200 Km X Hora. Capitulo 28.

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Capitulo 28:


Vestido solamente con una camisa blanca empapada por mi propio sudor, ocasionando que la prenda se pegue en mi piel, cierro los ojos fuertemente, con la cabeza hacia arriba, mirando sin mirar el techo del taller mecánico de la universidad donde imparto clases, por que mi mirada esta nublada por el placer que me sacude por completo al estar enfundado dentro de la boca de la mujer que amo. Es un placer casi doloroso.

Gimo apretando los labios porque estoy tratando de retener un poco mas mi erección. Es una tarea titánica debido a que la suave y cálida boca de Elena chupa con lujuria y hambre sexual el largo y ancho de mi pene. Me tiene firmemente sujeto de su boca mientras se sujeta con las manos de mis muslos. Me muevo adentro hacia afuera, penetrando su boca, follando su boca. Choco contra su garganta cada vez que vuelvo a su calidez. Con anterioridad enrede mis dedos en sus suaves y largos rizos. Ahora mismo la sujeto de los cabellos mientras me muevo casi frenético, perdido de mi mismo, gozando egoísta sin preocuparme de si ella puede respirar con normalidad o no.

Mi cuerpo medio desnudo vibra con violencia, suda copiosamente, goteo sudor, salpico gotas perladas sobre el cuerpo completamente desnudo de mi niña bonita. Hasta mis manos y dedos están húmedos. El sudor fluye desde mi pelo húmedo hasta mis mejillas y sigue de largo por mi cuello y se une al sudor de mi torso. Y siento mayor erotismo al saber que sus ojos acerados devoran con avidez la imagen de mi en este estado de abandono, sufriendo y gozando el éxtasis que me embarga. Permito salir a través de mi voz, gemidos y jadeos guturales. Me estremezco de placer.

Mi perversión, mi libido y placer están en su punto mas alto. Aprieto todos los músculos de mi cuerpo. Jadeo entre cortadamente por la presión que hace mi corazón acelerado dentro de mi pecho al tratar de respirar debido al agotamiento. Mi corazón esta bombeando con esfuerzo sangre a mis venas y arterias. La sangre que viaja por mi torrente sanguíneo se siente inyectada de adrenalina. Se siente caliente, casi hirviendo.

Mi vientre revolotea debido al gusto de sentir como los labios y lengua de Elena raspan estimulando mi pene. Su lengua degusta el sabor salado de la piel de mi falo, y el amargo del semen. Se llena la boca de mi lubricación y del semen de mis anteriores eyaculaciones. Escupe el fluido de vuelta a mi falo y vuelve a lamer, a chupar y a lamer, usando fuerza, mucha pasión, demostrándome deseo. Llevo haciéndole el amor hace un buen rato.

Aún fatigado mi libido se dispara cada vez que la miro atrapada entre mis brazos, desnuda. Me pongo duro nuevamente sin poder evitarlo porque vuelvo a desearla. No puedo quitar las manos de su cuerpo.

Quiero estar pegado a ella por nuestros sexos, frotando mi cuerpo contra el suyo para continuar incitando y estimulando nuestros cuerpos fatigados. Cada vez que llegamos al orgasmo aún continuamos hambrientos del otro.

Me parece un milagro que estando encima de los 40 años mi cuerpo se haya convertido en un cuerpo insaciable de placer. Necesito tener sexo con ella las 24 horas del día. Si no tuviera que hacer mil cosas en el día debido al trabajo y al cuidado de mi hijo Dante, de verdad no me despegaría de ella. Aun así cuando pasa por mi lado, cuando la miro con atención no puedo pensar en otra cosa que no sea cazarla y devorarla. Mis obligaciones pasan a segundo plano. Ella es mi primera necesidad.

Teniendo mi atención puesta en Elena, en lo último que pienso es en trabajar. El trabajo en la universidad, en la automotora de Amparo, y en la sucursal principal del banco al que visito por una hora todas las noches, ocupaba toda mi atención.

El trabajo succionaba todo mi tiempo y energía hace tan solo 3 meses atrás. En cambio ahora, por esta niña, debido a esta niña me siento vibrante, emocionado, contento, exaltado, lleno de una ilimitada energía.

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