III

27 6 1
                                    

Después de llorar para liberar su frustración, se quedó entre los brazos de su amado.

Se sentía tranquilo, completo.

Y ahí, en ese momento de tranquilidad, supo que tenía que aprender a vivir bajo techo de manera obligatoria y para ello necesitaba de Solomon.

Ahora quería disculparse, fue egoísta y berrinchudo por un tema que no era más que mera protección a la ciudadanía.

¿Por qué había actuado tan infantil? Se preguntaba ahora que ya estaba tranquilo.

Pero él sí sabía la respuesta, solo no quería admitirla.

—Solomon, yo...

—Lo sé, te conozco, así que no te preocupes, yo te ayudaré.

—Ah, gracias.

—Tómalo como una muestra de amor.

—Pero si siempre me demuestras tu amor.

—Lo sé, pero... Ah ¿solo tómalo, sí?

—Uhm, bueno.

Y así es como comienza, lo que sería, una comedia.

El arte de estar encerrados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora