Volverte a ver.

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Pequeñas figuras se formaron en el cielo. 

Eran de múltiples colores, rellenando el cielo nocturno de vida. Surcaban el firmamento con nitidez, conformando historias infantiles que llenaban de calidez los ojos de aquellos que lo presenciaban. Una especie de caballo galopaba los horizontes de un prado, portando consigo a un jinete desconocido. 

Era una de las últimas historias que a Akko se le habían ocurrido; el jinete, con la intención de rescatar un poblado de la desesperación debía de superar distintas pruebas. 

Se trataba del acto que daba por finalizado su espectáculo. El más famoso de todos, y el que siempre hacía sonreír a los infantes entre el público. Se había viralizado tanto, que tanto como creyentes y escépticos acudían solo para ver la actuación. 

Atsuko Kagari, -O Akko de preferencia- se encontraba en el escenario con una sonrisa amplia, moviendo su conocida vara brillante para recrear lo que se le venía en mente. En ocasiones, incluso improvisaba preguntando a los oyentes, de esa forma lograba crear una interacción que emocionaba a sus propios fans. No por nada era conocida por animar al público, incluso si a veces esto traía consigo consecuencias. (No sería la primera vez que un 'fan' se acercaba a ella con intenciones sospechosas) 

Esta noche, sin embargo, era especial. 

Hoy se cumplía el quinto aniversario de la boda de Diana. En esa misma noche, años atrás, la rubia a la que una vez amó, se comprometía a amar y estar con esa persona 'especial' por el resto de su vida. Ese día en el que, tras leer la carta que explicaba la situación, su corazón se rompía en mil pedazos. 

Lo cierto, es que jamás pudo volver a recomponerlo. Armar lo que está roto es imposible, después de todo. Por mucho que reunas todas las piezas extraviadas de un corazón sin vida, eso no lo devolverá a la vida. Solo latirá por inercia, porque esa es la función biológica que posee. No hay solución que pudiera borrar lo que una vez ocurrió. Cuando te lastiman de tal forma, lo único que puedes hacer, es seguir adelante. Vivir a costa de tus convicciones y sueños, por mucho que el alma te duela. 

Y eso es lo que, de cierta forma, Akko se propuso.

Cumplió su sueño de brindar sonrisas a aquellos que necesitan un respiro de las normas, a aquellos que, como ella, no parecen encontrar razón alguna para hacerlo. Se esforzó masivamente, tanto en cuerpo como en alma, que ya no parecía la cría inocente que una vez fue estudiante de Luna Nova. 

La japonesa ya no poseía brillo en los ojos. Por muchas sonrisas amplias y llenas de alegría que intentase dar, por múltiples actos benéficos que realizara con la intención de bendecir al pobre, nada le devolvía ese brillo que alguien posee en el iris cuando son realmente felices. Ella, en realidad, no se consideraba a sí misma una persona desdichada, al contrario. Estaba viviendo su sueño.

Durante el día, era tan fácil. Era tan sencillo fingir que estaba igual de animada que siempre, aunque por dentro el alma se le resquebrajara. No importaba si de esa forma, podía lograr sus objetivos. Estaba tan acostumbrada a esa máscara de bienestar, que había llegado al punto en el que ya no sabía como deshacerse de ella, como arrancársela del rostro incluso si arrancaba piel con el gesto.

Pero, las noches eran tan diferentes.

No habían ruidos que la distrajeran, o personas a las que pudiera hacer sonreír para olvidar así el peso que cargaba bajo sus hombros. No podía hacer más que tumbarse en su mullida cama, arroparse a sí misma con una manta antigua que le recordaba a la calidez de Japón, y cerrar los ojos aún a sabiendas de que no podría descansar por muchas vueltas que diera en el colchón. Cuando el sol se escondía, era el momento idóneo para que los fantasmas que le recordaban al pasado la atacaran.

Diakko one-shots💫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora