"Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios, que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia."
(1 Pedro 2:10)
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Finalmente, ella abandonó este mundo. Su lucha de bastante tiempo terminó.
Natalie cerró sus ojos para entregarse a un sueño eterno, donde ya no sufriría por su enfermedad que la obligó permanecer en aquellas cuatro paredes.
Y ahí estaba yo, su vieja amiga de escuela, rodeada por sus familiares y amigos actuales, todos llorando su pérdida y viendo como su ataúd acababa poco a poco bajo la tierra. Yo sólo derramé unas cuantas lágrimas al saber la noticia, sólo tengo una tristeza en mi interior.
¿Y cómo no tenerla? Ella fue mi primera amiga, sin embargo, no puedo recordarla bien. Y eso carcome mi consciencia.
Una conciencia vacía. Que me obligó despedirme de su hermana y los hijos de Rebeca. Sólo hice eso, antes de irme. No podía aguantar más.
La tristeza y la molestia rondaban en mi cuerpo.
¿Por qué siempre los buenos tenían que pasarles esas cosas? ¿Por qué una persona como yo continuaba con vida?
Preguntas y más preguntas que acababan en el pequeño baúl de las preguntas nunca respondidas.
Esa noche no tuve fuerzas para beber ni trabajar en el escrito que me enviaron de la editorial, sólo fui a mi hogar y dormí, sintiendo como mis lágrimas salían.
No precisamente por Natalie. Por mi vida. Mi horrible vida.
Pero todo acabó una semana después, cuando Rebeca llamó. Pidiendo que fuera a su casa, porque Natalie me había preparado algo.
Confundida, salí de mi hogar y conduje hasta allí. Mientras los niños jugaban y veían canales infantiles, Rebeca me invitó al patio trasero.
Allí, esperé de todo. Cosas que hicimos de niñas y otras cosas similares.
Pero nunca algo así.
Era una caja metálica, con una pequeña nota pegada a su manilla.
Deja que esta luz llegue a tu vida. Atte. Natalie.
Tragué saliva, y tras desayunar y pasar tiempo con la familia de Rebeca (pero también me sentía alguien sobrante) volví a casa. Nuevamente le dije a mi jefa que no iría a la sede, trabajaría desde casa.
Cuando llegué, de manera automática, fui a mi habitación. Me senté en el borde de la cama y finalmente abrí la caja.
Encontré cartas con sobres de distintos colores, entre ellas y la primera que encontré, era una de un sobre color gris. Sólo tenía escrito Carta 1.
Tragué saliva y decidí abrirla. Lo primero que leí fue un versículo bíblico que me hizo llorar, transportandome a la época en que creía en ese ser omnipresente llamado Dios, que por diversos motivos, dejé de creer en él.
Nunca supe que Natalie era creyente.
A medida que leía, una paz y calidez invadió mi pecho. No sé cuánto tiempo estuve, pero leí la mayoría de las cartas. Y las demás las leí diariamente por dos semanas. Hasta que terminé de leer aquellas "cartas de luz", llenas de versículos y mensajes positivos. Típicos de Natalie, incluso después de caer enferma.
Quién diría que esa "luz", cambiaría mi vida para siempre.
Gracias Natalie... Por acercarme a Dios y permitir que él diera color a mi vida gris.
😇😇😇😇😇😇😇😇😇😇
¿Quién diría que me tardé menos de treinta minutos en escribir este relato? (Por fin actualizo, siii) ¿Qué les ha parecido? No olviden votar y comentar.
Espero que la estén pasando bien y cuidándose del Coronavirus. Recuerden que ser creyente no significa que pasemos por alto las recomendaciones de la autoridad, fácilmente podemos hacer pequeños cultos o verlos en línea. Háganlo por ustedes y sus seres queridos.
Bien, ahora terminaré esta nota de autor. Diosito les bendiga y nos leemos en un nueva historia cristiana (si imaginación y wi-fi está de mi lado).
Ahora sí.
Sayonara~
∞Kamira_Walker∞
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Historias cristianas
Spiritual❇Segundo lugar en los premios Famous Awards 2017. ❇Categoria Silver en los Celestial Awards 2017. Estas historias hablan de diferentes personas, que una u otra forma, conocen al rey de Reyes, Dios, sacandolos de el mundo y llevándolos al camino de l...