Muñeco

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Alice P

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Alice P. O. V.

El chillido de Sebastián me despertó, eran las cuatro de la mañana, Lionel seguía dormido, mientras yo me levante de la cama para entrar a la habitación de él. Ahí estaba mi hermoso bebé, llorando, me acerque a él haciendo que observara mi rostro, dejó de llorar, lo cargue con cariño y me senté en la mecedora, donde levante mi blusa para darle de comer, con una sonrisa le canté, mientras lo observaba. ¿Cómo es que llegue aquí? Tengo el vago recuerdo de cuando tenía ocho años, había declarado no tener bebés, el nunca tener hijos, el de nunca casarme, y ahora estoy aquí, con un niño, y casada. Creo que en ese momento fue porque yo creía que si llegaba a tener bebés iban a nacer niñas, y yo no quería tener niñas.

Mi hermana mayor se caso y tuvo niñas, mi madre tuvo tres niñas, mis abuelos tuvieron seis niñas y dos hombres, mientras mis tías tuvieron más niñas que niños. En ese tiempo, pensaba que me sucedería igual, teniendo niñas, pero no fue así, tuvo un niño, y me encantaba, antes pensaba que sí llegaba a embarazarme, me gustaría tener un niño, pero también decía que eso nunca sucedería, porque nunca iba a tener bebés, y nunca me iba a casar.

Y ahora estoy aquí, casada y con un pequeño bebé. Él se quedó dormido, y lo volví a dejar en la cuna, me baje la blusa para poder volver a la cama, pero me detuve al ver aquel muñeco en el suelo, observandome fijamente. Lo tomé de los costados y lo comencé a revisar, debía tener algún indicio de ser mecánico o algo parecido, pero no, lo levante para ponerlo en una de las estanterías pero entonces cayó al suelo una hoja bastante arrugada, lo deje en el estante y me agache agarrar la hoja.

Había reglas en ella, comencé a leerlas y releerlo, la última regla parecía la más importante por la fuerza que parecía tener en escribirla y volver a escribirla. Observe el muñeco con cuidado para bajarlo, parecía como si quisiera ser tratado como un niño, camine hacia la cama que estaba a lado de la cuna y lo acosté, lo arrope para después leer las reglas una vez más.

El cuento. Observe toda la habitación, no había cuentos, y era claro que no habría porque Sebastián apenas podría entender cuando me decía mamá o Abu. Camine hacia mí habitación y tomé mi teléfono, busque cuentos y me encontré con uno.

—Había llegado por fin el gran día —comencé a narrar mientras me sentaba en la orilla de la cama—. Todos los animales del bosque se levantaron temprano porque ¡era el día de la gran carrera de zapatillas! A las nueve ya estaban todos reunidos junto al lago.

—¿Qué demonios haces? —me sobresalte, Lionel se encontraba en la puerta, me observo con una sonrisa, pero se le cambió al ver al muñeco—. ¿Te volviste loca, amor? Ese es el muñeco, no Sebastián. Ven —se acercó a mí y me tomó de los brazos, me beso en la cien y después apago mi teléfono—, vamos a la cama otra vez... Debes estar cansada.

—Pero todavía... —me interrumpió por completo.

—Vámonos, descansemos —volvió a decir para después besarme en lo labios, yo le correspondí, me abrazo por los hombros y me llevo otra vez a nuestra habitación, donde nos volvimos acostar y a dormir.

𝐓𝐎𝐗𝐈𝐂 𝐏𝐎𝐒𝐒𝐄𝐒𝐒𝐈𝐎𝐍 || ʙʀᴀʜᴍꜱ ʜᴇᴇʟꜱʜɪʀᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora