ZAMBRI

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Buenas he vuelto ;).

Solo quería decir que cada vez que en la historia se ponga una canción estaría guay que vosotres la pusierais también porque se vive mejor la lectura. Un abrazo peña.

**

El estridente sonido que venía del exterior de la calle le sacó de su empanamiento. Movida por aquella manifestación salió fuera del local de tatuajes y se dejó llevar por el barullo del gentío.

Se trataba de miles de personas vestidas y maquilladas de forma extravagante, aunque en esos momentos era ella la "rara", la que desentonaba.

Caminó un rato junto a aquella gente entre las distintas zonas de la manifestación, hasta llegar al centro, donde varias parejas y gente bailaban a la par que andaban hacia adelante.

Empezó a sonar "The Fear" de The Score y la gente que bailaba comenzó a cantarla y a saltar. Cada vez se unían más personas que gritaban la canción:

"Fuck the fear"
"Fuck the fear"
"Fuck the fear"

Zambri, tras unos segundos de incertidumbre, se unió aquella gente olvidándose de todo. La sensación de adrenalina era increíble. Comenzó a saltar y a gritar lo mismo. Rodeada de banderas LGTB, notó como alguien la cogía de las manos y comenzaba a saltar con ella. Zambri se dejó llevar.

Se trataba de un chico delgado y de su misma altura, que llevaba el pelo moreno bastante corto. Estaba maquillado increíblemente bien.

La canción no paraba de sonar.

A los pocos segundos otro chico se unió a ellos. Era muy parecido al anterior, también estaba maquillado y era delgado, pero éste último tenía el pelo rubio y los ojos azules. Juntos saltaron y bailaron el resto de la canción, riéndose por lo surrealista que era aquella situación.

Cuando se paró la música, se separaron y se quedaron mirando los tres con cara de incertidumbre. Pero esas caras cambiaron cuando no aguantaron más y soltaron una carcajada.

- Bailas de puta madre nena - inició el moreno la conversación.
- Bueno, si eso lo llamas bailar - rió Zambri-. Entonces sí, bailo de putísima madre.
- JAJAJAJAJA, me caes bien desconocida - dijo el rubio-. ¿Cómo te llamas?
- Lucía.
- Pues Lucía, yo soy Julio, y mi amigo es Mikel ¿nos vamos de fiesta? - pronunció el mismo chaval rubio.

**

Los tres habían congeniado a la perfección, y se lo habían contado todo en lo que llevaban de tarde mientras bebían cerveza y seguían bailando.

Ambos chicos eran nuevos en Madrid, como Zambri, habían ido a estudiar allí y se habían cogido un piso en Chueca. Se habían conocido allí mismo, porque compartían dicho piso.

Estaban llegando ya a la plaza donde acababa la manifestación, cuando Zambri oyó su móvil vibrar y lo cogió.

- ¿Zambri?, ¿dónde coño estás?, me has dejado tiradísima cabrona de mierda - dijo Ana desde el otro lado del teléfono.
- Ana, no te vas a creer lo que me ha pasado, es que vas a flipar en colores.

Acto seguido, Zambri dejó de escuchar a Ana y solo pudo percibir el sonido de algo contra el suelo. Pensó que Ana se había enfadado con ella y le había colgado, con lo que no le dio mucha importancia y colgó, para seguir aquella fiesta con sus nuevos amigos.

"Jo, primero Lucía se enfada por llamarla en medio de su entrevista y ahora Ana. Cuando vuelva a casa me matan las dos."

Cuando la manifestación estaba a punto de terminar, de repente, llegaron muchísimos coches de policía hasta el centro. Resulta que algo grabe había pasado en el centro de la plaza, y los chicos se acercaron a ver lo que ocurría.

De pronto, todo se volvió super confuso. La gente empezó a abarrotarse y a chillar. Había cientos de policías persiguiendo y aporreando a las personas que formaban parte de la manifestación, y los tres se encontraban bastante cerca de aquello.

- ¡Hay que salir de aquí! - chilló Mikel cogiendo a Zambri de la mano.
- ¡No puedo moverme! La gente me espachurra - a Zambri de le bajó todo lo que había estado bebiendo aquella tarde.

Zambri lo intentaba con todas sus fuerzas, mientras Mikel y Julio tiraban de ella, también atrapados entre la multitud.

Poco a poco, la gente fue dispersándose. La policía corría tras todo el mundo, solo se escuchaban gritos, insultos y golpes. Con mucho esfuerzo Zambri logró salir de aquel barullo, y cogidos de las manos, los chicos corrieron muy lejos de allí, perseguidos por los agentes de la ley.

Corrieron y corrieron sin descanso por las calles de Chueca, sin mirar atrás. Hasta que ya no pudieron más y se pararon en un callejón a descansar. Estaban los tres cansados y sudorosos.

- Joder, ¿¡qué cojones acaba de pasar!? - dijo Zambri alterada-.
- Se ha liado pero bien - pronunció Julio acercándose a ella-. Dios Lucía, ¡te has hecho una raja en el brazo!

Zambri se miró el brazo, donde descubrió por primera vez que tenía una raja no muy profunda en el brazo, que le sangraba.

- Será mejor que te curemos eso - exclamó Mikel preocupado-. Podemos ir al piso, allí tenemos vendas.

Zambri aceptó la invitación, y se dirigieron al piso de los chavales, que no de encontraba muy lejos.

Allí le dieron algo de comer, y mientras Julio le curaba el brazo, hablaron de lo ocurrido.

- Qué peligroso es esto de luchar por tus derechos - exclamó Mikel cabreado, mientras se sentaba a su lado y se encendía un cigarro.

Ambos chicos se habían quitado el maquillaje, y Zambri había podido divisar por primera vez todos sus rasgos faciales. A decir verdad, le parecían bastante atractivos.

- Derechos concretamente porque sois... ¿gays? - preguntó Zambri-.
- No, somos bisexuales, que es distinto - contestó Julio divertido-.
- Ah vale... perdón. No quería incomodar...
- Tú no incomodas nunca - le miró Julio, clavando sus pupilas en las suyas-.

Ambos se quedaron callados. Mirándose. Se acercaron poco a poco hasta juntar sus frentes, y se miraron por última vez, para seguidamente juntar sus labios en un beso lento pero apasionado.

"¿Pero que estoy haciendo?"

Sin embargo, Zambri lo estaba disfrutando, y no paró. Hasta que se acordó de que Mikel seguía allí, sentado al lado suya. Se separó se Julio exhausta.

- Perdón... yo... - dijo mirando a Mikel, que la miraba divertido.

Acto seguido Mikel se acercó a Julio y lo besó de la misma manera. Zambri se quedó sorprendida por aquello tan nuevo que estaba experimentando, y se dejó llevar.

Cuando los tres llevaban un buen rato besándose, sonó su teléfono.

- Mierda, tengo que cogerlo - dijo Zambri llegando hasta el teléfono-. ¿Ana?
- Señorita, ¿es usted Lucía Zambrano? - pronunció una voz extraña al otro lado de la línea.
- Sí, soy yo, ¿pasa algo?
- Una compañera suya, Ana Díaz, ha sufrido un accidente y se encuentra en el hospital en estos momentos. La he llamado a usted porque fue su última llamada - terminó de decir la voz-.

A Zambri un escalofrío le recorrió el cuerpo entero. Colgó y se giró a los chicos, que la miraban desconcertados.

- Lo siento... tengo que irme - dijo mientras salía corriendo de aquel piso sin mirar atrás.

Las Putas de MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora