19.

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S e r e n d i p i a.

empecé a correr mientras sacaba mi pistola, seguía escuchando los pasos detrás de mí, evidentemente no iría a mi casa en la dirección que usaba habitualmente, me iría por el camino largo para perderlos, seguían disparando, mi corazón parecía querer salirse de mi pecho, me di la vuelta y disparé pero no logré nada, me brinqué un muro y de las tres personas que venían detrás de mí ahora solo venían dos.

—¡llegó tu hora hija de puta! —gritó, reconocí la voz, era Eraida.

—no, llegó la tuya hija de puta, decid adiós. —grité, me di la vuelta y le di en la pierna y en el hombro, ella inmediatamente cayó y la persona que iba con ella se detuvo a ver cómo estaba, estaba viva, no había disparado en zonas peligrosas, aproveché que estaba distraído y le disparé en las mismas zonas que a Eraida.

corrí hasta mi casa, llamé a mi mamá y le pedí que por favor no viniera al barrio, yo necesitaba irme ya mismo, ahora entiendo que mis días están contados, llamé a Ginés esperando una respuesta de su parte.

—¿Luna? —escuché su voz.

—¡Ginés acepto, me voy contigo, pero necesito que nos vayamos ya mismo tío, que me han querido matar, me han seguido con armas, yo necesito irme ya! —dije alterada.

—bien, bien, bien, nos vemos a dos casas de la mía ¿vale? Y luego nos iremos a la estación de trenes  —se escuchaba asustado— te amo, nos vemos ahí.

colgué la llamada, hice una valija improvisada con todo lo que necesitaba, tomé el dinero que tenía, y llamé a Amelia para informarle que me iría, y que dejaba su dinero en una bolsa en hueco que lo tapaba una enorme piedra. Estaba consiente de que necesitaba ese dinero y que pude haberlo robado, pero también sabía que si lo robaba no solo me buscaría Valentino, sino Amelia también.

le pedí a Jorge que me llevara hasta donde Ginés indicó, cuando llegamos Ginés estaba afuera, le tuve que rogar para que subiera y cancelara su Uber, no estamos en condiciones de usar medios de transporte tan visibles, Jorge nos dejó en la estación de trenes.

—¿a dónde iremos? —preguntó asustado— yo me robé dinero de mi casa, habían unos fajos en una caja fuerte.

—no podemos salir del país, yo no tengo pasaporte, y hay muchas cosas que lo complican. —dije mientras caminaba de lado a lado para pensar.

—¡Sevilla! —dijo, y yo asentí, la verdad es que no tenía tiempo para pensar más, en cualquier momento aparecen y me buscan acá.

compramos dos boletos y el tren era el próximo a salir, abordamos y fuimos hasta nuestros asientos.

—¿hasta tiempo de empacar tu guitarra te dio? —dije viendo cómo acomodaba el estuche.

—esta anda conmigo en to' lao' —respondió— Luna —me llamó— perdóname, te amo, te lo digo en serio tía, te amo, me enamoré de ti, por quién realmente eres, aunque Serendipia tiene sus encantos, Luna es maravillosa y te agradezco que me dejaras conocerla. —dijo tomando mi barbilla para que lo vea.

—Ginés, gracias, y perdóname tú a mí por hacerte pasar ese horrible momento, por todo lo malo que te he hecho pasar, por arrastrarte hasta mi puto infierno —estaba llorando frente a él, por primera vez estaba llorando frente a alguien que no sea mi mamá.

—no pidas perdón, todos vivimos infiernos diferentes, pero estando juntos podemos convertir las llamas de este en un calor ameno. —dijo abrazándome.

nos quedamos así, yo acostada en su pecho, escuchando su corazón palpitar, me dolía, porque sé perfectamente que tengo los días contados y que cualquier día de estos, una bala me va atravesar y me iré, dejando un vacío en la vida de mi madre, y en la suya, personas que no merecen ni un grado de dolor.

hell ; walls.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora