Prólogo: El inicio del fin

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Que buen día hacia esa mañana de Verano. El sol se encontraba alto en el cielo, brillante como siempre acostumbraba en aquel pueblo pintoresco de Blair. Las aves cantaban, los niños jugaban y Susan se disponía como todas las mañanas a ir a la plaza del pueblo a comprar los víveres del día.

El pueblo se encontraba en constante movimiento a pesar de ser un lugar relativamente pequeño pues solo lo habitaban 124 personas. Las calles se encontraban perfectamente adoquinadas y las casas desprendían esa alegre visión de un lugar tranquilo.
La plaza era uno de los lugares más importantes de Blair junto con la pequeña Iglesia encabezada por el
joven sacerdote Lukas.

-Hola Susan, ¿que tal el dia?- Preguntaba Ron el panadero.

-Todo bien Ron, no me puedo quejar, levantarse y contemplar esta maravilla de pueblo no es algo que todos puedan hacer.

-Tienes razón, ¿que vas a llevar hoy?¿o te pongo lo de siempre?

-¿Sabes que? Pues hoy me estoy pensando hacer algo especial así que ponme el mejor pan que tengas.

Hoy era el cumpleaños número 21 de Susan, era una joven menuda, de piel blanca, cabello castaño y unos ojos verdes que petrificarían a cualquiera por solo mirarlos. Al abandonar el puesto y comprar todo lo requerido para el día especial regresa a su casa.
Cae la noche y luego de varias horas de arduo trabajo por fin se dispone a descansar.

-Que día más duro ha sido el de hoy- Piensa.

-Esto no podría empeorar- dice.

Sale a tomar el aire y a ver las increíbles vistas del pueblo desde la colina de su casa, allí se sentía como una reina mirando el hermoso reino que se localizaba a sus pies. Lo que no sabia que esas vistas no durarían para siempre.

A lo lejos observa algo en el cielo.

-Hace años que no pasa una estrella fugaz por este lugar- exclama.

Aquel rastro de luz de color rojo como el fuego empezaba a acercarse cada ves más al pueblo. Ella lo veía y pensaba que había algo raro con esa "estrella fugaz". De repente todo el suelo comienza a temblar. La tierra bajo sus pies se abre en pedazos y cae al vacío, pero consigue agarrarse de un borde del marco de la ventana. Grita por ayuda pero es muy tarde. El temblor se hace cada ves más fuerte y cuando consigue ponerse a salvo levanta la vista y una explosión la empuja contra la pared trasera del salón. Cae al suelo noqueada por el fuerte golpe.
Pasan las horas y despierta, se encuentra rodeada de humo y un fuerte olor a azufre recorre el ambiente.

-¡Qué diablos acaba de pasar!- Exclama.

Consigue salir de su casa y al ver lo que asomaba bajo ella, sintió como todo su mundo se vino abajo. E
Parte del bonito y pintoresco pueblo había sido destruido. Ella se arrodilla al suelo y llora, aprieta la hierba que se encuentra a sus pies y suelta un grito pero nadie la escucha, se encuentra totalmente sola. En ese momento le pasan por la mente las imágenes de las personas que quería, recuerda al panadero y las veces que le ayudo a reparar su casa, los niños recorriendo las calles de un lugar para otro llenando el pueblo de risas y sobre todo a Lukas, su gran amigo.

Levanta la cabeza y ve algo que se acerca. La noche se había tornado de un color rojizo y la luna parecía estar bañada con la sangre de los pueblerinos. Una horda de monstruos se acercaba a lo lejos. Eran deformes, algunos poseían alas, otros grandes garras y afilados dientes, pero compartían un rasgo muy tenebroso: Los ojos alumbraban a lo lejos de un color rojo intenso, eran como rubíes bañados en un fuego maldito. Rugian mientras se acercaban.

Susan se pone en pie aterrorizada.

-¿Como un día tan hermoso se había convertido en una terrible pesadilla de la cual no podía escapar?- Pensaba.

Mira a la luna y dice:

-Solo queda rezar y esperar a que alguien nos salve...

Apocalipsis: GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora