Un amor para recordar

Capítulo 2 Había una vez... mi vida

Postrado en está habitación, tendido sobre la cama mientras miro al techo, sin preocuparme por nada, dejaba de enfocarme en mis pensamientos, dejar la mente en blanco, pero aun así los recuerdos me invadían, podía escuchar mi respiración, cuando el silencio llegaba a todos los rincones de la habitación.

"Es como escapar a otro mundo, donde las personas no son un problema para vivir libremente" pensaba. Ni los problemas que cada uno trae en sus espaldas, que son suficientes para no sonreír y andar con amargura todo el día, sin alguna razón aparente. Por la calle, regularmente se puede notar, en aquellas personas que llevan un peso en sus espaldas. Puedo pensar que cada uno tiene su propio infierno y con el que tiene que lidiar.

Pensé que salir a tomar un poco de aire me haría bien para despejarme. Caminar me distraía de las cosas que pasan; me agrada, sobre todo por lo raro de este lugar y su clima, que es frío y llovioso mayormente. Es un clima que me da buenas sensaciones a digerir. Es como vivir en las novelas de Stephanie Meyer, Crepúsculo y todas sus secuelas. Más que aquí no hay ni vampiros o hombres lobo. Pero en lo demás muy buen lugar. Pero es un maravilloso lugar en todo su esplendor.

Me erguí de repente y me provocó un mareo repentino, pero solo duró unos segundos. Como un mal orgasmo. Me dirigí al cuarto de baño por el pasillo. Me lavé la cara y me miré al espejo como si buscara una razón para decirle algo al sujeto que estaba en el reflejo, un tonto más en esta aburrida ciudad. De pronto una idea se me pasó por la mente, que tal si solo salía a caminar por las calles de esta bella ciudad. Pero tenía que darme prisa, pronto la claridad y el buen clima podrían desaparecer.

Me arreglé un poco el cabello. Respiré profundo, mientras tomaba mi cepillo dental. En menos de 10 minutos ya estaba listo, mi mente solo divagaba.

Tome una de mis sudaderas y baje las escaleras, tome las llaves de la casa y también mi billetera. Cuando estaba por abrir la puerta principal me percaté de que no traía zapatos, en su lugar mis sandalias, "valla, sí que ando distraído hoy día" pensé, porque locamente a nadie se le pasa ponerse los zapatos. Me volví a mi cuarto subiendo las escaleras a toda prisa para corregir mi error tan cómico. Ahora me estaba riendo de mi propia desgracia y de mi mala memoria mientras me ataba los cordones.

Rápido terminé y me deslicé escaleras abajo, antes de abrir la puerta hice una revisión rápida por si aún me pudiera hacer falta algo. Salí cerrando la puerta detrás de mí, para después asegurarla.

Algunas personas pasaron a poca distancia detrás de mí sumidos en sus propias conversaciones. Me giré y tomé un respiro de aire fresco antes de caminar por la acera.

Pronto me percaté de que las calles estaban plagadas de esa gran cantidad de personas que apresurada caminaba por la acera, enfocados en sus problemas; justo como lo describo, con su mirada cansada, y que caía la tarde supuse que era por el cansancio de trabajo, junto con todo el estrés acumulado por días atrás.

El día parecía tornarse un poco sombrío lo cual no era una buena señal. Este era un lugar con un clima extraño porque podía cambiar radicalmente en tan poco tiempo. Y una ventisca de aire frío atravesó por aquellas calles con ausencia de autos en ese momento. Me coloqué la sudadera con todo y capucha para evitar el contacto visual con las personas, que llegaba incluso a resultar incómodo. También para cubrir mi cara de los vientos que comenzaban a correr. Vientos con olor a humedad, más de lo que se podría considerar normal.

Seguí caminando por la acera, era una calle sin más que personas y uno o dos autos que de cuando en cuando pasaban sin mucha prisa.

Todo era tranquilo, un niño con un globo, una señora con un bebé, que supuse también era la madre de aquel niño del globo.