09.

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S e r e n d i p i a.

—Manel, ¿estáis bien? —se veía en mejor estado que su amigo.

—quiero ir a casa, ¿Puedes llevarme a mi casa? —respondió arrastrando sus palabras— mamá no está. —asentí y pedí un taxi, subí a los ebrios en la parte trasera y Manel con mucha dificultad le indicó la dirección de su casa.

el taxista me ayudó a bajarlos y después de pagar la ruta se fue, por suerte Manel podía subir solo hasta su habitación, mientras yo batallaba para llevar a Ginés a otra habitación, lo tiré en la cama y me fui a ver cómo estaba Manel.

—date una ducha, te ayudará. —dije al ver que se iba a acostar, él asintió.

—oye, puedes quedarte a dormir si gustas, me asusta un poco que te vayas sola, quédate ¿Si? —sonreí enternecida, porque un chaval que apenas conozco se ha preocupado más por mí que cualquier persona de mi vida.

—vale, pero hazme caso tío, y date una ducha, buscaré algo en tu cocina para hacerte un té, no será como el de la vez pasada pero ayudará, no te duermas aún. —él asintió y salí de su habitación para ir a la otra. Ginés estaba acostado en la cama, sus piernas recogidas, similar a la posición fetal, me acerqué para ver si estaba bien, cuando sintió mi cercanía abrió sus ojos.

—donde... —no terminó la oración porque se levantó y se metió al baño que había en la pieza, lo escuché vomitar y me encogí entre hombros. Después de unos minutos salió y se acostó en la cama.

—¿te encuentras bien?

—me siento mejor. —respondió mientras se sentaba en la cama.

—bueno, iré hacerles un té, quédate aquí. —dije saliendo de la pieza.

—yo voy contigo. —dijo poniéndose en pie.

—no, quédate ahí. —dije.

—no conoces esta casa y no sabes dónde están las cosas, y ya no me siento tan mal, vomitar me ayudó a estar un poco sobrio. —dijo saliendo de la pieza, yo resoplé y caminé detrás de él.

entramos en la cocina y busqué algunas cosas que sé que sirven para estos casos, preparaba el té mientras sentía la intensa mirada de Ginés sobre mí, traté de no darle importancia. Serví el líquido en dos tazas y le di una a Ginés, subí hasta la habitación de Manel, que estaba batallando por no quedarse dormido.

—ya está, cuando lo bebas ya podrás dormir. —dije en voz baja mientras le daba la taza. Se lo bebió rápido y dejó su taza en la mesa de noche.

—Seren, gracias por ayudarnos ya por segunda vez, sé que en el fondo de ese carátula dura hay una buena chica —dijo sonriendo— por favor quédate a dormir, y mañana si gustas te vas temprano.

—vale, tú ganas Manelito, ahora descansa. —sonreí y salí de la pieza. Era imposible ser dura con ese chico.

entré a la cocina y me encontré a un Ginés sin camisa, junté mis cejas, hace unos minutos tenía su camisa puesta, lo dejó solo y cuando vuelvo solo lleva puesto sus vaqueros.

—¿te sueles quitar la camisa en cocinas ajenas? —dije mientras guardaba las cosas.

—es que empecé a sudar muchísimo. —respondió.

—es el té, está limpiando tu organismo, así que por medio del sudor salen los químicos que ingeriste.—dije y él me miró asombrado.

—eres muy inteligente tú —dijo sonriendo. Metió su mano en la bolsa de los vaqueros, sacó un par de cigarrillos y un encendedor— te dije que hoy te esperaría en la salida con un piti, en espera de que me hables más de ti, así que ven, vamos al patio trasero, que a Manel no le gusta que fume dentro de su casa.

lo miré dudosa pero acepté, nos sentamos en el pasto y él encendió mi cigarrillo, pasaba una leve brisa que movió mi cabello un poco al igual que el de Ginés.

—entonces, dime ¿por qué Serendipia? Para ser un sobrenombre es bastante largo, y evidentemente no es abreviaciones de algo. —decía Ginés.

—empezamos con las preguntas, yo te dije que respondería las de aquella vez por el susto que te llevaste, hoy no. —dije.

—anda tía, quiero saber de ti —me giré para verlo, y estaba dándole una calada a su cigarrillo y luego soltó el humo, me aferro a mi frase, no soy de palo, aquella imagen me había puesto un poco. Estaba de perfil, fumando, sin camisa y únicamente en vaqueros, y para alguien como yo que no libera sus hormonas constantemente esto era too much.

—¿Sabes lo que significa Serendipia? —dije y él negó con la cabeza— es un evento inesperado, o un hallazgo afortunado, y bueno, si hoy en día trabajo en esto es por causa de un evento inesperado, y una vez alguien me dijo que yo soy un hallazgo afortunado, así que siempre tuve esa palabra en mi mente, desde pequeña. Cuando entré al negocio no quise dar mi nombre para evitar un sin fin de cosas, así que pedí que me llamarán Serendipia. —respondí.

—¿y se puede saber quién fue ese alguien que te dijo que fuiste su hallazgo afortunado? —dijo ladeando su cabeza.

—para contarte la historia completa hace falta más de un piti, cari. —di la última calada al cigarrillo.

—tu voz es muy linda de verdad, me gusta escucharte hablar —decía en tono de voz bajo y suave.

—qué dices chaval.

—en serio, al igual que tu tatuaje —dijo corriendo mi cabello de mi hombro para que él tatuaje quede descubierto y acercándose a mí para verlo, en esta posición nuestros rostros quedaban cerca, me ponía tensa — y tus ojos pardos. —dijo alzando la cabeza haciendo que la distancia entre ambos sea casi inexistente.

Mojé mis labios involuntariamente, y él hizo lo mismo, se acercó y yo alejé un poco mi rostro para evitar que pasen cosas, sonrió y negó con la cabeza.

—buenas noches Serendipia —dijo en mi oído con su voz ronca, y dejando un beso ahí. Se levantó y se fue dejándome con sensaciones mí ser.

hell ; walls.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora