04.

400 29 0
                                    

S e r e n d i p i a.

estaba en la esquina de un antro, ya había terminado de vender, ahora fumaba un cigarrillo y veía la noche, que estaba preciosa por cierto. Escuché unos pasos acercarse, eran dos chavales, me parecía que conocía a uno de ellos, de seguro algún cliente.

el más alto vómito, casi que quenbrándose, no quiero imaginar cuánto tuvo que haber bebido.

—joder Ginés, ¿estás bien? —preguntó el chico más bajo.

alcé ambas cejas al escuchar el nombre, era el tío este que había querido jugar de máster conmigo, pobre alma.

—no, no lo está no estás viendo que no se puede mantener de pie y con lo que vomitó seguro cae en cualquier momento. —dije mientras me acercaba, el chaval se levantó para decir algo pero rápidamente cayó, por suerte el otro chico lo atrapó antes de que tocara suelo.

perfectamente podía dejarlos ahí y que se jodieran, y aunque realmente soy de las personas que me vale una mierda lo que hagan los demás, la cara del pelinegro pedía ayuda por el castaño en estado etílico.

—te haré una pregunta chaval, ¿vosotros estáis acostumbrados a beber? —el pelinegro negó con la cabeza. Se nota, pensé pero no lo diría, la verdad es que este chico me causaba ternura y debería sentirse halagado de ser de las pocas personas con las que no soy una hija de puta, a diferencia de su amigo él me simpatizaba.

—yo nunca me he puesto pedo, y es la primera vez que Ginés está así. —hablaba con su amigo en brazos, parecía que estaba muerto.

—bien, mira, yo no suelo hacer obras de caridad, generalmente me chupa un huevo lo que pase con la vida de los demás ¿sabes? Pero sé que no tienes ni puta idea de qué hacer con tu amiguito y probablemente si llegas a casa con tu amigo en ese estado te darán el sermón de tu vida, y si lo llevas a la suya igual ¿no? —él únicamente asintió— así que si quieres que te ayude tendremos que ir a mi casa.

—¿debería confiar en ti? No lo tomes a mal, pero pues es la primera vez que te veo. —dijo tímido.

—mira chaval —dije tirando la colilla del cigarrillo en el depósito— sé que no me veo de confianza, pero si le preguntas a Belén que sí debe confiar en mí, ella te diría que sí. —suponía que debía conocer a la rubia si es amigo del castaño.

—confiaré en ti porque no tengo ni idea de qué hacer —finalmente accedió. Pedí un taxi hasta mi casa.

—¿cómo te llamas? —preguntaba el pelinegro y yo largué una pequeña risa.

—toma —dije pagando el viaje y saliendo del auto para ayudar al chico con su amigo— yo no le digo mi nombre a nadie. —le respondí cuando acostamos al chico en el sofá.

—pero te deben llamar de alguna forma —inquirió.

—Serendipia, ese es mi apodo, pero la gente lo abrevia a Seren.—respondí.

—yo soy Manel —dijo sonriendo y yo imité su gesto, perdón pero no me nace ser una cabrona con él.

—bueno Manelito, toma asiento, mi casa no es muy grande como probablemente sea la tuya o la del niñato que tienes por amigo, pero es lo que te ofrezco. —le decía mientras caminaba a la cocina, realmente la cocina y la sala principal estaban casi juntas,las separaba un desayunador. Nuestra casa no estaba en estado crítico era una casa en buen estado, solo que pequeña, fue para lo que le alcanzó a mi padre antes de todo.

—a mí me gusta tu casa, probablemente no se sienta tan sola como la mía —decía mientras hacía una mueca, ay mi vida.

—que decirte, mira le haré un té a tu amigo, trata de irlo despertando para que pueda beberlo. —dije él obedeció.

era una receta de mi abuela, este té casi que te revivía. Puse a calentar el agua mientras preparaba las cosas, veía a Manel tratando de levantar a su amigo. Me causaba un poco de tristeza, tenía pinta de ser un chaval bueno y su comentario sobre lo sola que se siente su casa me había tocado un poco el corazón, tampoco soy un monstruo sin empatía, aunque mi mamá ahorita no estaba en casa no me sentía sola, porque apesar de nuestra vida ella siempre me da su amor.

finalmente logró despertar a Ginés, me acerqué con la taza de té, y se la entregué a Manel para que se la diera a su amigo, porque sigo sin tolerar al castaño, no se me olvida la actitud de mierda que tuvo conmigo, y para gente mierda, trato de mierda.

—bebelo todo —le decía Manel a su amigo, el castaño se bebió todo el líquido y se quedó sentado viendo a un punto fijo, en cualquier momento reaccionaría.

—¿dónde estamos? —preguntó un poco asustado.

—en mi casa —respondí y el rápidamente puso su vista en mi y yo enarqué una de mis cejas.

—tú —dijo incrédulo— porque debería estar yo en tu casa. —dijo con cierto desprecio, le quiero partir la cara.

—porque estabas tan borracho que dabas lástima campeón, así que en vez de dirigirte a mi casa con desprecio deberías darme las gracias de haberte ayudado y ahorrarte un castigo y regaño de parte de tu mami. —respondí.

—no puedes decire a nadie sobre esto. — "amenazó"

—¿tú me vas a dar órdenes a mí? —me burlé— ¿de verdad crees que te haré caso?

—por favor no lo hagas, no sabes todo lo que me traería —dijo casi suplicando.

—bien, entonces yo guardo mi silencio pero tú harás lo que yo te pida. —respondí mientras cruzaba mis brazos.

hell ; walls.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora