Estaban en la sala de Karaoke y el chico que acompañaba a Camino parecía contento. Todos los tíos sabían que las chicas que quería ir a la sala VIP como mínimo querían rollo. Nada más tomar asiento, el chico se abalanzó hacia ella dispuesto a besarla, pero Camino se echó hacia atrás con una sonrisa seductora.
- Vete por algo de beber, anda.- Le dijo tocando su cuello de forma sugerente.
El chico puso cara de disgusto, pero asintió complaciente. En el momento en qué abrió la puerta, Maite y Mario pasaban por allí, dispuestos para marcharse del local, pero la profesora pudo ver a Camino sentada en la sala. Se había recogido el cabello en una cola alta y se había quedado en tirantes y a Maite nunca le había parecido tan mujer como en ese momento.
- ¿Qué es ese sitio?.- Le preguntó a Mario señalando la puerta de la habitación tras la que había visto a su alumna.
- Salas VIP. Son para aquellos que quieren pagarla porque la necesitan.- Dijo alzando una ceja sugerente.- Ya me entiendes.- Añadió guiñándole un ojo.
- La otra vez que estuvimos aquí no las vi.- Comentó Maite.
- Pues ya sabes que existe.- Capaldi le guiñó el ojo bromeando.
Aunque Maite le dejó ver una sonrisa algo forzada, se había quedado muy preocupada por Camino, sentía una angustia que no quería plantearse de dónde venía, no más. Mientras se dirigían a la salida, no dejaba de pensar en ese chico y en Camino tomando una mala decisión. No era su incumbencia, ni siquiera sabía quién era ese chico, pero el instinto le decía que no era trigo limpio. No podía dejar a Camino, a su inocente Camino en manos de aquel niñato. A fin de cuentas, Maite era su mecenas y como tal tenía derecho a preocuparse por el bienestar de la joven.
- Mario, tengo que hacer algo.- Le dijo de repente al profesor parándose en la puerta del local.- Tengo que entrar.- Explicó sin dar más detalles.- Mario entendió al momento que era algo importante y asintió comprensivo.
- ¿Quieres que te acompañe?.- Le preguntó solicito.
- No, mejor que no.- Le dijo pensando que podía ser violento para la propia Camino.
- Vale, no hay problema. ¿Pero quieres que te espere?.- Le volvió a preguntar para asegurarse de que entendía.
- No, no... tomaré un taxi hasta casa.- Le comunicó Maite temblando de frío. Mario la miró embelesado.
- Eres preciosa, me recuerdas a la diosa Atenea.- Su cumplido hizo enrojecer a Maite, que sonrió halagada y agradecida. En ese momento de debilidad, Mario se acercó a ella lentamente y la besó con dulzura. Maite no podría decir si le gustó o no, solo sabía que seguía sintiendo frío y quería ir a buscar a Camino. En ese momento no podía pensar en otra cosa, a pesar de tener los labios de Mario sobre los suyos.
De repente la puerta del local se abrió y Maite aprovechó para terminar sutilmente con el beso. Oyó unos tacones que hacían más ruido de lo normal detrás de ella y al darse la vuelta por inercia, vio, como si a cámara lenta se tratase, a Camino mirándolos con una cara que Maite no consiguió descifrar. Parecía enfadada, triste... ¿Qué le habría pasado? ¿Había abusado de ella ese mal nacido? Las preguntas se agolpaban en su cabeza y ambas seguían allí quietas, mirándose la una a la otra, intentando averiguar que pasaba por la cabeza de cada una de ellas.
- Hola Camino.- Comentó Capaldi, sintiendo de repente la tensión al comprobar que no rompían el contacto visual. -Bueno, yo me marcho.- Dijo Mario prudente, sintiendo que sobraba.- mañana te llamo.- Dijo como despedida. Lo más seguro es que estuviesen enfadadas por algo, pensó Capaldi mientras andaba hacia su coche.
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Impresión, sol naciente (Maitino love)
RomanceMaite es profesora de Historia del Arte y Camino una de sus alumnas. Cuando Maite se ve obligada a trabajar con un brazo en cabestrillo, Camino se convierte por azar en su ayudante. La relación primero tensa, ira tornándose cada vez más cercana e in...