Día 20: el plan

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—Pst —llamó Colton desde su balcón.
—¿Listo? —pregunté tomando la caja con fuerza en mi mano para luego arrojarla cuando asintió. Rápidamente tendió los brazos para acercar la pequeña caja a su pecho, atajándola ágilmente.
—Listo —dijo elevando el dedo pulgar—. ¿Ahora qué? —inquirió alzando los hombros.
—Déjala en su puerta, por favor —indiqué golpeteando mis uñas contra el metal del balcón.
—De acuerdo, ¿luego? —asintió analizándome con la mirada a la vez que mis ojos se dirigían a la ventana de Fletcher.
—Nada, no lo sé. Ni siquiera sé si va a funcionar —hablé negando con la cabeza varias veces.
—Te llamaré cuando lo haga, ahora creo que está fuera. Lo vi salir con las bolsas cuando regresaba —comentó asintiendo antes de ingresar a su departamento.
—¡Gracias! —dije elevando un brazo con una sonrisita antes de regresar al sofá y quedar cabeza abajo.

Un miau de parte de Oliver hizo que volteara para poder verlo de manera correcta.

—¿Qué dices? —pregunté estirando mi mano para que se acerque. Oliver caminó hacia mi y comenzó a ronronear antes de saltar sobre mi abdomen para recostarse sobre el mismo, dándome una idea que rápidamente se borró de mi mente.

Cuando Oliver se durmió, lo dejé en el sillón antes de ir a ordenar mi habitación y cambiar algunas cosas de lugar para convencerme de que lucía más espaciosa. Estuve un par de horas ocupada con la música explotando en mis oídos hasta que terminé y opté por tomar una ducha.

Mi teléfono comenzó a sonar y corrí a atender envuelta la toalla, respondiendo sin ver quién era.
—¿Hola? —pregunté agitada tras la corrida.
—Lina —habló Colton sonando aterrado—. Quise dejarle la caja y estaba a punto de cometer el error más grande del mundo.
—¿Qué? ¿Por qué? —tartamudeé negando con la cabeza varias veces.
—¡Estaba saliendo del apartamento para arrojar la basura! —exclamó—. ¡Me pegué el susto de mi vida! Arrojé la caja dentro del apartamento lo más rápido que pude para que no la vea.
—Maldita sea —siseé sentándome en el sillón sintiendo el frío calar mis huesos.
—¿Ahora qué? —preguntó sonando algo decepcionado.
—No lo sé —respondí con un suspiro.
—Perdón, en serio, casi lo arruino.
—¡No! ¡Está bien! Fue mi culpa por pedirte que lo hicieras —lo interrumpí rápidamente.
—Lo siento —comentó nuevamente a la vez que un silencio creció en la conversación.
—¿Colton? —pregunté cuando una idea cayó en mi cerebro.
—Dime.
—¿Me haces un favor?
—Siempre, ¿qué necesitas? —cuestionó agudizando su voz hacia el final de la oración.
—¿Estarás ocupado mañana por la mañana?
—No... ¿Por qué?
—¿Tienes espacio en tu apartamento? Tengo un plan —dije llevando mis dedos hacia mi mentón.
—Esto me encanta —canturreó soltando una risilla.

Amor en tiempos de cuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora