VII

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—¿Ya cómo te sientes con ésta situación?

—Me siento... bien, extrañamente.

—Supongo que eso es bueno.

—Lo es.

—Pensé que te tomaría mucho más tiempo.

—...Admito que sí exagere pero al menos ya no estoy desesperado, a la final me encuentro junto el amor de mi vida ¿Qué más podría pedir?

—Ya veo.

—Anda ¿Te avergonzaste?

—¿Qué quieres comer?

—¡Oye! Admite que no puedes controlarte cuando te digo algo que viene del corazón. 

—Ah, Vice, por favor.

—¡Te amo muchísimo! ¡Eres quién siempre soñé! ¡Te admiro! ¡Te adoro! ¡Eres mi vida! ¡Te amo carajo! ¡Yo–

Si no podía callarlo con palabras ¿No es mejor callarlo con acciones? ¿Cómo un beso, tal vez?

Y sí, el conformista lo hizo.

Callarlo con un beso que fue más que bien recibido.

•••

—Confieso que le debo agradecer a la cuarentena.

—¿Ah?

—Por permitirme tener más tiempo contigo, así sea en cosas tan simples como cocinar o ver televisión juntos.

—Entonces yo también debería de agradecerle.

—Además...

—¿Además...?

—Me di cuenta que después de todo, estar bajo techo no es tan malo. Es como un arte.

—¿Arte?

—Sí, sí, arte, ya sabes, tiene una finalidad algo estética y comunicativa.

—Ajá ¿Y por qué estética?

—¡Vamos! Piénsalo. Gracias al poco movimiento de humanos, tanto en fábricas como en automóviles, la contaminación ha disminuido ¿Y sabes qué pasa cuándo baja? ¡La tierra empieza a brillar de nuevo! Y con ello, una gran estética ¿Tengo razón o tengo razón?

—Tienes razón.

El arte de estar encerrados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora