maratón 5/5.
―¡Chicos! ¿Podéis bajar? ¡Necesito hablar de algo importante con ambos! ―los gritos de mamá fueron los que me despertaron de mi genial siesta. Me removí molesto en mi cama y me cubrí con las sabanas.
―No me jodas, mamá... ―murmuré volviendo a cerrar los ojos. Escuché la voz de Luzu taladrando en mi cabeza―. Tú también, no me jodas.
―Aurom, mamá nos llama ―insistió.
―Me importa un carajo.
―Dijo que era importante. Auron, t- tengo miedo. ¿Y si s- sabe lo que pasó anoche?
Abro los ojos rápidamente al oír eso.
―¿Qué? ¿Que pasó anoche? ―comencé por frotar mis ojos, la luz del sol entraba tan fuerte por la ventana que ni siquiera hacia falta encender la luz de la habitación―. ¿Tienes miedo de que se entere de que bebiste? No es el fin del mundo.
―Y- yo... ¿Tú en serio no lo recuerdas?
―No, y prefiero no saberlo. Si me permites seguiré durmiendo. ¿Me cierras la cortinas?
—Pero...
—Cierra las malditas cortinas.
―Auron, en serio quier...
―Mira pedazo de engendro, ¡o cierras las cortinas y me dejas dormir o...!
―O te juro que te castigo hasta fin de año ―mamá me interrumpió desde la puerta, con el ceño fruncido―. Levántate y baja al salón. Es algo importante, no me hagas repetirlo. ―cerró la puerta con fuerza dejando un silencio algo incómodo en la habitación.
¿Por qué mamá quería hablar de algo importante con nosotros? ¿Acaso hicimos algo que no debíamos? Debía admitirlo, tenía algo de miedo, así que sólo me dediqué a pensar una buena excusa mientras bajaba de la cama. Miré a Luzu que como de costumbre estaba mirándome, pero desvió la mirada en cuanto notó que lo estaba mirando y se sonrojó. Dios, estaba harto de que haga eso, me irrita.
"No pensabas lo mismo anoche".
¿Anoche? ¿Que mierda hice anoche? Lo último que recordaba es que me quedé dormido en el césped de esa casa, pero no recordaba la razón de por qué salí de la casa de Mónica. En fin, ellos me contarán luego qué fue lo que hice.
Ya en la salón, mamá se encontraba de pie y nos vio bajar a ambos. Con la cabeza nos señaló el sofá, entendía lo que quería decir y me sienté en él, Borja hizo lo mismo.
―Bien, chicos. No creáis que no me he dado cuenta de lo que esta sucediendo entre vosotros ―dijo pasando la mano por su cabello, lo rascó, cerró los ojos y volvió a mirarnos. Fruncí el ceño, y miré a un Luzu confundido, como ¿asustado? Mierda, no entendía nada.
―Ora y- yo... ―Luzu balbuceaba pero mi mamá hizo un ademán con el dedo para que no hablara.
―Déjame terminar, cielo ―respondió ella―. Así que para mejorar su relación les compré un perro.
―¿Qué? ―exclamamos al mismo tiempo. Mamá soltó una risa.
―¡Sí! Oh, mirad, ¡aquí está!
Mamá salió al patio trasero, casi corriendo y volvió acompañada de un perro. ¿Pero que carajos? ¿En serio ella acababa de comprarnos un perro? Esta mujer estaba loca, sí, definitivamente mi mamá estaba loca.
—¿Compraste un perro? Pero ¿qué...?
—Corrección: adopté un perro, Raúl —interrumpió mientras lo acariciaba. El pequeño golden retriever movía la cola, feliz.