Biblioteca

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—Eh, enana, ¿quiénes son esas chicas lindas de ahí?

Unas manos se posaron sobre los hombros de Akko, atrayéndola hacía su cuerpo con picardía. Los brazos pertenecían a su mejor amiga, Amanda O'Neill, de cabello pelirrojo y ojos verdes. Una verdadera casanova, según se nombraba a sí misma.

El dúo de amigas había decidido acudir a la biblioteca al acercarse las parciales del semestre. Sabían que no serían capaces de concentrarse en sus propios hogares, pues acabarían distrayendendose con cualquier tontería, inclusive con una mosca que pasara volando. Tras Akko sugerir ir para tener una sesión adecuada -y eficiente- de estudios, Amanda terminó cediciendo con la premisa de no suspender sus exámenes.

De nuevo.

Al principio, tras ingresar al condominio y tomar asiento en una de las mesas libres del fondo, todo funcionó correctamente. Comenzaron con el temario con persistencia y atención, avanzando más de lo que Akko había intentando avanzar en un mes.

Definitivamente había sido una excelente idea acudir a la biblioteca; ahora no suspendería sus exámenes y se podría tomar unas vacaciones para ver grabaciones del Show de magia de Shiny Chariot y tomar helado. Quizá hasta podría ir al arcade con Amanda y retarla a un juego de matar zombies.

—No lo sé.—Susurró.—Es la primera ve que venimos, es imposible que las reconozca.

—Osea que no van a nuestro mismo bloque.

Todo iba bien. El temario, la concentración, hasta la actitud trabajadora de ambas.

Hasta que Amanda se dio cuenta de que había un grupo de tres chicas estudiando cerca de su mesa y se había quedado embobada mirandolas.

Akko ni siquiera les había prestado atención en una primera instancia; su principal objetivo era el de estudiar, no el de perder el tiempo con cosas así. Era muy importante para ella el llegar a aprobar sus asignaturas, de lo contrario podría perder la beca de una de las universidades más importantes. No del país, sino del mundo entero. Aquella en la que si te graduabas, tenías la vida asegurada. Aquella en la que, celebridades como Shiny Chariot, habían estado.

Era su sueño.

—Hey, ¿y si les pido su número?

Akko meneó la cabeza. ¿Es que Amanda no tenía vergüenza alguna? La sola idea de acercarse a ellas y pedirles su identificación o cualquier cosa privada, hacía que sus piernas temblaran. No entendía como Amanda podía ser tan confiada en ese sentido, tan capaz de hablar con cualquier persona sin que la ansiedad interviniera en su forma de pensar ni actuar.

Ojala ella tuviera esa facilidad para entablar conversaciones.

—¿Eso no sería un poco de acosador?

Akko levantó la vista hacía donde las tres chicas se encontraban. El grupo estaba sentado a lo largo de la mesa, cada integrante con un libro correspondiente. Parecían tener apuntes en común, que la chica del medio brindaba a sus dos amigas.

Desde su posición, Akko no podía ver con exactitud a la rubia (¿o su pelo era verde) de enmedio, pero a las otras dos chicas era fácil discernirlas. A la derecha, una chica de cabello oscuro, y a la izquierda, una chica de cabello claro. ¿Serían ellas las que captaron los ojos de Amanda?¿O tal vez la joven que parecía más refinada?

—Mm.—Pensó Amanda.—Es que realmente son lindas, no creo que ocurra nada si me acerco y soy sincera con mis intenciones. 

Akko se cubrió el rostro con las manos. No quería escuchar sus quejas si se negaban a darle sus números. No era la primera vez que Amanda veía a una chica linda y quería preguntarle por su número, y la mayoría de veces o terminaba por ser rechazada, o la confundían con un chico y al aclarar el malentendido, la rechazaban. De alguna forma u otra, siempre acababa con Amanda quejándose de estar soltera mientras Akko abraza una almohada y la escuchaba.

Diakko one-shots💫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora