El viaje del rival

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Koga Ciro se dirigió a Behemot en un barco de guerra de Nemea días después de que Tena y Dante se marcharon de la capital, decidió salir de inmediato para entrenar arduemente, los soldados de ese lugar no tenían miedo alguno de ir a combatir, se relajaban jugando y bailando mientras el guerrero practicaba su invocación.

-tú puedes unirte a nosotros -decía un soldado llamado Sanre-, seríamos una gran legión con un cazador de demonios, encontramos muchos en el camino y se nos hacen algo molestos, talvez si los entrenas podrían valer algo la pena.

-no me gusta estar acompañado, entreno mejor en mi soledad, sin tener que seguir ordenes.

-¿estas seguro? -rió el soldado mientras se sentaba en un tronco y bebía algo caliente-, nuestra general es Danta, la expirata más famosa de los mares, el rey le perdonó sus crímenes hace un año y le dio uno de los mayores puestos en su Ejército, hemos entrenado día y noche desde ese día, es una gran maestra.

-mejor no lo molestes Sanre -le aconsejó una soldada llamada Ambar,- ¿acaso no recuerdas que el ejército no acepta magos oscuros ni caza demonios?, muchos dicen que su poder puede hacer daño a sus aliados.         El soldado solo renegó un poco hasta quedarse profundamente dormido.

Hacía mucho frio, algunos decidían no salir a cubierta, la capitana gritaba instrucciones sobre la dirección a tomar, pronto se acercaban a un gigantesco árbol.
"la llegada se va a retrasar" decía la capitana y general de todos ellos, al ver que una parte del mar se congeló, ninguna embarcación podía cruzar.

"gracias por llevarme" decía Koga mientras se retiraba saltando fuera del barco hasta el hielo en donde corrió en contra del viento y la niebla. Los demás soldados estaban sorprendidos, gritaban que volviera pero él con orgullo no veía hacia atras.

Muy tarde entendió que a ellos no les importaba que se fuera, sino que lo llamaban para que se llevará sus provisiones que torpemente había olvidado.

Solo con una espada y una capa para cubrirse contra la piel seca que produce la baja temperatura partió,  diferentes peces que andaban por debajo del suelo iluminaban su oscuridad con miles de colores frutales.

Cansado y sin haber comido por varios días llegó a la costa sin aliento alguno, en ella se encontraba una multitud de personas cantando y tocando instrumentos inusuales, unos soldados de traje blanco daban paso a una pareja vestida de oro, la mujer, una magestuoso gigante maga blanca notó al cansado muchacho, lo levantó hasta donde estaban con el viento de su magia yin,
Luego tomó un frasco de agua y se la dio, el casa demonios pensó que estaba en la capa mas alta de arca, donde se dice que vienen los espíritus del bien pero no era así, aún estaba vivo, pronto su orgullo se apoderó de él y mencionó "no necesito agua señora, si quiero algo lo buscaré yo solo", la verdad moría de sed.

un hombre de barba basta y traje gris pidió matarlo por la falta de respeto cometida, pero el hombre el cuál se encontraba vestido tan magestuoso como la maga lo detuvo y llamó.

-¿a donde vas guerrero?, me recuerdas a mi de joven, era aventurero.

-no voy a ningún lado que les importe -gruñó el joven enojado.

-pensábamos ayudarte -rió amablemente la mujer que se cubría los brazoscon seda morada-, no creo que haya nadie del Occidente tan fuerte como para cruzar este desierto solo y sin ayuda, no queremos dejarte aquí, entendemos que eres muy decidido, talvez alguien como tú pudiera unirse a nosotros.

-no creo que aquí haya nadie tan fuerte como yo- decía Ciro mirando a todos por debajo-, los caza demonios son temerarios, han destruido razas y derrotado gigantes, ni las sombras se atreven a poseerlos.

Siete EspadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora