Día 17: sabor amargo

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Desperté sobresaltada tras soñar que me caía en el sueño y resultó que mi cabeza se deslizó del almohadón que la sostenía hasta caer en el colchón en la vida real. Negada a dejar la comodidad de la cama, me abracé a la frazada y acurruqué mi rostro en la tela que tenía un aroma extraño. Espera.

Como si me hubiese golpeado algo, mi cuerpo se reincorporó, pateando la sábana al darme cuenta que Fletcher no estaba en la cama conmigo. Con cuidado de no tropezarme caminé hacia la cocina y no estaba allí, tampoco en el balcón hasta que me percaté de que su bolso ya no estaba a un lado de la puerta de entrada. Abrí la boca y un suspiro acompañado de una risa irónica se escaparon de entre mis labios. Se había ido.

Retrocedí hasta llegar a la cocina, encendí la cafetera aunque eran ya las 12, y me senté en la mesada a la vez que tomaba el frasco con galletas y llevaba una a mi boca. A un lado de las dos tazas que habíamos usado, estaban las gomitas y las otras cosas con las que había venido, pero no había nota por ninguna parte.

—Deja de mirarme así, no voy a llorar —protesté desviando la atención hacia mu gato, quien me observaba con los ojos bien abiertos mientras agitaba su cola de lado a lado. Sabía, claro que sí. Es más inteligente que todos los que vivimos en el edificio.
Dándome golpes y patadas mentales, intenté llegar a sentirle sabor a la cálida bebida que estaba tomando, pero simplemente sabía a agua caliente hoy. ¿A quién engaño? Sabía que el abrazo de ayer había sido una despedida, solamente no quería admitirlo. Nadie reacciona como él lo hizo, nadie dice 'te comprendo' cuando sientes que van a dejarte.

—Me odio —bufé levantándome de la mesa para ir a vestirme de manera decente para salir a hacer las compras. Necesitaba despejarme y estaba quedándome sin comida, así que me abrigué, tomé mis bolsas, coloqué uno de los tantos barbijos que una vecina nos repartió cuando comenzó toda esta locura y me encaminé a la aventura hacia el supermercado.

Las calles estaban vacías a excepción de personas que pasaban con bolsas al igual que yo aunque me sentía libre. Al fin algo de aire fresco, de contacto con el exterior, con otras personas... Bueno, solo ver otras personas. El sol bañaba mi rostro con cariño, por lo que cerraba los ojos de vez en cuando para poder apreciarlo, pero sin detenerme mucho por si algún policía creía que salí a pasear.
Algo de pánico me invadió cuando llegué a la tienda, pues no sabía cómo funcionaban las cosas ahora que debíamos mantener la distancia entre personas y demás, pero solamente estuve formada afuera por unos cinco minutos, aprovechando el aire libre. Cuando ingresé, intenté concentrarme en lo que me hacía falta, pero mi mente se había activado con la caminata y comencé a darle vuelta a conversaciones que habíamos tenido, a lo bien que se sentía hablar de balcón y balcón y soñar con tenerlo cerca; aunque eso no resultó tan bien como esperaba que fuera.

Era una celebridad, acostumbrado a estar rodeado de personas que darían la vida por él ya sea por trabajo o porque el fanatismo era más grande que cualquier otra cosa.

Lista para retirarme de la tienda, pasé por el pasillo de cuidado para el cabello, encontrándome con una caja de tintura marrón y decolorante a su lado. Tomé el producto en mis manos y visualicé mi cabello con las puntas rojas que estaba atado en una coleta alta y comencé a batallar entre dejarlo hasta que se lavara o devolverlo a su estado anterior... Tal vez podía teñirlo de azul como siempre quise o tal vez era mejor cortar las puntas de color y ya. Ladeé la cabeza y pasé la mano entre las cajas con productos de diferentes tintes hasta decidirme por una y la arrojé dentro de la canasta con el resto de las compras.

En el camino de regreso a casa, luché contra mis ganas de quedarme sentada en uno de los bancos del parque a que el viento me azotara en el rostro mientras el sol, que se escondía detrás de las nubes por momentos, reemplazaba el frío que recorría mi cuerpo con su calidez y me daba otra cosa en la que pensar que no fuera un hombre; pero continué a paso normal hasta regresar a casa.

