13.

3.6K 500 633
                                    

La playa, qué bonita era la playa de Valencia, solo que sería más bonita si no hubiera tanta gente en ella. En serio, ¿cómo le puede gustar a la gente ir a la playa? Lo único que haces es broncearte, hacer estúpidos castillos de arena y nadar con gente que no conoces. ¿Qué le ven de divertido a eso? Además, cabe recalcar que algunas personas tenían cara de que querían que se los tragara el mar, como si se avergonzaran de enseñar su cuerpo a los demás. ¿Por qué los obligan si no quieren? Por ejemplo como a mí ahora.

—Creo que este es un buen lugar para quedarnos, ¿qué dicen mis muchachos? —murmuró mamá, entusiasmada, lanzando toallas a la arena para acostarse. Yo solo rodé los ojos.

—Sí, está perfecto —murmuró Adan, tomando el protector solar, mamá movió su cabello para que él le colocara la crema en la espalda.

—Raúl, hijo. Ayuda a Borja a ponerse protector en la espalda —dijo ella mientras Adan asentía.

—¿Q- qué? Que lo haga solo.

—Lo haría, pero no le llega a la espalda, estúpido.

—Bueno, mamá. No te pongas agresiva —reí creyendo que lo decía en broma, pero su cara seria me decía todo lo contrario.

¿En serio ella me estaba pidiendo que le ponga protector solar a Luzu en la espalda? Qué asco, qué locura, esa mujer estaba demente, parecía como si lo hiciera solo para molestarme. Ugh, a veces la odio un poco.

—Hey tú, date la vuelta —le dije a Borja quitándole el protector de las manos. Él me miró algo sorprendido y un tanto nervioso.

—¿Qué haces?

—Dah, te voy a poner esto —levanté el envase— en la espalda, qué preguntas estúpidas haces. Vamos, quítate la camiseta.

—N- no —negó mirando al suelo.

—¿Por qué no? —solté un bufido—. Mira, mamá me está obligando a que haga cosas buenas por ti y esta es una, así que quítate la estúpida camiseta y deja que te ponga esta mierda para que no quedes rojo como un tomate.

—P- pero yo... Es decir, m- me da vergüenza —dijo sentándose en la arena.

Estaba a punto de irme y mandarlo a la mierda, porque siempre hacía problema por cualquier cosa. Pero en su cara notaba que necesitaba ayuda, y si no hacía algo por él mamá ne cortaría los huevos en pedacitos.

—¿Qué te da vergüenza, Borja? —pregunté finalmente sentándome a su lado.

—Mi cuerpo, soy feo.

—Bueno, no sé lo que se siente ser feo porque, mírame, soy hermoso.

—Pero yo no me siento así, como tú, tan... a gusto con mi cuerpo —me fulminó con la mirada—. En primer lugar soy un flacucho, mira a los demás con esos cuerpos perfectos, me hacen sentir un asco.

—Luzu, no te acomplejes por eso, tonto —le di un empujoncito—. Nadie es perfecto, nadie es mejor que otro. ¿Acaso en algún lugar de la playa dice "si no tienes un cuerpo perfecto no puedes entrar"? Así que levanta ese trasero, quítate la camiseta y deja que te ponga este puto protector solar, ¿bien? ¡Bien!

Él se quedó un rato en silencio, tal vez pensando en si hacerlo o no. Pero no se movió de su lugar, solo negó susurrando un "no puedo", entonces decidí que ya no iba a insitir.

Al menos con que se quitara la camiseta.

—¡Helado! ¿Quieres un helado? Yo invito, ven conmigo —no esperé su respuesta y lo tomé de las manos para impulsarlo.

—Sí... pero...

—No me digas que no te gusta el helado porque iré a ahogarte en el mar ahora mismo —dije aún arrastrándolo conmigo.

—Está bien... —susurró, como si fuera un niño pequeño. Este chico a veces parecía de 5 años.

Llegamos a un puesto de helados y yo escogí uno de chocolate y Borja de fresa. Guié a Luzu hasta la orilla del mar mientras ambos comíamos nuestros helados. Al parecer nunca fue a la playa, era su primera vez, así que decidí ayudarlo con eso. Solo porque mi madre me lo pidió, no porque quisiera, eso estaba más que claro.

—Lo mejor es cuando te metes al mar y no te quedas mirando como un idiota, ven —dije quitándome la camiseta frente a él. Sus mejillas enrojecieron al instante.

—No... Auron, e- estoy bien aquí —negó rápidamente. Oh, pobre, este chico no conoce al insistente Raúl Álvarez.

—¿Acaso te pregunté? Ven, al menos a la orilla —tomé su muñeca, guiándolo a la orilla del mar—. ¿Y? ¿Cómo se siente? —pregunté cuando sus pies fueron empapados.

—Está fría —Luzu sonrió tímidamente, mirando sus pies en el agua emocionado.

—Y eso que no te metiste hasta el fondo. Avancemos solo un poco más.

—N- no Auron, volvamos, está muy fría.

—¿Le tienes miedo al agua o qué? No te va a pasar nada mientras yo esté aquí —sonreí llevándolo un poco más al fondo—. ¿Qué tal ahora, eh?

—Bien, s- si, bien. Oh, está tan fría. ¿Cómo hacen los demás para meterse hasta el fondo? ¿No mueren de hipotermia o algo así?

—No —reí—. Es fría, sí, pero hasta que te acostumbres —solté su muñeca y caminé más adentro del mar.

—¡Auron! ¿Qué haces? ¡No me dejes aquí solo! —gritó a medida que me alejaba de él.

—Ven conmigo, tonto.

—No puedo solo, ¡las olas son muy fuertes y me van a llevar!

—¡Claro que no! —solté una carcajada.

Fui a buscarlo para cargarlo y meterlo al mar conmigo, pero Borja fue más ágil y escapó de mí corriendo hacia el muelle, lo seguí hasta las escaleras del muelle y más. Él corría demasiado rápido, se notaba a leguas que jugaba al baloncesto.

—¡Mierda, Luzu, corres demasiado rápido! —le grité.

—¡Jamás vas a atraparme! —gritó desafiante.

Sonreí de lado y luego aceleré el paso, las personas que pasaban caminando tranquilamente por el muelle nos miraban raro, pero no me importó, mi objetivo era atrapar a Borja.

Cada vez más cerca, él dejó de correr al estar en la orilla, pegado en las barandas de acero, y yo prácticamente quedé pegado contra su espalda. Luzu se quedó inmóvil. Nuestras respiraciones estaban agitadas, estábamos tan pegados que podía sentir su trasero apoyarse en mi entrepierna. Y todo se volvió extrañamente incómodo. Mierda.




volví. 8))

esto es raro porque creo
que justo en valencia el
agua no está fría y ape-
nas hay olas ajsksk pe-
ro se entiende ¿

i hate you ; luzuplay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora