Lo Mejor Siempre Viene Después (Actualizada)

Capítulo 29: Ser amable no es la solución

Advertencia ⚠️⚠️

Este capítulo tiene contenido fuerte pero no algo que no hayan visto. Les recomiendo preparar sus pañuelos que esto está triste.

Si no deseas leer el contenido fuerte brinca el texto encerrado con este emoji 🍊

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Tsubaki no dejaba de sonreír y por algún motivo los gritos del Omega cesaron. Aki rogaba que fuera por qué ese tipo se había detenido y fue así, solo que no por la razón que ella esperaba.

— Tsubaki-san iré al cuarto más cercano con él. Necesito que lo sueltes—

El nombrado caminó hacia el peliverde e igualmente le sonrió mientras sacaba la llave de las cadenas de su bolsillo.

— Subiendo, al fondo a la derecha hay uno. Trata de que no haga mucho ruido por favor—

Sakuya tomó al castaño malherido entre sus brazos después de liberarlo. Aún estaba consciente pero sangraba. Esos golpes fueron muy duros. Lo último que Tsubaki vió fue a Sakuya salir.

Y él, en cambio, soltó a su sobrina y le tomó de la mano para sacarla del calabozo y llevarla a otro cuarto.

— ¿Quieres dormir? Aún es de madrugada así que debes descansar mucho—

Pero ella no confiaba en su tío. Esperaba que su padre viniera a salvarlos.

Tsubaki llevó a la niña a una habitación y la dejó encerrada ahí. Si las cosas seguían de esa forma su plan sería perfecto.

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— ¡¿No puedes conducir más rápido?!—

Kuro hacía poco había empezado a gritar a Touma ya que supuestamente no conducía a mayor velocidad, Yumi y Tsurugi en cambio trataban de mantenerse en su asiento ya que para ellos la velocidad a la que iban era demasiada.

— ¡Acabo de perder mi riñón en la vuelta anterior!—

Gritó Tsurugi aterrado, pero solo una cosa hizo a Touma frenar de golpe.

— ¡¿Pero a dónde vamos?!—

Todos por inercia fueron hacia adelante por parar de la nada.

Yumi tenía razón.

No tenían idea de dónde estaba Mahiru o Aki.

— Debemos ir a la policía...—

Pero Touma negó ante la recomendación del "rubio".

— Son unos inútiles. Conozco un método para encontrarlo—

Y Kuro rogaba por qué funcionara.

Tenían poco tiempo.

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— S-sakuya...por favor—

Mahiru había sido atado de sus muñecas a la cama por una cuerda que Sakuya había conseguido de quién sabe dónde. No podía moverse y eso solo le llenaba aún más de temor.

Solo podía imaginarse lo peor.

— Oh vamos, sé que me extrañaste tanto como yo—

El peliverde le tomó de las mejillas y le apretó con mucha fuerza.

— A menos que te la hayas pasado con ese otro alfa—

No servía de nada negarlo. El alfa interno de Sakuya podía llegar a percibir el aroma de otro alfa.