Una vez dentro, me quité los zapatos y los rocié con desinfectante para poder dirigirme al cuarto de lavado, donde me quité la ropa y la coloqué para lavar. A pasos rápidos y muerta de frío, corrí hasta llegar al baño para darme una merecida ducha a temperatura infierno en lo que Oliver ingresaba y se sentaba sobre la tapa del retrete y comenzaba a bañarse con su lengua. Cuando salí, me vestí con un pijama largo y abrigado, pues el otoño había llegado con todo y casi parecía invierno del frío. Me sentía cómoda y acolchonada, pero no bastaba para calentar el frío que persistía en mi pecho, quemándome de dolor con cada inhalación profunda que realizaba.

No entiendo por qué me dolía tanto si sabía que pasaría tarde o temprano. Él se iría de tour ni bien terminara la cuarentena y yo me quedaría aquí, pudiendo escapar con mucha suerte hacia la playa o las montañas; mientras él se rodeaba de gente nueva y volvía a su trabajo, olvidándose de mí con cada reflector que le apuntara.

En fin, encendí la televisión en lo que esperaba que mi pastel de papas estuviera listo y me senté en el sillón a comer, acompañando el plato con una copa de vino. Pasando los dos platos, la copa estaba vacía y la película seguía cavando un pozo en mi pecho, así que decidí ir por la botella para llenar el vacío temporalmente y me serví más.

Para cuando la película terminó, mi mente había entrado en ese estado de mareo satisfactorio aunque estaba completamente cuerda. Los ojos me pesaban y, tras lavar los trastes, caminé con la copa rellena hacia mi habitación donde me coloqué los audífonos y encendí la música para comenzar a bailar por el apartamento cuando recordé que no había cerrado las cortinas.

Blue Jeans de Lana del Rey invadía mis pensamientos a la vez que mi cuerpo reaccionaba a la voz angelical de Lana, quien, en el puente de la canción, se estaba declarando aunque su amante saliera cada noche y que, sin importar qué, estaría siempre a su lado. Mi espalda se pegó al vidrio a la vez que ambos brazos se le unían y mi cabeza se agitaba de lado a lado y comenzaba a murmurar la letra por sobre su voz.

Well shit, at least you tried —pronuncié elevando los hombros a la vez que me alejaba del cristal con un impulso y continuaba cantando con una molestia en el pecho—. But when you walked out that door, a piece of me died —continué observando la puerta con un ardor en los ojos—. Told you I wanted more; that's not what I had in mind —definitivamente no, no creí que se iba a ir, eso no estaba en mis planes pero, últimamente, ¿qué estaba planeado?—. I just want it like before, we were dancing all night, then they took you away, stole you out of my life... —continué alargando mi brazo en dirección a la madera, dando pasos en punta de pie como toda una bailarina profesional. Di un giro rápido hasta terminar con los ojos fijos en su balcón y la cortina cerrada, recordando cómo eran las cosas hace tan sólo unos días: él sentado en su silla escribiendo en su diario mientras yo lo observaba o trabajaba; cuando todo era normal—. You just need to remember —siseé dejando que una lágrima fría cayera de mi ojo izquierdo, pero rápidamente la limpié con un movimiento algo brusco.

Bajando a tierra como si me hubieran arrojado un balde de agua, tomé la tela de la cortina en un puño y la cerré de un tirón, agradeciendo que el caño de metal no se haya zafado y caído sobre mi cabeza ante la violencia de mis actos. Aún ida por la música, bailé de vuelta hasta dar otra vuelta y dejarme caer en la cama mirando el techo.
Una vez que la canción terminó, un silencio de unos segundos congeló la habitación y la piel de mi cuerpo se erizó.

—Fletcher —siseé dejando ir todo el aire disponible en mis pulmones, recordándome a la primera vez que había dicho su nombre, deleitándome con él, sólo que ahora estaba pronunciándolo para limpiarme del sabor amargo que dejaba.



*Traducción:

Bueno,mierda, por lo menos lo intestaste.
Pero cuando saliste por aquella puerta, se murió una parte de mí.
Te dije que quería más, pero eso no es lo que tenía en mente, simplemente lo quiero como era antes.
Bailábamos toda la noche, entonces te alejaron, te robaron de mi vida... solo tienes que recordar.

Amor en tiempos de cuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora