°~GOLPE~°

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Dentro del baño de la helada casa soviética solo se escuchaba como dos personas respiraban, un tanto agotadas.
En ese momento, un gruñido se hizo presente, gracias a una mano pasando justo por una herida que ya hace un rato se suponía que debía haber dejado de doler.

- Mi queridísima Alemania, ¿te molestaría ser un poquito más delicadita? - Dijo el mayor de los dos, poniendo sus ojos violetas en la chica con altanura y cierto aire a bromista. El joven chico de ushanka amaba, cada vez que podía, alardear de  la ironía tan natural de su ser.

-Si quieres, te dejo el botiquín aquí en el piso y lo hacés tú mismo. - Soltó peligrosamente, viendo como el otro le daba a entender que rechazaba la idea moviendo la cabeza en forma de "no"- Pues entonces no te quejes,  "mi queridísimo Rusia."

Suave y cuidadosamente puso su mano en la cara del ruso, quién no parecía estar dentro de sí por el momento. Ella estaba concentrada en pegar bien la gasa en el rostro del otro, hasta que notó como la miraba de una forma perdida. Ella siempre fue bastante introvertida y tímida, incluso con personas cercanas a ellas, como su padre. Por esta razón se decidió en evitar el contacto visual y terminar su trabajo de "enfermera" lo antes posible.
Por su parte, el ruso, que no era ningún idiota, al darse cuenta de lo que la joven chica hacía, decidió dejar de mirarla. Esto no ayudó mucho al ambiente un tanto incómodo que había, ninguno se dignaba a hablar de lo que anteriormente había causado la situación actual.

-Rusia, realmente no tenías que..

-Cállate, Ale, si tenía qué - Cortó.

Otra vez fue audible un gruñido, aunque esta vez por parte de la parte femenina en el cuarto.

[...]

Salieron de la habitación fría, para ir con sus respectivos progenitores, que parecían estar teniendo una discusión nuevamente. 
Al pasar cerca de ellos, Alemania saludó a su padre y al que ella con respeto llamaba "Señor URSS", además de avisarles que tenían pensado con Rusia salir un rato a pasear dentro y cerca de la mansión soviética. Rusia, por su lado, no se dignó a mirar a su intimidante padre, lo cual, de cierto modo, le convenía, teniendo en cuenta el problema que habían tenido mas temprano.
Por suerte, los dos mayores accedieron a el plan de los dos casi-adolescentes de 11 años.
Salieron, y la niña se propuso a romper esa puerta de hielo que Rusia últimamente le cerraba en la cara.

Atte:Umauwu,pirañita.

꧁•-Cortos rusger -•꧂ₚᵢᵣₐñᵢₜₐ y ᵣᵤₗᵢₜₒₛDonde viven las historias. Descúbrelo ahora