—Llegaron por la mañana. Eran dos, un hombre y una mujer, ambos jóvenes, no parecían tener más de veinte. Yo personalmente los vi llegar, pues en ese momento me encontraba en mi puesto, como guardia de las puertas.Dante comenzó a contar su historia, sentado en una silla que le había traído Ameia. Su cabeza estaba inclinada, lo que no me dejaba ver su rostro mientras hablaba.
—En ese momento no me parecieron sospechosos, aparte de sus ropas, no tenían nada de extraño, podrían pasar por viajeros comunes, de hecho ni siquiera les di más de una mirada, ese fue mi error.
"Las cosas transcurrieron normalmente durante el resto del día, fue cuando cayó la noche que comenzamos a escuchar los gritos. Todos los guardias que nos encontrábamos en ese momento en activo corrimos a la fuente de la confusión, solamente para encontrarnos con una escena horrible.
"Ella había comenzado a quemar las casas del centro, con todos sus ocupantes dentro, sin respetar ni siquiera a los niños. No entiendo cómo, aquello no era magia,,, no se sentía como la magia. Ella podía crear llamas negras con sus manos, su fuerza era incomparable, las espadas se rompían ante el contacto con su piel, era... no se comparaba a nada que hubiéramos visto antes, a excepción de...
—Los héroes —complete.
—Sí. No pudimos hacer nada, muchos murieron intentando que parara. Pero no se detenía. Y su rostro... Era...
—¿Como si lo disfrutara? —dije, con la imagen en mi mente de cualquier pirómano.
—No -respondió Dante, sorprendiéndome—. Parecía concentrada, melancólica. Triste. Estaba llorando. Era como si sufriera por algo, y esa expresión se acentuaba cada vez que mataba a alguien. Y, también, cada vez que una vida era segada, cerraba los ojos...
Definitivamente era algo extraño.
—A su compañero solamente lo vi cuando llegaron y cuando se fueron. Al principio me pareció que estaba enfermo, tenía la piel muy pálida y ojeras. Pero al partir, después de destruir casi todo, lucia... bien, sano. No encuentro otra palabra para definirlo. Era como si toda esa muerte lo hubiese curado. No supimos a donde se fue, despareció de un segundo a otro... era como si en realidad nunca hubiesen estado ahí.
Mientras dante terminaba su historia, solamente fue por un segundo, me pareció detectar algo extraño en su rostro, algo más allá de la simple pena que debería estar sintiendo. Pero averiguar qué era eso podía esperar.
—Gracias -le dije, mientras me levantaba—. ¿Sabrás acaso si hay una capilla por aquí?
—Si... solía haber una cerca de la plaza. Aun debería estar en pie, al menos las paredes.
—Gracias. Ven, Kel. Ustedes dos, esperen un momento aquí. Y cuidense.
Con Kel tras de mi me dirigí al sitio señalado por Dante. Como dijo, solamente las paredes de la capilla seguían en pie, pero eso era suficiente para mí.
_Recuerda esto, Kel: no debes decirle a nadie lo que vas a escuchar, ¿de acuerdo? Si tienes dudas luego las veremos.
—Comprendo —me respondió él, inclinados, servicial.
Entre en la capilla y me senté en un pedazo de banca que no había sido destruido. Kel permaneció de pie a mi lado, asumiendo su papel de guardia con seriedad.
—Bien, sueño. Tenemos que hablar.
Nada más pronunciar esas palabras el dios apareció frente a mí. Seguía con su mismo semblante, aunque ahora ya no mostraba ningún tipo de sonrisa.
—¿Que ha ocurrido? —Fue lo primero que preguntó al aparecer—. Después de que me pediste el favor de aumentar tus poderes ya no supe nada, mi visión se oscureció.
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Lirenia libro 1: La sombra de los cuatro.
AdventureGrabriel es un chico con pocas preocupaciones en la vida, un día, mientras llegaba tarde al colegio, fue transportado a un mundo de fantasía por alguien a quien nombra Sueño. Poco después se entera que fue llevado a ese mundo para servir como el sum...