CLAUDIA

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Se levantó apenas tres horas después de haberse acostado debido a la imperiosa necesidad de vomitar. Salió corriendo al baño. Después de potar se siguió encontrando fatal.

"Joder primer día en Madrid, primer día que estoy enferma, porque no bebí tanto"

Se vistió como pudo y también como pudo, salió del apartamento guiada por su GPS para llegar hasta un médico. El aire fresco de esa mañana de septiembre en Madrid la reconfortó un poco. Respiró profundamente.

Tuvo que coger un autobús para llegar, pero para su suerte eran solo un par de paradas y el trayecto no duró demasiado. Tras bajarse le esperaban tres minutos de ruta andando. Mientras caminaba por una larga calle, se paró a observar el escaparate de un Mercadona: "Se buscan estudiantes para trabajar los fines de semanas".

"Bueno, no es mucha cosa pero es algo, será mejor que eche el currículum aunque no me vayan a coger. Si encuentro algo mejor más adelante pues lo dejo".

Después de todo aquello, anduvo un rato y llegó por fin a la consulta. Allí estuvo unas dos horas interminables para gestionar todo el papeleo y que le atendieran.

- Lo más probable es que tengas gastroenteritis, Claudia  - le dijo la médico.

"Genial, encima ahora no puedo comer. Increíblemente genial."

Tras salir del médico se dispuso a volver a casa. Entre unas cosas y otras había dado ya la hora de comer, y el calor abrasador le impactó en la cara. Claudia se apresuró a llegar lo antes posible al apartamento para poder tirarse en la cama y no levantarse en todo el día.

Cuando iba llegando a coger el autobús, vio el suyo pasar de largo: solo bajada, disculpen las molestias.

"Joder, ¡puta mierda!. No me sale nada bien"

Miró cuándo pasaba el siguiente, y puesto que tardaba más de quince minutos, se dispuso a andar resignada. Aquella calle estaba desierta, puesto que era la hora de comer. Tan solo había un par de personas más, pero los coches pasaban en manada.

De pronto, escuchó atrás suya unos gritos desesperados. Se giró para comprobar que pasaba y se encontró a una mujer embarazada, que se tocaba la tripa y encorvaba la espalda.

- ¡Ayuda, he roto aguas! - decía mientras seguía gritando.

Claudia se acercó rápidamente y le cogió la mano asustada.

- !Tenemos que ir al hospital por favor! - le suplicó aquella desconocida-. Llama a mi hijo, está agregado como Dave - pidió la mujer tendiéndole el teléfono.
- Vale tranquilícese todo saldrá bien - pronunció Claudia más asustada incluso que la mujer-.

Cogió el teléfono y llamó a su hijo. Mientras le informaba de lo que ocurría, se acercó a la carretera y levantó la mano para llamar a un taxi, que paró inmediatamente a un lado. Ambas se montaron, sin soltarse de la mano.

- ¡Al hospital! - gritó Claudia.

**

De repente, se encontró sentada en las sillas de un pasillo de hospital esperando respuestas. Una enfermera se acercó a ella.

- Hola Claudia, ¿cómo te encuentras? - dijo la enfermera sonriente, puesto que la cara de Claudia era un poema-.
- Eh... bien... sí... es que estoy enferma y ahora con este susto pues... ya sabe jeje - pronunció como pudo-.
- No te preocupes, te podemos dar algo para que se te pase. Hemos hablado con el hijo de Rosa, la señora a la que has ayudado a llegar hasta aquí, y está viniendo, pero hay un atasco enorme y me temo que no llegará a tiempo - dijo tranquila la enfermera-. Debido a esto, Rosa ha pedido que entres con ella . Si no te importa.

Claudia se quedó helada por unos segundos. Tras esto, movió la cabeza instintivamente de arriba a abajo. la enfermera sonrío agradecida.

- Sígueme.

"¿Cómo?¿que voy a ver un parto?¿qué está pasando?"

Le hicieron ponerse mil cosas antes de entrar a la sala donde se encontraba Rosa. Nada más entrar, Claudia quiso aparentar seguridad. Rosa al verla le cogió de nuevo la mano.

- Ya estoy aquí, tranquila. Respira - dijo Claudia desorientada.
- Gracias - pronunció la mujer mirándola fijamente, mientras lloraba.

El parto fue bastante rápido. Fue algo precioso en lo que Claudia no pudo evitar llorar. Nunca había vivido algo así, y a pesar de que se encontraba fatal y el día había empezado con mal pie para ella, todo aquello había sido increíble.

Tras separar a Rosa de ella un rato, le dejaron entrar a la habitación donde ya se encontraba con el bebé. Era una niña.

- ¿Qué tal estás? - comenzó Claudia-. Es preciosa, ¿cómo se llamará?
- Hola - dijo Rosa con los ojos brillantes-. Sí es preciosa, y se llamará Claudia. Gracias - terminó sonriente.

Claudia, sorprendida ante aquello, no pudo evitar reírse de manera tímida.

Tras pasar un rato con Rosa y Claudia, fue al baño a tomar el aire y echarse un poco de agua. Un chico de su edad entró corriendo al baño.

- Oye este es el baño de mujeres - replicó Claudia.
- No jodas, perdón. Voy con las prisas y pasa lo que pasa.

Aquel chico era alto y delgado, tenía el pelo corto, liso, y castaño. Sus ojos oscuros destacaban en su fina cara.

Claudia tuvo una corazonada.

- ¿Eres Dave?
- ¿Cómo lo sabes? - pronunció el chico sorprendido-.
- Soy la que ha estado con tu madre todo este tiempo - sonrío.
- Wow, muchísimas gracias - dijo el chico abrazándola-. Mi madre y yo solo nos tenemos el uno al otro, y has sido de gran ayuda-.

Claudia notó de pronto una tremendas ganas de potar. Se apartó rápidamente de Dave y se acercó al water, donde vomitó.

- ¿Estás bien? - se acercó el chico preocupado-.
- Sí sí, no te preocupes. Será mejor que vayas con tu madre.

**

Tras haber estado un rato en el baño, Claudia no quiso volver a la habitación del hospital con Rosa, puesto que le avergonzaba en la situación en la que Dave le había visto. Así que llamó a Rosa y le dijo que había tenido que irse.

Bajó tres plantas hasta la sala de urgencias, por donde estaba la salida. La hora de comer había pasado y con la tontería Claudia había estado todo el día fuera. Mientras atravesaba la sala de urgencias, se dedicó a mirar las personas tendidas en camillas improvisadas, separadas por cortinas. Estaba a reventar.

Claudia se apartó para dejar pasar justo en la entrada a una camilla tirada por tres enfermeros. Tras mirar de reojo vio a una chica inconsciente cuya frente no paraba de sangrar. La chica se parecía mucho a Ana.

"¿¡Ana!? ¡no es que se parezca a Ana, es que es Ana!¡Me cago en la puta!"

Sin haber apenas salido unos metros, Claudia entró de nuevo al hospital, abrumada.

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⏰ Última actualización: Apr 26, 2020 ⏰

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