Y ahí estaba Clarke. Tumbada en su cama abrazada a un cojín que aún olía a Lexa, viendo cómo ante sus ojos se sucedían los últimos meses. Sus risas, sus inseguridades. El día que se conocieron, sus miradas, su primer concierto, su primer beso. Su último beso. Ya no recordaba su último beso. Recordaba cada frase que en su día pasó desapercibida y que ahora, por fin, tomaban sentido en su cabeza. "No te preocupes, yo me encargo". Esa era la que más le martilleaba.Dicen que una vez que haces click ya no hay vuelta atrás. Y Clarke había hecho click hace ya algún tiempo, pero no quería aceptarlo porque de verdad esperaba que todo lo que habían comenzado a construir juntas hubiera asentado y se sujetara.
Salió de su ensimismamiento cuando oyó su móvil vibrar a su lado. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que Raven la dejó en su casa después de mucho insistir en que estaba bien y que prefería estar sola. Por no saber no sabía ni si se había dormido desde entonces y todos sus pensamientos se convirtieron en un sueño agridulce.
Alargó el brazo y tanteó las sábanas en busca del teléfono. Las 7:30. Tenía varias notificaciones: su madre preguntándole que cómo se lo estaba pasando, "mal, gracias"; Raven diciendo que había llegado sana y salva y que se acercaría a comer con ella si quería; y la que le hizo tirar el móvil sin importar dónde rebotara: "ya está, ya no nos molestarán en un tiempo".
Las ganas de llorar. El click. Su olor. El click. De lo último que tenía fuerzas ahora era de enfrentarse al precipicio al que se había arrimado, pero al mismo tiempo sentía que necesitaba saltar.
Lanzó el cojín al suelo. Se levantó y fue al baño. Necesitaba refrescarse. Si tuviera que averiguar por su cara si se había dormido la respuesta de su reflejo en el espejo era claramente un no. Ni aquella noche, ni las últimas quince con esa imagen.
Volvió a la habitación, se sentó en el borde de la cama y contestó a ese mensaje: Espero que hayas llegado bien.
Apagó el móvil antes de darle oportunidad de contestar. Se quedó unos segundos mirando la pantalla negra, volvió a tirar el móvil y se escondió bajo el edredón. Ni me ha preguntado por qué me fui.
Una lágrima se deslizó por su cara. Se la limpió y agitó la cabeza intentando apartar todos los pensamientos de su mente. Soltó aire. No puedes seguir por ahí, Clarke.
Esta vez fue el timbre de la puerta lo que la despertó. Alguien no dejaba de hacerlo sonar e iba a acabar por quemarlo.
- ¡Ya va!—salió de la cama de un salto y se acercó a la puerta intentando colocarse un poco el pelo.— ¿Octavia?
- No cogías el teléfono, me tenías preocupada ya.—entró sin esperar una invitación para hacerlo.
- ¿Qué haces aquí? ¿Has hablado con Raven?
- Sí.—se quedó callada mirándola— ¿estás bien? Me ha dicho que no lo estabas.
- No lo sé. –Se sentaron en el sofá y Clarke se quedó en silencio mirando a la nada— fue muy fuerte lo de ayer.
- ¿Me cuentas tú qué pasó? Ya sabes cómo es Raven.—se miraron fijamente y volvió a contestar un silencio.—o si no quieres no.
- Pasó de mí. Así, directamente.—se calló, pero al ver que Octavia le miraba fijamente decidió completar la información— Cuando llegó y le preguntaron por mí dijo que yo no tenía nada que ver con ella allí, y, lo más fuerte de todo—dijo gesticulando más—, se atrevió a ir con el otro subnormal con el que "nunca ha tenido nada"—dijo entrecomillando con los dedos.
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[Clexa AU] Cuando me elegí a mí
Fanfiction[adapatación Clexa de mi otra historia] Clarke está a punto de acariciar sus sueños. Acaba de ser contratada por uno de los sellos más importantes del país y, además, su primer proyecto incluye a su ídolo musical. ¿Qué puede salir mal? Una his...