Libertad

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Cuando la vida de una persona es miserable muchas veces ella se consuela diciendo que las cosas no pueden ser peores, que tal vez hay una pequeña esperanza de que todo lo malo desaparezca y pueda ser feliz al final del día... Ese ha sido ni consuelo desde el día en que me casé con Jack, ese día cuando mi hermano me dijo que algún día podría obtener la felicidad que merecía de verdad le creí... Pensé ilusamente que ese día si llegaría, pero a estás alturas de mi vida ya no sé si eso será posible.

¿Para que fueron a verme Milán y Jordan? -pregunto Finn por tercera vez-

Mire a Jack que permanecía detrás de su hermano como un perro guardián, el también me miró y pude atisbar lastima en su mirada.

¿Y como quieres que yo lo sepa? -cuestione sería- no sé todo lo que ellos hacen...

Tú los enviaste, Orianna -afirmo molesto-

¿Para que los enviaría? -el me miró con diversión-

Aún tienes la estúpida esperanza de que te puedes liberar de mi -sonrió- pero ya deberías perderla, querida... Jamás voy a dejarte tranquila

Yo nunca te hice daño, Finn... -susurre herida por sus palabras-

Mataron a mi padre -declaro-

¡Tú mataste al mío! ¡Y a muchas personas de mi reino! -grite perdiendo el control-

¡Elena me dejó! ¡Rompió el acuerdo! -grito de vuelta-

Ese no era mi problema -me levanté de mi asiento-

Lo fué cuando decidiste estúpidamente poner tu amor por esa patética florista por encima de las leyes de tu pueblo -declaro serio- ¿Que ganaste con eso, Orianna? ¿Obtuviste a la chica? -sonrió cínico-

¿Y tú? ¿Obtuviste a la chica? -sonreí de vuelta haciendo se su sonrisa se borrará-

Intenta lo que quieras, no te voy a dejar libre de nuestro acuerdo -afirmo-

No lo hagas -sonreí- ya veremos si te sirve de algo tener un acuerdo con una reina muerta -dije antes de salir de la habitación-

Cerré la puerta con fuerza importandome poco los modales que se espera que tenga y empecé a caminar por los pasillos de el palacio con dirección a ningún lugar en específico, solo quería despejar mi mente y alejar mis deseos de terminar con esto de una buena vez.

¡Orianna! -escuche como me llamo Jack cuando estaba apunto de llegar a la biblioteca-

No quiero hablar contigo, Jackson -afirme molesta y sin detenerme-

Caminé un poco más, pero el castaño me tomo del brazo impidiendome seguir mi camino, lo mire molesta y estuve apunto de gritarle una sarta de cosas cuando pude ver en sus ojos una tristeza profunda... Una parecida a la que veo todas las mañanas en mi reflejó y eso me hizo guardarme mis palabras hirientes.

No me sigas rechazando... -dijo casi en una súplica- no soy tu enemigo, Orianna

Eres su hermano -dije sería-

Eso no representa que esté de acuerdo con lo que hace -suspiro-

Aceptaste casarte conmigo -le recordé-

Puede que no te hayas dado cuenta, pero también soy víctima de las circunstancias... Igual que tú -negué-

Dudo que sientas lo mismo que yo siento -me solté de su agarré- no compares mi situación con la tuya por qué no sabes lo que yo siento... -me di le vuelta dispuesta a irme-

Sé que ella estuvo aquí -declaro haciendo que me congelará en mi lugar- sé que estuvieron juntas...

No sé de qué estás hablando -dije sin atreverme a mirarlo-

Claro que lo sabes... Ella aún te importa mucho ¿Verdad? -no pude responder nada a esa pregunta- no tienes que escondermelo... Yo sé que aún la amas

¿Y por qué no se lo has dicho a Finn? -cuestione nerviosa-

Por qué no quiero arruinarte esto... Necesitas tener tu libertad y esa chica te la puede dar -negué con la cabeza-

No, no puede hacerlo -suspire-

Si puede, solo necesitas dejarla intentarlo -sin más escuché sus pasos alejarse-

Me quedé ahí durante un momento, solo esperando que el regresará o que Finn apareciera por las paredes y me asesinara por traidora, pero cuando eso no ocurrió empece a caminar con rumbo a las escaleras... Hace rato no sabía a dónde quería ir, pero en este momento estoy segura de a dónde debo ir; baje las escaleras, salí de el palacio y fui directo a dónde se guardan los autos que usa la familia, tomé unas de las llaves colgadas en la pared de el garage y subí al auto menos grande que tenemos, lo encendí y sin más salí de la propiedad, conduje durante unos minutos hasta que llegue a mi destino... La florería. Baje del auto y me adentre en el lugar viendo fácilmente la melena rubia que tanto me encanta.

Orianna... -dijo sorprendida al notar mi presencia-

No dije nada, me acerqué a ella y sin más la bese importandome poco la gente que está aquí. Me sentí en el cielo al sentir sus labios sobre los míos correos siendo a mi beso con el mismo anhelo que yo la besaba, pude sentir sus lágrimas colarse en nuestro beso pero jamás me había importado tan poco algo. Nos separamos por falta de aire y unimos nuestras frentes, abrí los ojos encontrándome con su mirada confundida y enamorada.

¿Que estás haciendo...? Te verán, Orianna -susurro sin separarse de mi-

Vámonos -tome su mano y tire de ella hasta que estuvimos fuera de el local-

Oye tengo que trabajar -dijo cuando nos detuvimos frente a mi auto-

Por favor ven conmigo... -no se que vio en mi mirada, pero sus ojos se cristalizaron y se limitó a asentir a mi petición-

Abrí la puerta de copilotos para ella para luego rodear el auto y subir al asiento de piloto, así empezamos nuestro camino a un lugar a donde hace mucho que no voy.

¿A dónde vamos? -pregunto sin que yo la mirará- ¿Orianna...?

No tardaremos en llegar -respondí seria-

Decidí ignorar casi toda la situación que se está desarrollando, simplemente me dediqué a pensar en la chica que está a mi lado y en lo mucho que la amo. Me adentre en el mismo caminó que recorrí junto a ella hace poco más de un año, sentí el enorme deseo de llorar por culpa de la melancolía que me causo recordar ese momento... Ella vestida de blanco con azul, sus rizos dorados, su perfecto rostro de muñeca, su felicidad... Mi felicidad y todo los sentimientos lindos que tuve ese día, el deseo de poner el universo a sus pies con tal de obtener su amor eternamente... Mi calma antes de la tormenta más horrible que pude imaginar. Detuve el auto y entonces mire a Becca, ella tenía su mirada puesta es mi y sin decir una palabra baje del auto, ella lo hizo también y empezamos a caminar por el camino nada estable, al llegar a la entrada que aquél lugar me tomo de la mano y la apretó con fuerza.

¿Por qué me trajiste aquí? -pregunto con la voz entrecortada-

Es tu invernadero, Becca -suspire- es justo que te lo devuelva...

¿Por qué? -me miro con lágrimas en los ojos- no tienes por qué torturarme así, Orianna...

No vine a torturarte -sonreí ligeramente- te traje aqui para hacerte una promesa...

Amor RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora