisa- así que diré que estoy aquí por qué la florista quiere rescatar a su amada reina...
Si Jack te encuentra aquí vas a estar en problemas... -susurre sin despegar la mirada de la ventana-
Jordan lo saco del palacio para que yo pudiera verte... -escuche como caminaba hacia mi-
No te acerques... -pedi lo contrario a lo que deseó-
¿Por qué no? -pregunto sería-
No es correcto -susurre mientras pasaba mi dedo por el rastro que dejó una gota de lluvia en el vidrio-
Lo que no es correcto es que dejes que te hagan esto... Que me alejen de ti -suspiro pesadamente- eso es lo que no es correcto
No respondí nada por qué sé que ella tiene razón. De nuevo escuché sus pasos acercarse a mi y reprimi el deseo de evitar que lo hiciera, sentí su presencia justo detrás de mí y el aroma de su perfume se hizo más nítido, las lágrimas de nuevo hicieron acto de presencia en mi rostro sintiéndose amargas y más dolorosas que nunca.
Mírame... -puso su mano en mi hombro- por favor mírame, princesa...
Lentamente me di la vuelta encarandola, ví su precioso rostro opacado por la tristeza que reflejan esas preciosas orbes que posee... Me sentí miserable por ser yo quien pudo esa tristeza en su mirada.
No llores... -se arrodillo frente a mi y tomo mis manos entre las suyas- ya no sufras, Orianna... Por favor ya no lo hagas... -recargo su frente en mis manos- yo daría mi vida por qué ya jamás sufrieras... -admitió entre sollozos-
Y yo lo di todo por tu felicidad, pero ni siquiera eso pude hacer bien -admití amargada-
Es que no necesitabas hacer nada más para que yo fuera feliz -levanto el rostro y me observo con su mirada llorosa- yo era feliz contigo... Incluso en este momento me siento feliz tan solo por tenerte cerca
Me incliné un poco hacia adelante sintiendo unas enormes ganas de besarla, me detuve a mitad de camino por el pensamiento de que apesar de todo esto es incorrecto.
Ya no lo razones... -pidió- deja de herirnos por culpa de tu mente de reina...
La mire fijamente y todos mis miedos se evaporaron en la nada, me acerque más a su rostro hasta que nuestros labios se rosaron, tomé una larga inhalación y luego besé a Becca. Sus labios se sentían aún mejor de lo que recordaba... Tan suaves y tibios sobre los míos, moviéndose con calma, demostrándome sin palabras lo mucho que aún me ama y permitiendome mostrarle que es correspondida, las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas llegando hasta nuestro labios unidos y volviendo un poco salado nuestro beso pero a ninguna le importó, le dedicamos nuestra atención únicamente a ese dulce besó.
Te amo... -susurre entre besos-
Y yo te amo a ti -admitió robándome una sonrisa-
Rompió el beso para ponerse de pie, me dió su mano para hacerlo también y entonces volvimos a besarnos. Cómo suele suceder a menudo, nuestro beso sutil y dulce poco a poco fue tomando fuerza, volviéndose pasional y desesperado... Ambas decidimos ceder a nuestros corazones y entregarnos enteramente a la otra; nos amamos sin prisas, nos besamos hasta cansarnos, observamos a la otra con el inmenso amor que nos tenemos y en ningún momento me detuve a pensar que esto está mal por qué... ¿Como podría estar mal algo que me hace feliz?
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Amor Real
RomanceIncluso la realeza se equivoca. [Segunda parte «Bilogia Realeza»] Orianna Leonardi, reina de Citabella... Una chica hermosa de sangre real que fue una princesa intachable un día, pero que en algún momento recibió una carta y un arreglo de flores que...