ANA

17 2 0
                                    

Un estridente ruido en el apartamento la despertó de su sueño profundo. Se levantó y se dirigió directamente al salón central, donde divisó a Zambri con los ojos muy abiertos. En el suelo podía divisarse un gran charco de agua y pequeños trozos de cerámica.

- Alaaaa, ten más cuidado niña - le dijo Ana recogiendo los pedazos que habían llegado hasta sus pies descalzos-. ¿Qué haces despierta?
- Pues quiero ir a hacerme un tatuaje, y ya de paso a la discoteca de anoche a echar el currículo, que vi que se buscaban camareras - terminó de decir recogiendo las cosas, y abriendo el portátil que se encontraba en la mesilla-. Mira ven, he visto este sitio que está muy bien valorado. Los tatuajes son increíbles.
- La verdad es que sí, la técnica me encanta - pronunció-. ¿Sabes qué? voy a ir contigo. Yo también pretendo hacerme uno que he diseñado yo, ya desde hace tiempo.
- ¡Genial!, así tengo alguien que me acompañe, voy a vestirme - empezó a correr hacia su habitación pero se paró en seco-. Tú también deberías vestirte, no creo que quieras recibir al tatuador en bragas - terminó, corriendo pasillo abajo.

Después de hacer todo lo pertinente, pasaron por la discoteca a entregar lo necesario, y se dirigieron a la tienda de tatuajes. Apenas tardaron quince minuto en llegar.

Se trataba de un pequeño local de paredes color magenta tirando a rojizo, que estaban a reventar de tatuajes plastificados y pegados, dejando el bonito color de la pintura casi invisible ante los ojos. La puerta era de cristal, y, tras traspasarla, las chicas fueron recibidas por una mujer de unos veintipocos, bastante tatuada, y con numerosos piercings.

- Hola chicas, ¿en que puedo ayudaros? - pronunció con una amplia y cálida sonrisa-.

Ana se quedó ensimismada en aquella mujer que le parecía tan atractiva. Se sentía incapaz de apartar los ojos de su mirada desafiante. La muchacha pareció notarlo, y amplió más su sonrisa, conectando directamente con su mirada y poniendo a Ana más roja de lo que ya estaba. "Lo está disfrutando esta mujer haciéndome sufrir"

- Buenos días - Ana agradeció que Zambri cortara aquel momento tan incómodo, completamente ajena a lo que ocurría entre las otras dos-. Venimos porque queríamos cita para unos tatuajes.
- Pues perfecto, ahora mismo tengo un hueco. Sé que es muy precipitado pero bueno, sí queréis... - dijo-. Podéis enseñarme lo que tenéis.

Ciertamente, era algo muy precipitado para Ana, pero pensó que si no lo hacía ahora nunca más se decidiría a hacerlo. Zambri, sin embargo, prefirió esperar hasta más tarde. Al final Ana había acabado tatuándose primero.

"Así también me libraré de esta señora que me intimida tanto cuanto antes"

Ana sacó de su mochila un pequeño cuaderno de Death Note donde tenía miles y miles de bocetos de todo tipo.

- Wooow, me encantan todos - pronunció la chica-.
- Gracias, sería este - respondió Ana con la vista clavada en ella-.
- Me llamo Naty, por cierto - recitó con una gran sonrisa-. Encantada.

**

Tras haber concretado todos los detalles del tatuaje de Ana, se pusieron manos a la obra. Mientras tanto, Zambri observaba ensimismada como dibujaba los trazos la tatuadora, y le preguntaba mil cosas sobre dicha realización. Ana permanecía callada.

"Joder tengo que hablar algo al menos. Sino va a pensar que soy una borde de mierda"

Su pensamiento se vio interrumpido por un gran barullo que venía de la calle. De pronto, comenzó a pasar gente vestida con los colores LGTB y grandes pancartas en la mano. Gritaban distintas frases reivindicativas.

- Ala ala ¡una mani! - dijo Zambri entusiasmada-. Nunca he estado en una. ¡Ahora vuelvo! - chilló por último, corriendo hacia el exterior repentinamente.

Zambri no volvió. Se perdió en la inmensidad de aquella manifestación, ensimismada por nuevas sensaciones que nunca había vivido antes.

Tras minutos que Ana le parecieron horas, Naty habló.

- Parece que tu amiga se ha perdido ¿te apetece algo de música? - dijo sin ninguna timidez-.

Ana apenas tuvo tiempo de contestar, cuando la pelirroja ya había encendido los altavoces, que empezó a reproducir "My Blood" de Twenty One Pilots.

- Temazo - soltó Ana en voz alta, movida por aquella canción.
- ¿Te gusta? Es una pedazo de banda, la escucho mucho - ¿te duele?
- Molesta, pero no mucho. ¿Ya queda poco no? - pronunció Ana, mirando con admiración a Naty.
- Que va, me da a mí que vamos a tener que hacer otra sesión- dijo la pelirroja, levantando la mirada de la máquina, y soriendo de manera divertida-. ¿Te supondrá un problema?
- Cero - las palabras le salieron de la boca sin siquiera quererlo.
- Pues perfecto - dijo Naty sorprendida por su valentía -. Será mejor que lo dejemos entonces. Espera, que busco un hueco para ti.

Pero, lo que menos se esperaba Ana, era lo que estaba a punto de ocurrir. Y es que, de repente, tres policías entraron al local de manera violenta, y gritando sandeces.

- Señora, queda detenida por impago de deudas menores - habló con voz estridente-. Acompáñenos por favor.

Ana se levantó y miró a Naty de forma confusa. Ella le prestó un sonrisa de aceptación.

"Ostia puta, ¿qué cojones?. Lo que no me pase a mí..."

- Lo siento - notó una mano en su hombro-. Tendremos que continuar con el tatuaje más adelante. Problemas del directo. ¡Ya te llamaré!- terminó riendo, mientras salían todos a la calle.

El barullo de la manifestación seguía vigente en el ambiente, y Naty se perdió en la inmensidad de aquel gentío seguida por los tres policías, y dejando a Ana sola en medio de aquella gran masa de gente.

Agobiada y aún sorprendida por aquella situación, trató de llamar a Zambri.

- ¿Zambri?, ¿dónde coño estás?, me has dejado tiradísima cabrona de mierda.
- Ana, no te vas a creer lo que me ha pasado, es que vas a flipar en colores - la voz de Zambri sonaba bastante alejada y elocuente.

"¿Está borracha. Dios me libre."

- ¡Cuidado! - escuchó una voz a lo lejos.

Ana giró la cabeza, y entre los empujones del gentío pudo ver una gran varilla de metal acercándose a cámara lenta a su frente. Lo que vio después fue la oscuridad.

- ¿Ana? - dijo Zambri extrañada, desde el otro lado del teléfono.

Las Putas de MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora