200 Km X Hora. Capitulo 23

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Capitulo 23:


No tuve tiempo de dar marcha atrás cuando llegamos al lavado de varones del local de música latina a la que Elena me invito a bailar. No pude ni siquiera dar una escueta explicación o disculpa al cuarteto de tipos latinos que estaban en ese momento en el baño, tipos de diversas edades que estaban cumpliendo con el llamado de la naturaleza al estar orinando o lavándose las manos después de vaciar la vejiga.

¿Quién iba a pensar que desearía con tantas ganas, un poco mas tarde bailar en una pista privada y oculta de los ojos del mundo?. La pista mas agradable en la que podría imaginar menear las caderas a un ritmo único, el mío. Este lugar seria nada menos que dentro de ella. Desee jalarla de vuelta para poder escaparnos a un lugar mas privado para dar rienda suelta a la pasión que deseaba desbordar con la niña de mis ojos.

La razón principal no era la vergüenza, la timidez o la culpa por querer cogérmela en el baño con mas gente alrededor, sino porque habrían extraños, desconocidos que escucharían la voz de Elena haciendo sonidos que solo deseaba escuchar yo.

Tan solo yo quería tener ese privilegio, pero ella opino otra cosa porque ignoro completamente a los hombres que nos miraban con la boca abierta y con los ojos desorbitados porque vieron entrar al baño a una pareja de inmorales que no podían aguantar la calentura y estaban dispuestos a darse con todo en un cubículo del baño, justo delante de sus narices. Pero creo que al echarle una ojeada a la hermosa, atrevida, ardiente y sensual mujer que me apresuraba para que entre a uno de los cubículos del baño, me entendieron por no poder tener dominio de mi libido fuera de control.

No podía esperar a que ella me atacara e hiciera de mi lo que quisiera. Pensé que los hombres allí si querían podrían llamar a la policía, a los encargados del local, a los guardias de seguridad para sacarnos raudos del baño o bien podrían quedarse a disfrutar del espectáculo.

Elena me estampo a la pared derecha del pequeño cubículo del baño y cerro la puerta con seguro. Trague saliva con las piernas temblando ante la adrenalina y la excitación. La mire con ojos hambrientos apretando los puños hasta dejar los nudillos blancos, con el corazón golpeando dentro de mi pecho salvajemente. Creo que mis latidos eran audibles.

Solté un gemido estrangulado al verla levantar los brazos y soltar el nudo que mantenía atado su vestido. La prenda de vestir cayo a sus pies. Mis ojos se abrieron de par en par ante la agradable e irresistible panorámica de sus senos desnudos, altivos, redondos y erectados. Me lamí y mordí los labios por las ansias que tenia de saborear esos montes nevados con pezones oscuros.

Adore el suave baile de sus pechos agitados por su acelerada respiración. Baje la vista devorándola con los ojos y recree la vista por todo su cuerpo de diosa voluptuosa. Pensé que se dejaría la braguita de encaje blanco puesta, me equivoque de lleno, también se deshizo de dicha prenda y se dejo puestos solamente los zapatos de tacón alto, con hebillas a los lados del pie.

Estando excitado admire en todo su esplendor su cuerpo desnudo a mi entera disposición largos segundos. Desnuda es mil veces mejor de lo que imagine. Adore cada centímetro de su piel lustrosa y cremosa. Adore sus piernas torneadas, fuertes, hermosas y sexys que con falda, vestidos, calzas y jeans se llevan todas las miradas, lo mismo sus caderas. Elena tiene una silueta como el de una guitarra.

La imagen de su sexo me hizo languidecer hasta sentir que me iría de bruces al suelo. Tiene una tenue mata de vello púbico que es muy excitante, mas que si tuviera el sexo completamente depilado. Mas tarde quería darme en probar el sabor de su vagina con la boca. Me daría en degustar palmo a palmo a ese lugar secreto, tomándome mi tiempo.

Ante su cuerpo desnudo me fui excitando mas y mas hasta alcanzar limites intolerables. Deseaba rogar que acabara con la tormentosa tortura de hacerme esperar. No podía esperar mas para hundirme en la calidez de su sexo. Le ayudaría ahorrando tiempo liberando mi pene que latía con fuerza, tan erecto que parecía roca.

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