007 ┃ negro.

337 54 8
                                    

Tal y como acordamos, llevé el domingo a Dylan de vuelta a su casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tal y como acordamos, llevé el domingo a Dylan de vuelta a su casa. Cuando llegamos estaba esperándonos su abuela en la entrada, con esa afable sonrisa que le caracterizaba. Me invitó a quedarme a comer y obviamente no pude rechazar la oferta, no porque la comida oliese divinamente, o por todas sus insistencias, sino por la carita que me puso Dylan. El muy desgraciado siempre sabía convencerme.

—¿Lo pasaron bien?— preguntó ella mientras colocábamos la mesa, aprovechando que Dyl estaba ausente cambiándose de ropa en su cuarto a una muda más cómoda—. Te agradezco de corazón haberle llevado tu, realmente esos sitios no me gustan, hay demasiada gente...

—Sí, bueno, no estuvo mal.

—Me alegro, de veras. Hacía tiempo que no le veía tan emocionado por algo, ha salido contadas veces del pueblo, y como habrás podido apreciar en este tiempo, no tiene muchos amigos.

—Sí, lo sé.

—Además sus padres están constantemente de viaje, por lo que se ha convertido en un chico bastante solitario— me miró sonriente, agradeciéndome con la mirada todos esos actos que parecían de caridad, pero que realmente yo disfrutaba con todo mi corazón. Nunca consideré un segundo pasado con el castaño, como desperdiciado—. Eres un buen chico.

—Simplemente me cae bien, no hay nada más— respondí entre risas, comenzando a sentirme abrumado por tantos cumplidos. Sin pensarlo cambié de tema a uno de mayor interés, al menos para mi, a uno que probablemente no debería haber sacado—. ¿Ya ha hablado con él sobre su futuro? ¿Sobre lo que quiere estudiar?

—¿Estudiar? ¿Dylan?— ahora fue ella la que rió, terminando de colocar varios cubiertos sobre la mesa—. Es un caso perdido, se lo he propuesto varías veces, pero insiste en quedarse en la granja. Realmente no tiene ningún interés en estudiar una carrera.

—¿Eso es lo que él ha dicho?

—Exactamente. Siempre dice que no sirve para estudiar, que su futuro está en la granja conmigo y que no necesita más. Me extraña que no tenga ninguna ambición, y más con lo joven que es, pero lo respeto.

—Nana— así es como Dyl llamaba a su abuela, y por consecuencia yo también terminé apropiándome del sobrenombre. Torne mi tono a uno más serios armándome el valor necesario para soltar la verdad. Ella me miró expectante, desconcertada por el cambio repentino en el ambiente—. A Dylan le gustaría estudiar Arte.

—¿Cómo?

—Eso mismo. Él se lo calla porque no quiere dejarle sola, piensa que le está abandonado y que no podrá valerse sin él, no quiere dejarla.

—...

—Por eso, le pido con todos mis respetos, que le empuje a estudiar aquello que desea. Dylan tiene capacidad de sobra, y más importante aún. ganas de hacerlo. He gestado mirando en Londres, y hay varias universida-

—¡HUELE DELICIOSOOOOOOO!— el protagonista de la conversación apareció de imprevisto, bajando las escaleras sonriendo y acercándose de inmediato a la cazuela que tan bien olor desprendía—. Mmm...

Yo tragué saliva, incapaz de soltar palabra. Solo con la expresión de su abuela pude deducir que no iba a reaccionar igual que yo, que iba a hablar, que al fin pondría las cartas sobre la mesa. Y eso fue lo que sucedió.

—Dylan.

—¿Sí, nana?

—¿Es verdad lo que ha dicho Thomas?— jamás la había visto tan seria como en ese momento. Incluso el castaño parecía sorprendido—. ¿Es cierto que quieres estudiar Arte?

Y entonces me arrepentí enormemente de mis acciones, de lo que había develado, de mis palabras. Me arrepentí de todo eso al encontrarme con los ojos de Dylan tan oscuros, tan rencorosos, desprendiendo odio a kilómetros. Fue la peor experiencia de mi vida, me quedé sin respirar.

—Es mentira— soltó seco.

—No lo es, Dyl. No puedes renunciar a tus sueños po-

—¡Es mentira, cállate!— me gritó. Yo quedé estático, mirando cómo ahora se giraba hacia su abuela, ablandando su expresión—. Solo quiero quedarme contigo y ayudarte con la granja, no le escuches nana, solo ha dicho tonter-

—Dylan, ni se te ocurra mentirme— esa mujer realmente imponía.

El castaño inspiró hondo, abriendo la boca para responder, pero terminó soltando todo el aire de golpe, dándose por vencido y agraciando la cabeza.

—Vale, es verdad.

—¿Por qué no me dijiste nada, cariño?

—Porque no voy a dejarte sola, no lo voy a hacer.

—Dyla-

—¡No voy a irme y ya está!— su abuela y yo pegamos un respingo, sorprendidos por la reacción del menor. Era una faceta totalmente nueva, ni siquiera cabía en mi mente que Dylan pudiera llegar a enfadadse de tal forma—. Tú no tenías que haber dicho nada, eres un bocazas— me espetó, mirándome fijamente. Casi parecía que iba a pegarme—. Vete.

—¡Dylan!— le regañó inmediatamente su abuela, pero en ese momento yo no la escuchaba. Solo respondía a la mirada de Dyl, pasmado, incapaz de mover un músculo, sintiéndome romper por dentro. Ninguna sensación del parque de atracciones se podía comparar a lo horriblemente mal que me sentí en ese momento.

—No pasa nada. Creo que será lo mejor.

Seguí mirando am castaño, esperanzado de que cambiara de opinión en el último segundo, de que su sonrisa apareciera de nuevo.

Pero no sucedió.

Yo me marché y él no me detuvo, realmente no lo hizo.

COLORS  적응! ー dylmas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora