Olivia y Clary Fray al cumplir los dieciocho descubrieron la verdad sobre el mundo.
Se adentrarán en el misterioso mundo de las sombras; en el que impera la magia, los Shadowhunters, el peligro, los demonios y la intriga aderezado todo con oscuros s...
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019 | ALLIANCE
| o m n i s c i e n t e |
Los hermanos Lightwood conversaban alejados de Olivia, quien descansaba sobre una camilla de la enfermería.
Hace unas horas de aquello, ahora el ambiente estaba más calmado. Pero Alec seguía inquieto.
—Alec como no pares de moverte se te va a reabrir la herida del brazo. — Regañó Izzy.
— Tú no lo entiendes, Isabelle. No he hecho nada para ayudarla, ¡nada! Me quedé completamente en blanco. Me he sentido inútil. — Vociferó Alexander pero intentó suavizar su tono de voz. Sabía que su hermana no merecía ser hablada de malas maneras, y menos aún cuando no tiene culpa de nada.
— Alec, no te sientas culpable de esto, ella ya está bien... quédate tranquilo.
A pesar del apoyo que recibía de su hermana, él no podía apartar sus malos pensamientos.
— La besé. — Alexander dejó caer en el aire como si de una bomba se tratase.
— ¿Cómo? — Preguntó Izzy confundida.
— Besé a Olivia ayer. — Repitió el pelinegro.
Isabelle se encontraba totalmente sorprendida, la pelirroja no le había contado nada al respecto. Aunque cierto es que apenas han tenido tiempo para charlar tranquilamente.
— No sé qué me pasó Izzy... estábamos hablando y de repente sentí la necesidad de hacerlo. Me estoy volviendo loco. — Pasó la mano por su pelo consiguiendo despeinarlo. Estaba muy nervioso.
Isabelle sonrió lo más que pudo. Que su hermano se abriera con ella y hablara sobre sus sentimientos era todo un logro. — Alec no estás loco... te gusta Olivia.
Sin embargo; el moreno hizo una mueca de desagrado. — ¿Qué dices? Es evidente que no me gusta.
— ¿Sabes que serías mucho más feliz si no estuvieras tan reprimido?
Alec puso la mirada en blanco y se acercaron a la chica, quien ahora comenzaba a abrir sus ojos.
— Iré a avisar a Clary. — Murmuró a su hermano.
Olivia agarró la muñeca de la pelinegra evitando que marchara, y murmuró—: por favor, no le digas aún... deja que descanse.
Lo último que quería era aumentar las preocupaciones de su melliza.
