Día 21: la excusa (pt2)

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Uff, me llevó como 4 días escribirlo. Disfrutenlo

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Por la tarde, luego de terminar con mi trabajo pendiente, salí del departamento con un bolso mediano colgando de mi brazo mientras llevaba una pequeña mochila en mi pecho, pareciendo que venía de comprar, pero era todo lo contrario, iba a vender mi dignidad. Di la vuelta a la manzana asegurándome de que no había seguridad aunque habían flexibilizado un poco la circulación en la calle hace unos días e ingresé al edificio donde Colton había estado esperando por mí.

—Esto es ilegalmente divertido —comentó tomando el bolso de mi hombro para colocarlo en el suyo y subir las escaleras en lo que yo sacaba mi pequeño spray con alcohol y lo esparcía en mis manos y pies antes de ascender. Primero pasó él hasta llegar a su apartamento, abrió la puerta y colocó mis cosas, dándome una opción de tener ropa en caso de que esto saliera relativamente bien.

Cuando el plan B estuvo en marcha, daba comienzo al plan A. Asentí en dirección a la puerta donde Colton se encontraba y yo subía los cuatro escalones finales hasta llegar al piso. Cuando lo hice, él me arrojó la caja de vuelta con una sonrisa para luego cerrar su apartamento con cuidado y dejarme de pie en el pasillo. Lentamente caminé hacia la puerta que era de Fletcher e inhalé profundamente cerrando los ojos, ya no tenía nada que perder. Elevé mi mano hecha un puño y, en lo que notaba mi piel algo violácea por el frio, golpeé tres veces sobre la madera blanca.

Aguardé unos segundos con ambas manos unidas detrás de mi espalda, nerviosa ante la posibilidad de que no quisiera abrir la puerta para mí o cualquier otra persona. De repente la puerta se abrió casi por completo y sus ojos se abrieron ante la sorpresa. Abrió su boca para decir algo, pero solamente masculló:

—Lina.

—Fletcher —respondí al cabo de unos segundos, sorprendida cuando sus hombros se aflojaron cuando me vio.

—Pasa —pronunció haciéndose a un lado a la vez que ingresaba al apartamento con la cabeza baja hasta por fin encontrarme con el interior del lugar. Su apartamento era estéticamente perfecto, las escalas de grises y verde ambientaban el ambiente como si fuera una continuación de su persona. No se me había pasado por la mente asociarlo con otro color que no fuera rojo.

Eché un vistazo rápido a mí alrededor hasta que di con mi balcón, vaya vista, aunque me hizo reflexionar de las veces que podría haberme visto pero, si no alzabas la cabeza, nunca lo harías.

Oí su suspiro a mis espaldas y recordé a qué había venido. Volteé con cuidado y me encontré con un Fletcher algo desarmado. Con mis uñas golpeteé la caja que también había olvidado que sostenía y la observé rápidamente antes de tendérsela. Su mirada se tornó en confusión pura a la vez que daba un paso hacia adelante y la tomaba, haciendo contacto con mis dedos antes de regresar a su lugar.

—Es la misma tintura que me prestaste —hablé bajando las manos hacia mi abdomen para entrelazarlas sobre el mismo.

—Gracias, no tenías por qué —dijo caminando hacia una mesa para dejarla sobre un mental blanco.

—¿Por qué te fuiste? —pregunté sin más rodeos, dejando a un lado la delicadeza y otras porquerías.

—Porque tengo miedo —respondió sin más, haciendo que mis ojos se abrieran ante la sorpresa a la vez que mis hombros caían rendidos a mis lados.

—¿Qué? —suspiré luego de abrir mi boca y dejar que un chillido se escapara. No me esperaba una respuesta rápida. "Es un hombre", diría Hades a Megara en Hércules. Pero este fortachón rompió mi prejuicio, resultando ser más que lo básico.

Amor en tiempos de cuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora